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ella es ciega

¿Acosaron sexualmente en Tribunales a la víctima del Loco del Sifón?

El caso indigna al ambiente de Tribunales, donde hay mucho malestar porque no se tomó una medida contra el empleado de una defensoría oficial a pesar de que el caso es vox populi. Por Gustavo Martínez Puga.

Por Redacción Tiempo de San Juan
El caso corre como reguero de pólvora por los pasillos de Tribunales, donde los empleados de los rangos más bajos dan hasta los detalles de cómo un empleado del Poder Judicial acosó sexualmente con mensajes de texto a una mujer ciega que fue víctima del Loco del Sifón, el maniático que violaba a sus víctimas y asesinada a sus maridos. Pero como no hay una denuncia formal, nadie se hace cargo de investigar de oficio el hecho, lo que la Justicia debería hacer ante la menor sospecha.
Están hasta los detalles más finos de cómo se produjo el indignante caso, los que se podrían llegar a probar si se investigaran. Y hay una serie de involucrados que podrían dar testimonio para que la verdad salga de los pasillos y llegue a los estrados. Sobre todo, porque la víctima es una mujer que sufrió el peor de todos los delitos en el año 2000y porque el supuesto acosador trabaja nada más y nada menos que para la misma Justicia.

Los hechos


El siguiente relato de los hechos pudo ser reconstruido por Tiempo de San Juan gracias a cuatro fuentes distintas del Poder Judicial, las que, como vieron que ninguna autoridad decidió investigar, pidieron reserva de identidad para no tener problemas laborales.
Todo comenzó en la primera quincena de enero último. Miriam Beatriz Seronello había ido al Primer Juzgado de Menores, ubicado en la calle Mitre, a tramitar la renuncia a la tenencia de un sobrino menor de edad que había sido denunciado por un vecino por abuso sexual. Para que no fuera a un instituto estatal, la mujer se había hecho cargo de la tutela. Pero llegó un punto en que ya no podía controlar al menor, así es que decidió recurrir al juez de menores Jorge Toro y renunciar a la tenencia del chico que terminó con otro familiar que vive en Sarmiento, según informaron fuentes de ese juzgado de menores.
Entre la ida y vuelta de esos trámites, Miriam Seronello tuvo que ir a la Defensoría Oficial N°4, ubicada en la calle Rivadavia y Caseros, ya que su titular, Carlos Reiloba, había sido designado para trabajar durante la feria judicial de enero ante el fuero de menores y el fuero penal.
Allí fue cuando un empleado administrativo de esa defensoría pública –la oficina que vela por el derecho de las personas que no tienen para pagarse un abogado-, le pidió a Miriam su número de teléfono celular. La mujer se lo habría dado de buena fe, confiada en que era para informarle sobre la causa judicial de su sobrino.
Pero luego le empezó a enviar mensajes de texto con propuestas de contenido sexual. Según fuentes de ese edificio del Ministerio Público, un día la mujer ciega llegó indignada a quejarse ante la Defensoría Oficial N°4 por esos mensajes, a los que ella accede a su contenido mediante un sistema que traduce en audio el contenido escrito.
Tras ser recibida por un abogado, vieron que en el celular de Miriam Seronello había un mensaje de texto con contenido sexual acosador. Además, cuando ella le dio el nombre de la persona que le había llamado, corroboraron que el número de celular que le había enviado ese mensaje de texto correspondía con el del empleado de la defensoría que mencionaba la mujer.
En Tribunales informaron que la mujer habría dejado constancia de esos mensajes de texto en una escribanía del micro centro ubicada sobre la calle Mitre, con la evidente intención de resguardarse por algún motivo para el futuro.
Fuentes del Ministerio Público tienen perfectamente identificado a ese empleado, quien ingresó al Poder Judicial hace un par de años. Lo hizo como ordenanza y a los cinco o seis meses fue ascendido, junto a otros que también entraron por esa vía, a un cargo administrativo. Fue mediante una acordada de la Corte de Justicia.
Después de ese episodio, la mujer ciega fue en varias oportunidades a la Defensoría N°4 a buscar a ese empleado judicial, con quien habría mantenido algunas discusiones en ese ámbito público. Incluso, un empleado precisó que uno de esos encuentros habría sido en un café ubicado sobre la calle Rivadavia, al oeste del Hospital Privado, a una cuadra de donde está la defensoría oficial.
Tras esas visitas polémicas a la defensoría, Miriam Seronello fue intimada a que asistiera sólo por cuestiones judiciales. Desde entonces no se la vio más por esa oficina. Aunque sí sigue yendo al edificio de Tribunales, donde muchos empleados conocen esta historia hasta ahora impune.

El espanto en carne y hueso

Eduardo Villavicencio, reconocido como El Loco del Sifón, es un violador serial y homicida que conmovió a la provincia en el año 2000. A los pocos días del ataque a la mujer no vidente y asesinar a su marido, protagonizó otro hecho idéntico: violó y mató al marido de su víctima, también con un sifón, en el barrio Escobar. Antes, cuando era menor, había caído preso por la violación de una chica y la golpiza a su novio, a quien dejó en estado de coma. Pero un juez de menores decidió ponerlo nuevamente en las calles y, lejos de recuperarse, violó y mató en dos oportunidades. Hoy en día cumple reclusión perpetua en el Penal de Chimbas.

“Recibí mensajes, pero no es como dicen”

Miriam Seronello sigue viviendo en la misma casa en la que sufrió el trágico episodio en la madrugada del 22 de enero del 2000, cuando el Loco del Sifón entró en la madrugada mientras dormían, tomó el sifón metálico que tenían arriba de la heladera y golpeó en la cabeza al marido de la mujer ciega, quien luego fue abusada. En ese momento estaba en la casa la hija del matrimonio, quien logró salir ilesa del salvaje ataque. Dos semanas después, el marido de Miriam murió como consecuencia de los golpes que le dio Villlavicencio.
Tiempo de San Juan habló con la mujer ciega sobre el presunto acoso sexual: “Recibí mensajes, pero no es como dicen”, se limitó a decir. La mujer no quiso hablar del caso y se mostró sorprendida de que hubiera trascendido porque “yo no hice ninguna denuncia de eso”, dice.
Luego admitió haber ido a la Defensoría Oficial N°4, hablar con un abogado y haber recibido mensaje de texto del empleado de la Defensoría N°4, “pero nada que ver con un acoso sexual. Todo fue una confusión”, dijo, escuetamente, con evidente temor por la difusión del caso.
Seronello se mostró muy alterada cuando se le informó de la versión de empleados judiciales de que dejó constancias de esos mensajes de texto acosadores en una escribanía de la calle Mitre, a lo que dijo “eso no es cierto”.
Por resguardo de su identidad, no se publica dónde vive Miriam Seronello, a pesar de que es una persona muy pública. En el ámbito de Tribunales se la conoce porque, además del caso de su sobrino, también antes se hizo cargo de la tutela de otros menores en conflicto con la ley.
Además, en el Ministerio de Desarrollo Humano es una persona reconocida en los circuitos de asistencia social y es de participar en actividad gubernamentales, como en las actividades de la pista de salud para ciegos que organizó Salud Pública.

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