Por Pablo Mendoza, Gerardo Bustos y Luz Ochoa
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Para los investigadores que intentan esclarecer cómo ocurrió el sangriento crimen de Myriam Morales, el pasado 15 de febrero en Pocito, muchas pruebas apuntan contra Mariano Valdéz, ex pareja de la mujer asesinada, y por ello una hipótesis que cada vez cobra más fuerza sostiene que el único sospechoso planificó su ataque. Con información provista por fuentes allegadas al caso, Tiempo de San Juan recorrió el camino que habría emprendido el femicida, antes y después del asesinato.
La clave que hace pensar a la Policía que el homicidio fue premeditado tiene relación directa con el hallazgo de la moto de la víctima fatal en una vivienda abandonada en las cercanías de la casa donde se dieron los hechos, situada en Alfonso XIII y Calle 13, en el Médano de Oro. El rodado Corven Tunning 110cc de color rojo que pertenecía a Morales fue robado por el agresor, a quien vecinos lo identificaron al verlo salir y no dudaron en señalar a Valdéz.
A partir de ello, desde la División de Homicidios como así también fuentes judiciales que trabajan en el caso creen que unos 20 días antes del brutal desenlace, Valdéz se instaló en una propiedad deshabitada cuya entrada está por Calle 10 y Ruta 40. En el lugar solo se ve una casa vieja a punto de caerse y hacia el fondo se encuentra un terreno de casi 8000 m2, con pastizales que llegan a más de 1,70 metros de alto. Tal vez resultaba el lugar perfecto para ocultar la motocicleta entre la maleza, sin embargo los rastrillajes fueron positivos y la encontraron.
Allí estiman que hizo "inteligencia" y esperó el momento para actuar, incluso se corroboró que en una de las habitaciones dormía. Según esa hipótesis, la mujer que siempre se encontraba acompañada, esos días estaba sola mientras su papá y su esposo trabajaban y su hijo y su madre se habían ido de viaje a La Plata, Buenos Aires. Además, cuando fue atacada no estaba en su propio hogar sino en el de sus padres. A pesar de que los domicilios están separados por unos 50 metros, resulta llamativo que el asesino haya ubicado a la víctima.
Sumado a esto, días antes de ese viernes fatídico en el que apareció muerta Morales, el acusado llevó su propia moto a la casa de conocidos en la Villa Santa Filomena, en Rivadavia, para que se la guarden. Sin explicación alguna, el sospechoso se marchó y no volvieron a saber de él, dijeron a la Policía los vinculados, hasta que se conoció que era buscado por el crimen. Más tarde caería tras mantener contacto telefónico con su hermano.
Ahora bien, ¿cómo fueron los momentos antes y después del asesinato? Lo que se sospecha es que el hombre salió, a pie, de la precaria vivienda en la que pernoctaba con rumbo a la casa de Morales. Caminó más de una hora por las despobladas calles del Médano y, a pesar de haber estado encapuchado, varios testigos lo reconocieron. Durante ese tiempo que le llevó llegar hasta el lugar, ¿pensó lo que iba a pasar?; si estaba molesto con su ex, ¿pudo arrepentirse?; son preguntas que los investigadores se hacen.
Luego de la agresión, se cree que tomó la moto de la mujer como única alternativa para escapar y se dirigió al lugar donde previamente permaneció. Se supone que escondió el vehículo y se marchó hacia Ruta 40, desde donde se esfumó durante muchos días hasta ser encontrado por las autoridades.
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