Alberto Fernández hizo una de las pocas movidas políticas fuertes de su mandato, en un espacio en el que hasta ahora la única que había jugado plenos había sido Cristina Kirchner.
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SUSCRIBITEAlberto Fernández hizo una de las pocas movidas políticas fuertes de su mandato, en un espacio en el que hasta ahora la única que había jugado plenos había sido Cristina Kirchner.
Tras la elección de Matías Kulfas del ministerio de Desarrollo Productivo, el Presidente le ofreció la cartera a Sergio Massa, sabiendo que el tigrense quería toda la economía en sus manos, o nada.
Y fue nada. Massa le propuso a De Mendiguren y la respuesta de Alberto se podría sintetizarse así: “Te lo ofrecí a vos. Si no lo querés, al ministro lo pongo yo”.
El enojo de Massa, afirman allegados a la Rosada, fue atemperado en el viaje a Los Ángeles, para participar en la Cumbre de las Américas. Es que Massa se soñaba, y se sigue soñando, como el candidato presidencial de la síntesis entre los dos sectores en pugna en el oficialismo, a saber: el albertismo, compuesto por un grupo de funcionarios a tiro de lapicera; por la CGT; y por los antikirchneristas del movimiento Evita (o el randazzismo sin Randazzo); y el kirchnerismo, el accionista mayoritario del Frente de Todos que, pese a haber aportado el grueso de los votos que permitieron la victoria electoral del 2019, ve como su legado histórico se desgrana poco a poco.
Y Alberto bajó al territorio al ex embajador en Brasil, Daniel Scioli, que navega (valga la referencia velada a su pasado de motonauta) entre estas dos aguas casi con la misma pericia que el de Tigre.
Ya con Massa en relativa calma, Alberto mandó a medir a Scioli como candidato a presidente. La encuesta fue encargada a un “amigo de la casa”, Ricardo Rouvier.
Antes de la intención de voto, Rouvier se concentró en la imagen positiva del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires. Los primeros números no definen nada. El 35,9% lo considera positivamente, y el 48,2% lo rechaza. Casi el 16% no pudo decidirse.
Los números son malos, ¿pero tan malos dentro del oficialismo? Si buen su imagen negativa es alta, mide mejor que Cristina (63.1%), y que Alberto (62.1), mientras que la valoración positiva es similar, en el rango del 35 o 36%.
A la hora de los bifes, “lo voto o no lo voto”, el ex campeón del mundo de motonáutico consiguió el 16,9% por el sí, el 19.2% por el “tal vez”, y el 52.6% de “nunca lo votaría”. Además, tiene un 11% de indecisos, un sector interesante para trabajar, si es que se lanza a la candidatura, cosa que él desea, y Alberto también.
No está tan mal para alguien que dejó la política local desde hace mucho tiempo. Habrá que ver si al piloto le da la nafta.
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