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Historias del Crimen

La fiesta familiar en La Bebida, el enojo de los dueños de casa y la muerte del "Comevidrios"

El "Comevidrios" era un vecino de La Bebida que una noche de 1981 se coló en la fiesta de una familia vecina y al otro día lo hallaron muerto en el canal Céspedes.

Por Walter Vilca

Fue la tarde del 27 de abril cuando encontraron el cadáver de un hombre flotando contra una parrilla del conocido canal Céspedes. Un suicida o la víctima de un accidente, supusieron los policías de la Comisaría 13ra de Rivadavia.

El cuerpo descolorido y el lento estado de descomposición hacía presumir que su muerte era reciente. Tenía los típicos signos de ahogamiento, sólo que un detalle despertó las sospechas de los policías. Las marcas y heridas que evidenciaba en el rostro y el cuero cabelludo daban a entender que había recibido una golpiza.

La autopsia en el cuerpo de quien en vida se llamaba Luis Orlando Nievas confirmó dos cosas. Una, que el changarín al que apodaban “Comevidrios” o “El Chileno” y vivía en la zona llamada La Ripiera, en La Bebida, murió por asfixia por sumersión. En otras palabras, ahogado. La segunda conclusión del informe forense destacaba que las lesiones que presentaba la víctima eran producto de golpes que recibió antes de caer al agua, por parte de una o más personas.

El médico forense estableció que Nievas se hallaba alcoholizado y que se deceso se produjo en la madrugada del 26 de abril de 1981. Y que no se trataba de un accidente ni un suicidio, el informe reveló que Nievas fue atacado antes de su muerte y entonces estaban frente a un posible asesinato. Ya había antecedentes de otros casos similares.

Los policías realizaron averiguaciones en la zona y se enteraron que la noche anterior Nievas participó en la fiesta de una familia vecina en la calle Costa Canal, cerca de 5, en La Bebida. Los rumores decían que allí hubo una pelea o que el “Comevidrios” recibió una paliza. Otro dato llamativo fue que su bicicleta había aparecido abandonada cerca de su domicilio y a metros del canal.

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En una compuerta. El cadáver del "Comevidrios" Nievas fue encontrado las parrillas de una compuerta del canal Céspedes.

En una compuerta. El cadáver del "Comevidrios" Nievas fue encontrado las parrillas de una compuerta del canal Céspedes.

Esto último podía reforzar la idea de que no había ningún crimen, que simplemente el “Comevidrios” se bajó de la bicicleta en ese lugar y de la propia borrachera que cargaba cayó accidentalmente al canal Céspedes. Pero que hay “si alguien dejó el rodado en ese sitio después de pegarle”, conjeturaron los policías.

Los investigadores entrevistaron a vecinos y constataron que la noche del sábado 25 de abril de 1981 la familia Araya festejó en su casa el bautismo de uno de sus nietos. Además, aparecieron testigos que aseguraron que esa noche se desató una pelea con el “Comevidrios” Nievas y que lo sacaron a golpes de la fiesta. Mencionaron puntualmente al dueño de casa y a dos de sus hijos.

La teoría del crimen

Todo eso fue cerrando el círculo para los policías que, mediante una orden de allanamiento, allanaron las casas de los Araya en La Bebida y detuvieron a los tres presuntos implicados: Santos Raimundo Araya y sus dos hijos, uno del mismo nombre y otro llamado José Félix.

Fueron ellos mismos los que contaron lo que había pasado, entre la noche del 25 y la madrugada del 26 de abril de 1981. Araya padre afirmó que esa noche celebraron el bautismo de su nieto en su casa y realizaron una fiesta familiar, con algunos vecinos como invitados.

Los tres señalaron que cenaron y brindaron hasta pasada la medianoche. Para entonces ya estaban entonaditos por los vinos que se tomaron. En esos momentos corrieron las mesas para bailar y de pronto notaron la presencia del “Comevidrios” Nievas, que no estaba invitado a la fiesta.

Las heridas en el cadáver y los testimonios que recogieron los investigadores permitieron establecer que Nievas había sufrido una golpiza antes de caer al agua.

También se hallaba curado, aseguraron. Pensaron en pedirle que se marchara, pero como quería evitar discusiones, la dejaron pasar. Entre ellos acordaron que, mientras se comportara, no le darían importancia. Por supuesto, nadie podía asegurar que esto fuese así. El “Comevidrios” era difícil de llevar y los tragos lo ponían cargoso.

Los Araya relataron que se armó el baile y que Nievas empezó a caminar por entre los invitados haciendo salud con su vaso. Según ellos y otros testigos de la fiesta, quería sacar a bailar a las mujeres y las provocaba diciéndoles groserías.

Las confesiones

La situación se puso tensa. José Félix Araya fue increpar al “Comevidrios” para ponerlo en su lugar, pero éste le largó unos insultos. Araya hijo le respondió, pero con una trompada directa en el rostro, de acuerdo a la causa judicial.

La fiesta se detuvo por unos instantes. Santos Raimundo Araya, el dueño de casa, y sus hijos se enfurecieron con Nievas. Entre los tres lo agarraron y lo sacaron a la calle a los empujones. Supuestamente para llevarlo a su domicilio. No se sabe a ciencia cierta si otros familiares e invitados salieron por detrás y vieron lo que sucedió después.

Según la confesión de los propios involucrados, Santos Raimundo Araya padre siguió discutiendo con Nievas y se trenzó a golpes de puños a un costado del canal. Lo que afirmaron sus hijos fue que el “Comevidrios” tiró al suelo a su padre o este cayó y ahí ellos se metieron a defenderlo.

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La noticia. Este es el titular de la nota que publicó Diario de Cuyo después de que trascendiera que investigaban un posible crimen. Fue la única nota relacionada al caso.

La noticia. Este es el titular de la nota que publicó Diario de Cuyo después de que trascendiera que investigaban un posible crimen. Fue la única nota relacionada al caso.

Santos Raimundo Araya hijo confesó que ayudaron a levantarse a su papá, pero él se fue contra Nievas, lo empujó y lo lanzó a las caudalosas aguas del canal Céspedes. Evidentemente la borrachera no los dejó pensar demasiado, pero a esa altura sabían que estaban en problema. El mismo muchacho que arrojó al agua al “Comevidrios” tomó la bicicleta de éste, la dejó apoyada cerca de su casa y se retiró en silencio junto a su padre y su hermano.

Esto fue lo que declararon los Araya, pero aclararon que se encontraban alcoholizados y nunca imaginaron el trágico final que tendría Luis Orlando Nievas. De todas maneras, era la palabra de ellos con ninguna otra. Porque en teoría no había testigos.

El juez del caso le dio crédito en parte al relato de los imputados, pero consideró que la acción de los tres miembros de la familia tuvo directa relación con la muerte del “Comevidrios” Nievas. Para el magistrado, los tres le dieron una paliza a la víctima antes que se precipitara al cauce.

En principio, acusó y procesó a Santos Raimundo Araya (h) por homicidio simple, por tirar a Luis Orlando Nievas al canal. Al padre, de igual nombre, y a su hermano José Félix les atribuyó el delito de lesiones leves, por los golpes que le propinaron.

Dos sentencias

El proceso avanzó, pero las calificaciones penales fueron reemplazadas durante la etapa del juicio. El magistrado interviniente no les quitó responsabilidad en la muerte de Araya, pero entendió que la intención no fue asesinarlo y que el caso debía encuadrarse como un hecho accidental. Así, la causa contra el principal imputado pasó de calificarse como homicidio simple a homicidio culposo, mientras que las acusaciones contra los otros Araya fueron cambiadas por la de lesiones culposas.

El 2 de agosto de 1983, se dictó sentencia y Santos Raimundo Araya (h) fue condenado a 2 años y 2 meses de prisión por el delito de homicidio culposo. A su padre y a su hermano sólo recibieron el castigo de una multa de 30 pesos, por el delito de lesiones culposas.

El fiscal quedó insatisfecho y apeló el fallo con el argumento de que existían pruebas que demostraban que la muerte del “Comevidrios” se trató de un asesinato. En su queja, insistió que el muchacho que admitió que arrojó a Nievas al canal debía ser condenado por el delito de homicidio simple y pidió una pena de 10 años de prisión. También consideró que los otros dos procesados merecían un castigo por el delito de lesiones leves.

La sentencia de primera instancia fue revisada por los jueces José Luis Castrillón, Arturo Velert Frau y Alejandro Hidalgo de la Cámara Primera en lo Penal. Un punto que remarcaron estos magistrados fue que no se pudo establecer el estado de embriaguez en que se encontraban los tres acusados. El ebrio es incapaz del dolo y, ante la falta de certeza sobre si estaban o no en un nivel de ebriedad total o parcial, correspondía aplicar el principio jurídico de in dubio pro reo, señaló el presidente del tribunal. Esto es, ante la duda, debe resolverse en favor del acusado.

El tribunal dictó una nueva sentencia el 20 de agosto de 1984 y ratificó casi en su totalidad el fallo de primera instancia, aunque corrigió los montos de las penas dictadas en ese momento por considerarlas “exiguas”. Fue así que las incrementaron. En el caso de Santos Raimundo Araya (h), fue condenado a 3 años de prisión de cumplimiento efectivo por el delito de homicidio culposo. Al padre y a su hermano le dieron un castigo de 2 años de prisión condicional.

FUENTE: Sentencia de la Cámara Primera en lo Penal, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.

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