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HISTORIAS DEL CRIMEN

Como en Destino Final: la mujer que dormía en su casa en Rawson y murió arrollada por un auto

Es el caso de una joven, su marido y su pequeño hijo que descansaban una noche fría de invierno de 1979 en su domicilio y sufrieron un accidente por demás inesperado.

Por Walter Vilca

Como en la saga de “Destino Final”, pero no fue la escena de una película ni un mal sueño. En todo caso, una pesadilla de terror tan real e inesperada que no estaba en los cálculos ni del más supersticioso, pero que sucedió una noche de invierno de 1979 en una casa de Rawson. Una madrugada en el que el alocado recorrido de un conductor alcoholizado llevaron tragedia y dolor a una familia que dormía en esa vivienda.

Fue uno de esos hechos insólitos, como si lo hubiesen sacado de la famosa serie norteamericana de las películas Destino Final. Ahí también jugó el maldito destino, aunque fue obra de la irresponsabilidad de un empleado municipal que la noche del 27 y madrugada del 28 de julio de 1979 se puso a beber y alcoholizado tomó su auto Rambler con la intención de volver a su casa en Chimbas.

Su nombre era o es –si es que vive- Segundo Parada, que había estado en compañía de su padre en un cumpleaños en Rawson. Más tarde siguieron de copas en la casa de una familia amiga de apellido Mamani en Villa San Damián. Minutos después de las 4 de la mañana del 28 de julio, Segundo y su padre Ramón Parada se despidieron y subieron a su Rambler.

Tremendo. Esta es la foto que publicó Diario de Cuyo y que captó al vehículo Rambler incrustado en la vivienda de los Cortez.

Tomaron en dirección al Este por la Boulevar Sarmiento. Los testigos afirmaron que salieron a toda velocidad. Segundo Parada no se encontraba en condiciones para manejar, así fue que al llegar a la esquina de calle Rivadavia, giró bruscamente y el coche se abrió demasiado hacia su derecha. En esa maniobra golpeó de costado contra el borde de un sifón de cemento en la esquina noroeste y ahí perdió el control del vehículo.

Iba tan rápido que no pudo dominar al gran Rambler. Un testigo, también lo señalaron las pericias, indican que el auto se levantó por el aire, saltó por una acequia y arrancó dos pequeños árboles de la vereda este de calle Rivadavia. En ese trayecto descontrolado entró al jardín de una propiedad y se estrelló con todo contra la pared de la casa de la familia Cortez.

Consecuencias inesperadas

Fue tan fuerte el impacto, que el auto derrumbó la pared y una ventana y entró de trompa hasta un dormitorio. Allí había gente durmiendo. Rogelio Cortez, su esposa Angélica Agüero y su hijo de 3 años descansaban sobre la única cama de esa habitación. Ellos se despertaron al oír el estruendo y cuando sintieron la arrolladora embestida del vehículo de los Parada y la pesada caída de los adobes y la ventana sobre sus cuerpos.

Una nota periodística describió que Angélica Agüero recibió la peor parte del impacto y sufrió los golpes por el derrumbe de la pared. Su esposo y su pequeño hijo terminaron aprisionados a un costado de la cama, también heridos. Los hermanos y los padres de Cortez, al igual que los vecinos, corrieron a socorrer a la joven pareja y al niño. Tuvieron que rescatarlos entre los escombros. Lo mismo hicieron con Segundo Parada y a su papá, que permanecieron por varios minutos dentro del auto, aunque estaban casi ilesos.

La víctima. Esta era Angélica Agüero, la joven que falleció. Foto de Diario de Cuyo.

El matrimonio y su hijo fueron trasladados a la guardia del Hospital Guillermo Rawson. Pero las heridas que presentaba la joven mamá, de 19 años, eran tan graves que murió a los pocos minutos de ingresar al nosocomio. Rogelio Cortez y el pequeño tenían sólo golpes que no revestían gravedad.

Esa noche, los Parada fueron detenidos y trasladados a la Seccional 6ta. El dosaje practicado a Segundo Parada arrojó que tenía 1.30 gramos de alcohol en sangre, o sea que estaba borracho. Pese a esto, él aseguró que estaba bien y que perdió el control de su auto por culpa de una camioneta Rastrojero que lo encandiló.

La imputación

No había sido una situación buscada por él, pero su temeraria acción a bordo de su auto había desatado una tragedia que costó la vida de esa chica. Es así que fue imputado de los delitos de homicidio culposo y lesiones culposas. Al tiempo fue excarcelado y fue sometido a juicio en 1982.

Su defensor, el abogado Jorge Villalba, coincidió con la calificación de los delitos, pero pidió que se aplique la pena mínima a Segundo Parada. Durante el juicio, este último aseguró que no se encontraba tan ebrio, que la noche del accidente “estaba lúcido en cuanto a sus reflejos”. Negó haber chocado o rozado el sifón mientras doblaba. Sostuvo que transitaba a 30 kilómetros por hora y que el siniestro se originó por el conductor de una Rastrojero que lo encandiló y lo chocó en un costado de su auto, que eso provocó que perdiera la dirección y se fuera contra la vivienda de los Cortez.

Los testigos afirmaron que no vieron a otro vehículo. Es más, dos de sus conocidos, con los que minutos antes estuvieron tomando en otra casa de Villa San Damián y que vivían a la vuelta de la casa de los Cortez, lo complicaron. Uno de ellos, de apellido Mamani, declaró que salió a “fuerte velocidad” y otro, un tal Hinojosa, escuchó el estruendo del choque a los pocos segundos de que partió en su auto. Un joven de apellido Atencio, que caminaba por calle Rivadavia, testificó que escuchó el ruido por el choque contra el sifón, después vio que el auto Rambler “se levantó por el aire” y saltó por la acequia hasta incrustarse en la vivienda.

El juez Luis García Castrillón, del Primer Juzgado de Sentencia, consideró que Segundo Parada tuvo toda la responsabilidad en el fatal siniestro. “La sola dirección seguida después de tocar al sifón, su espectacular trayectoria y el daño que provocó, dan idea por sí mismo de la impresionante velocidad del vehículo”, afirmó en su sentencia. En otra parte del fallo, afirmó que el acusado violó la Ley de Tránsito, dado que no cumplió con la obligación de conducir con el máximo de atención y prudencia dentro de los límites de velocidad y de las normas. Y remarcó el grado de alcohol en que manejaba.

La condena

Tomo como agravante, la peligrosidad demostrada al conducir, la falta de moderación al ingerir alcohol y la falta de auxilio a las víctimas. El 17 de marzo de 1982, el juez leyó la sentencia y, pese a que fue duro en sus conceptos con respecto a Parada, lo condenó a la pena de 2 años de prisión en suspenso y 10 años de inhabilitación para manejar vehículos.

Así quedó esta historia a raíz de la imprudencia de un conductor en estado de ebriedad. Un episodio jamás imaginado por la familia Cortez. En especial para Rogelio, su esposa Angélica y su hijo, que la noche del viernes 27 de julio de 1979 -horas antes del siniestro-, habían estado en casa de unos parientes viendo por televisión la final de la Copa Libertadores de América entre Olimpia de Paraguay y Boca Junior y que en la madrugada del sábado 28 descansaban en su cama sin presagiar la terrible tragedia.

Esa casa de calle Rivadavia en Villa San Damián todavía existe. Hoy reside allí la madre de Rogelio Cortez. Un integrante de la familia contó que el hombre, que en aquel entonces tenía 28 años, pudo superar el difícil trance y su hijo fue criado por la abuela paterna. A los años rehizo su vida y formó una nueva familia.

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