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Historias del crimen

La enfermera que embaucó a más de 300 personas en Caucete

Apareció de un día para otro en Caucete allá a principio de 2009 y en cuestión de semanas provocó un escándalo en el municipio por una mega estafa con supuestos cursos de capacitación. Terminó presa.

Por Walter Vilca

Ella era una señora cincuentona, de aspecto sencillo y tan normal que nadie podía imaginar sus otras cualidades. Enfermera profesional, dijo. De buenos modales, rápida para entrar en conversación y hábil para buscar caer bien, el típico denominador común que también caracteriza a los embaucadores. Y lo supieron semanas más tarde. Fue cuando esa mujer, que parecía inofensiva, suscitó un escándalo en la municipalidad de Caucete y casi provoca una crisis institucional al intendente de ese entonces por una mega estafa que dejó un tendal de más de 300 damnificados.

Si algo hay que reconocer en los profesionales de la estafa, es que tienen la osadía de pocos y los dotes de poder engañar a todos, no importa a quién. Ángela Martha Ibáñez era de una de esas personas. Llegó en los primeros días de enero de 2009 con la excusa de visitar a sus parientes cauceteros. Tenía raíces sanjuaninas, pero era riojana y por aquellos años estaba radicada en el partido Malvinas Argentinas, en Buenos Aires.

A uno de los que visitó fue a su primo, también de apellido Ibáñez, empleado de la Secretaría de Acción Social de la comuna caucetera. Le contó que andaba paseando y aprovechaba el viaje para promocionar un proyecto de capacitación. Es que era enfermera profesional universitaria y estaba trabajando con personal médico de un hospital bonaerense para dar cursos de Enfermería y Estimulación Temprana de Neonatos, le aseguró.

El plan

Al enterarse que su primo trabajaba en el municipio y tenía llegada al intendente, en ese momento Juan Ramón Elizondo, le tiró la idea de realizar esos cursos de capacitación como salida laboral para los pobladores de Caucete y los departamentos aledaños. La propuesta quedó flotando. En las semanas posteriores Ángela Ibáñez volvió a insistir sobre el proyecto, ya más seriamente, y convenció a su primo sobre el beneficio que podía traer al municipio como promotor de tan importante actividad.

A mediado de febrero, el primo le consiguió una entrevista con el intendente. Con mucha habilidad y mostrando algunos papeles, envolvió al jefe comunal con la propuesta y obtuvo la promesa de que la ayudarían prestándole el salón municipal para promocionar sus cursos.

Escándalo. Muchas mujeres reclamaron en la puerta del municipio de Caucete una vez que estalló la denuncia. Foto gentileza de Diario de Cuyo.

Ni lerda ni perezosa, Ángela Martha Ibáñez se instaló el 17 de febrero de 2009 en el salón municipal con una mesa y un cartel que anunciaba el dictado de los cursos de enfermería y estimulación temprana de neonatos. La propuesta era atractiva: los talleres comenzaban el 2 de marzo de ese año, con clases teóricas y prácticas en dos hospitales públicos de la provincia durante cuatro meses, de lunes a viernes y en distintos horarios para facilitar el cursado. Además, publicitaba que el dictado iba a estar a cargo de una licenciada en enfermería y un reconocido médico que venían especialmente de Buenos Aires. Todo, supuestamente avalado y certificado por el Ministerio de Salud de San Juan y de Nación. Seducía más el hecho de que no requería ni siquiera título secundario, que estaba destinado a personas de entre 16 y 60 años y prometía que las certificaciones garantizaban salida laboral inmediata. Pero como nada es gratis, lo único que pedía era el pago de 40 pesos de inscripción.

Gran convocatoria

Comenzó a circular la voz sobre estos cursos, incluso fuera de los límites del departamento. En los días 18 y 19 de ese mes se agolpó mucha gente, la mayoría mujeres que veían la posibilidad de obtener una capacitación que les permitiera entrar al mercado laborar. Fue por esos días también que los funcionarios municipales se percataron que Ángela Ibáñez cobraba las inscripciones por los cursos, cuando nunca se había hablado del pago de arancel. Encima descubrieron que la supuesta enfermera repartía folletos y tenía hojas con membretes del municipio caucetero y que en algunos casos no entregaba facturas por los pagos y, si daba comprobantes, se trataban de recibos sin validez.

Esto puso los pelos de punta al intendente y a sus funcionarios, sabían que podía acarrearles conflictos dentro del Concejo Deliberante. Es que para realizar estas actividades necesitaban contar con la aprobación de los ediles, algunos de los cuales estaban enfrentados con Elizondo y buscaban pretextos para cuestionarlo.

Una funcionaria increpó a Ángela Ibáñez y pidió que frenara todo. Esta trató de dar explicaciones, pero siguió inscribiendo fuera del edificio. A todo eso, del municipio empezaron a hacer llamados a Salud Pública de la provincia y a Buenos Aires para pedir información acerca de la mujer. Confirmaron que no existían registros de la supuesta enfermera, que en Salud Pública no autorizaron ningún curso de ese tipo y que en el instituto médico de Buenos Aires en el que decía trabajar ni la conocían.

La mentira quedó a la vista. Es así que citaron a la mujer en la municipalidad para pedirle explicaciones. Ella dijo que iría acompañada por los profesionales que venían de Buenos Aires para demostrar que todo era cierto. Nada de eso ocurrió, se presentó sola el viernes 20. Dijo que el médico y su colega no habían llegado a Caucete por demoras en el viaje y que arribarían el lunes. También aseguró que no sabía qué pasaba con los avales oficiales, que quizás había una confusión, pero los trámites estaban iniciados.

Para entonces, había estallado el escándalo. Como muestra de su supuesta seriedad se comprometió a devolver a dinero. Lo hizo, pero en una mínima porción. Es que algunos de los inscriptos empezaron a reclamar al municipio y al intendente. Pero, además, anunció que iba a viajar a Buenos Aires para traer a los profesionales que mencionaba como docentes.

Esto último puso alerta a los funcionarios cauceteros. Sospecharon que la mujer planeaba fugarse con la plata. Se estableció que llegó a inscribir a 336 personas y recaudó más de 13.000 pesos. Significaba una importante suma de dinero, si se tiene en cuenta lo que valía el peso en esa época. El dólar estaba a 3,70 pesos en ese mes de 2009. En la actualidad, ese dinero equivaldría a más de 500 mil pesos.

La denuncia

El mismo primo fue el encargado de denunciar a Ángela Martha Ibáñez en la Seccional 9na de Caucete. Se actuó rápido. El sábado 21 de febrero de 2009 hicieron un operativo relámpago con orden judicial. Los policías allanaron el lugar donde se hospedaba, en las calles Juan José Bustos y San Martín, en ese mismo departamento, y detuvieron a la mujer de 50 años. Secuestraron 8.600 pesos, documentación personal, videos y cartillas de cursos a distancia, y un certificado de enfermera. Al parecer, alguna vez trabajó de enfermera, pero no era profesional universitaria, como decía.

Así, caía la mayor estafadora que pasó por Caucete y que engañó a más de 300 personas, a funcionarios y al propio intendente. A través de averiguaciones, los investigadores policiales se enteraron que Ángela Ibáñez poseía antecedentes. En el partido bonaerense de San Martín tenía una causa penal por fraude en perjuicio de tal Jacinto Delgado, al que embaucó con la venta de una casa, según fuentes judiciales.

Ibáñez fue directo al penal de Chimbas. En septiembre de 2010, la llevaron a juicio en la Sala II de la Cámara en lo Penal y Correccional. Sabía que las tenía de perder, de modo que, por consejo de una defensora oficial, aceptó abreviar el juicio y se declaró culpable. El tribunal la sentenció a 6 años y 6 meses de prisión por la estafa a esas 336 personas.

Al tiempo fue condenada por segunda vez por la causa en su contra en Buenos Aires y recibió la pena de 1 año y 6 meses de prisión. En 2014, ambas condenas fueron unificadas y quedó una pena única de 7 años y 8 meses de prisión, por reincidente.

Ángela Martha Ibáñez cumplió resignada su castigo en el penal de Chimbas. Los penitenciarios la recuerdan como una señora amable y nada conflictiva dentro de la población carcelaria. Y así se fue de la cárcel años después. Hoy debe tener más de 60 años y de seguro está radicada en Buenos Aires, donde tenía a su familia.

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