El domingo 16 de septiembre de 2018, un anciano ciego fue brutalmente asesinado tras ser torturado con el método del empalamiento (introducción de un objeto por el ano) en Santa Lucía y a ocho meses del violento crimen, el único detenido por esa causa quedó en libertad después de que la Cámara de Apelaciones resolviera revocar el fallo del juez que denegaba la excarcelación.
Si bien Miguel Escudero (36), el sujeto que estaba tras las rejas y sobrino de la víctima identificada como Juan Ramón Escudero (65), no ha sido desvinculado de la investigación porque continúan las sospechas sobre su rol de encubridor del asesinato, el tribunal superior decidió concederle la libertad que el magistrado que instruye la causa, Martín Heredia Zaldo, le negó.
Su abogado defensor, Juan Zapata Marcone, sostuvo que su tarea ahora será la de obtener el sobreseimiento de su cliente que está en la mira de la Justicia, luego de declaraciones que habrían resultado confusas y contradictorias. La línea de investigación apunta a que el familiar que vivía en el terreno contiguo situado en calle Colón conocería detalles que evitó contar en sede judicial y por ello se complicó.
Sin embargo, para el letrado que aclaró que su representado nunca fue considerado como el autor material del crimen, Escudero no está relacionado con el hecho en sí.
"No son méritos suficientes para mantener la imputación", alegó.
Uno de los indicios que lo dejó en una posición incómoda de cara a los pesquisas sería por una llamada que tuvo con su esposa, de la cual no trascendió sobre qué hablaron, pero que para la defensa, no tendría tanta validez. "Con un careo entre ambos bastaría para desechar esa prueba", dijo el abogado a este medio en otras oportunidades.
A pesar de las sospechas, de momento, la causa no implicó a más personas. Es que el escenario resultó confuso desde un principio porque la escena del crimen pudo ser afectada por una mala acción de los efectivos policiales, que luego como consecuencia fueron removidos de sus cargos. En las primeras horas se creyó que se trataba de una muerte producida por causas naturales, pero con la intervención de la Justicia todo cambió.
En el lugar de los hechos, no se encontraron rastros de que la puerta de la vivienda de la víctima hubiera sido violentada, por lo que la atención se fijó en su entorno y que el hombre que falleció por reflejo vagal -que lo llevó a sufrir un paro cardíaco- conocía a su agresor.