Poco antes del mediodía de este martes, Juan Carlos Rodríguez fue señalado como el único responsable por el crimen de Yoselí Rodríguez, a quien violó y mató durante la madrugada de Año Nuevo, y fue condenado con la mayor de las penas, es decir, a prisión perpetua.
El juicio estuvo integrado por un triunvirato improvisado. Presidió Alberto Caballero y los vocales fueron Eugenio Barbera y Javier Figuerola. El juez que estuvo en la parte investigativa, Alberto Caballero, tuvo que solicitar el triunvirato de jueces. Ya que el delito que se le acusa a Rodríguez es de una pena mayor de 8 años, por esta razón el juicio debe desarrollarse con un triunvirato.
Cabe destacar que la defensa, a cargo de Hugo Trigo, expresó que tenía una estrategia para defender a Rodríguez, pero el imputado les pidió expresamente que quería ir a juicio abreviado.
Frente al triunvirato de jueces, el acusado reconoció que violó y mato a Yoselí. Se responsabilizó de todo lo que se le acusa y aceptó que iba a recibir el máximo de pena, la reclusión perpetua.

Antes del quiebre
Previo a quedar al descubierto, Rodríguez -que había estado celebrando junto a toda la familia el Año Nuevo- ingresó a la casa de su madre, Inés Rodriguez, donde dormía Yoselí. Ante la ausencia de cualquier amenaza que arruinara sus planes, sacó a la niña del lugar y la llevó a un descampado cercano.
En ese lugar cometió las aberraciones que relató el MPF, donde la accedió carnalmente para luego apuñalarla 11 veces como mínimo, en la zona del cuello y del rostro. Luego de la feroz agresión que le arrebató la vida a la nena, arrastró su cuerpo unos 5 metros y lo intentó ocultar con los arbustos que tenía alrededor. Seguidamente, recorrió otros 50 metros para dejar enterrado el cuchillo tramontina que uso para el asesinato.
Con el cadáver y el arma homicida escondidos, se metió a un canal -quizás para quitarse la sangre de la ropa-, pero un familiar que lo vio regresar cerca de las 7 de la mañana advirtió que tenía restos de sangre en sus manos. En ese momento, todavía tratando de disimular lo acontecido, aseguró que había tenido una pelea. Según el testimonio, su ropa se veía sucia, con tierra, estaba descalzo y sus nervios eran notorios, al punto que temblaba de los pies a la cabeza.

A pesar de que la secuencia para los parientes resultó extraña, no pasó a mayores ya que también señalaron que se encontraba alcoholizado.
Cuando al mediodía los primos de Yoselí comenzaron a buscarla hasta que la encontraron en la dramática escena, el shock y la sorpresa fue para todos. Incluso, en apariencia, para el mismo acusado ya que se mostró asombrado. "Se hizo pasar por un familiar más, sorprendido por el hallazgo, con la hipocresía que eso significa", comentó el fiscal.
Después del quiebre
Sin embargo, aquellos familiares que lo habían visto en un estado sospechoso y también volviendo de la misma dirección en la que el cuerpo había sido encontrado condujeron a señalarlo directamente. Uno de los parientes lo increpó y éste le confesó lo que había pasado.
Con los investigadores encima, a quienes no les dijo una sola palabra, no se resistió a la detención. Entre sus pertenencias encontraron las prendas con manchas de sangre y que ahora son analizadas para constatar si son compatibles con la genética de la niña.
El cuchillo que había "tirado" por ahí fue hallado clavado en la tierra y en su filosa hoja descubrieron que había un cabello de la nena. Por todas esas pruebas, se solicitaron muestras de ADN y extracción de fluidos para corroborar las fuertes sospechas.
Aunque en el único momento que tuvo para declarar prefirió mantenerse en silencio, la confesión de la que habló su familiar no tiene validez como tal para la justicia. No obstante, los elementos de convicción recolectados lo comprometieron cada vez un poco más y fueron los que lo condujeron a la máxima pena.
