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opinión

Crisis opositora, estación San Juan - Por Sebastian Saharrea.

Los debates: ¿tolerancia cero o aprobarle alguna materia al gobierno?, ¿juntos o separados? En el país y en la provincia no sobran las respuestas. Partidos en transición, candidatos tomando ubicación. - Por Sebastián Saharea.

Por Redacción Tiempo de San Juan

 

A juzgar por los números, el desfiladero que le ha quedado a la oposición para ubicar su caravana hacia tiempos mejores es más estrecho en San Juan que en todo el país: aquí es les quedó el 32% a repartir entre todos, mientras que a nivel nacional se distribuyeron el 46%. Igual, sus dilemas son parecidos: falta de discurso y de figuras, a la par de una constante apreciación de las caras oficiales, Cristina allá, Gioja acá. ¿Cómo hacer para aparecer en la foto y mantener la llama encendida para el día en que esas estampitas pierdan punch? Una pregunta, hasta acá, sin demasiada explicación.
YPF ha sido para el sector opositor nacional y local una bisagra para separar los malos tiempos de otros más esperanzados. Hasta acá, habían probado toda clase de artillería, en buena parte surgida no desde las entrañas partidarias sino como receta de sectores con intenciones destituyentes. Y no les fue bien: primero naufragó en el Congreso el grupo A, una suerte de espeso conglomerado variopinto unido únicamente por el envión de clavar el diente en las flaquezas oficiales con un discurso unificado de oposición terminante. Les fue mal porque se les notaron los hilos de quienes dirigían sus movimientos desde arriba.
El año pasado ocurrió lo que estaba cantado que iba a ocurrir: no encuadraron todos juntos en la misma boleta, se dispersaron y terminaron recibiendo el reto de quienes aspiraban a que un gran scrum opositor pudiera al fin desbancar a los K. El cachetazo en las urnas fue violento y por eso ahora la oposición ha salido definitivamente a buscar otra receta: votó a favor de la expropiación de YPF sin perjuicio de seguir criticando al gobierno, y esperando que los tiempos que vienen los encuentren mejor ubicados.
He aquí la pregunta del millón: ¿Mejor este formato opositor, más racional y menos orientado por las corporaciones que pulsean con Cristina? Habrá que esperar, pero a primera vista todo parece superador ante el rotundo fracaso del monitoreo mediáticos de cada paso de la dirigencia opositora, con resultados conocidos.
En San Juan hubo quien pretendió replicar a escala local ese esquema de francotiradores mediáticos ante la gestión oficial. Soñaron con que a Gioja le entraran las balas disparadas por un puñado de dirigentes opositores, pero justamente fue a éstos –el ya desaparecido Grupo 1852, por ejemplo- a los que peor les fue.
Las esquirlas de YPF llegaron hasta la plaza 25 de Mayo. Porque ese cambio de humor opositor desde el rechazo a todo hasta este modelo de acompañamiento a lo que consideran importante tuvo su correlato en San Juan: ninguno de los dos legisladores sanjuaninos –de los 9 en total- enrolados en la oposición nacional votó contra la expropiación. Roberto Basualdo fundó su desacuerdo pero se abstuvo de levantar su mano en contra, mientras Mauricio Ibarra votó a favor en general y rechazó algunos artículos.
Ese cambio de humor ya había sido percibido a escala local en la minería. El año pasado, ningún candidato opositor de los más gravitantes fue portavoz de un discurso antiminero franco, bien distinto al de ocasiones anteriores. Lo que se dice instinto de supervivencia: los archivos hoy en día son generosos y pueden generar malos momentos que se pueden prevenir.
Ahora, más allá de la crisis de discurso, se mantiene una crisis de armado hacia el futuro: ¿cómo hacer más fuerza frente a un oficialismo fuerte?, ¿juntos, separados, revueltos? La semana pasada, Mauricio Ibarra produjo en Paren las rotativas (viernes a las 23, por Telesol) una definición resonante para el corazón opositor: “sigo queriendo ser gobernador”.
Lo curioso es que justamente él fue el gran ausente en la grilla de aspirantes del año pasado, cuando era él quien recibía la luz de todos los reflectores. Explicó que aquella vez desistió de presentarse porque pretendía ser el candidato de una oposición unida de manera granítica para derrotar a Gioja, misma sugerencia recibida por la oposición nacional que no fue posible complacer: lo único que los une es su carácter de opositores, porque por lo demás suelen pensar con abismos en el medio.
La conclusión inmediata es que el futuro intento de Ibarra por acceder a la Casa de Gobierno será por ese mismo camino: juntos o nada. Y, realmente, hoy sigue pareciendo una auténtica misión imposible. ¿Alguien se imagina al radicalismo local, o a Actuar, o al socialismo, con sus propios candidatos nacionales, respaldando a Ibarra? Suena complicado.
El recuerdo de la Alianza no deja de ser una historia de peso al momento de evaluar como alternativa a un nucleamiento movilizado exclusivamente por la excursión al poder: allí arriba –si es que llegan- la propia altura puede causar mareos y profundizar las diferencias, si lo sabrán millones de argentinos y sanjuaninos que lo parecieron.
En el mismo tablero, los partidos tradicionales están en plena transición. Por el lado del radicalismo, esta semana asumió su nuevo presidente, Hugo Domínguez, y la gran novedad no fue la revitalización del espacio local sino la presencia del Coty Nosiglia. No es un dato menor: especialista en bordados, es sin dudas el hombre de mayor influencia que le queda al partido, con contactos tanto hacia la oposición como hacia el gobierno.
Pero es, sin dudas, insuficiente. Le hará falta al nuevo presidente un poco de mística partidaria, recambio de figuras y buenas relaciones con la diáspora radical que ha dejado dirigentes valiosos en la banquina. Muy cerca aparece Actuar, el partido del último candidato a gobernador del espacio, Rodolfo Colombo, buscando reubicarse en el tablero municipal capitalino en el que ha perdido varios trancos y de buena relación con el Coty.
Aparece también en este bloque el bloquismo opositor, entusiasmado ahora por la chance de hacerse fuerte en la sede partidaria. Huelen sangre los opositores en la relación del oficialismo de la estrella y el gobierno, encarnada en la banca de Graciela Caselles, el intendente iglesiano y pocas cosas más. Los hermanos Bravo –Alejandro y Juan Domingo-, con distintas intensidades y por distintos sectores, se consideran más cerca de vulnerar la férrea posición acuerdista de Caselles. Habrá que ver lo que ocurra a partir de los próximos días: si los rebeldes conquistan el primer piso, y si les da el hilo en el carretel para romper el acuerdo con el PJ provincial y plantear el crecimiento del partido desde un lugar opositor franco.
Y al final, un tanto separado de toda esta novela, aparece Roberto Basualdo. Dueño de la parte sustancial de ese 32% de votos que le quedó a la oposición en octubre pasado, se ocupa en estos días de pavimentar la ruta que lo comunica con quien seguramente será el candidato opositor a nivel nacional, Mauricio Macri.
No le va mal en el desafío. Ha hecho señas generosas desde su banca en el Senado -YPF incluido- y recibe coqueteos de todos los colores. Mira de costado el movimiento de sus colegas en la oposición y se prepara.
Porque, como viene la cosa, seguramente otra vez lo van a ir a buscar. Al fin y al cambo, el tiempo pasa volando.


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