A los 55 años, Gachy Bianconi lleva sobre sus hombros una historia marcada por la pérdida, pero también un ejemplo de resiliencia que se convirtió en motor de ayuda para cientos de personas. Su vida dio un giro cuando la tragedia tocó la puerta de manera implacable: primero murió su hermano Rodi, colectivero de larga distancia; cuatro años después perdió a su esposo y, apenas un mes más tarde, falleció su mamá.
“Me encontré preguntándoles a mis hijos: ¿qué hacemos? No sabíamos para dónde tomar”, recuerda Gachy, quien en medio del dolor encontró una salida inesperada: dar. Así nació su primera movida solidaria en el barrio El Talar, en Caucete, que se llevó adelante en el 2017. “Charlando con mis hijos dije: hagamos un grupo solidario. Lo iniciamos y empecé a invitar a los amigos de mis hijos. La gente de gran corazón, como la que tengo hasta el día de hoy, empezamos a vender empanadas, pizzetas, lo que fuera, para poder ayudar”, cuenta con emoción.
Desde entonces, la rutina solidaria se volvió parte de su vida. En este agosto organizó siete chocolates para celebrar el Día del Niño, pero su tarea no se limita a esas fechas especiales. Todos los días, salvo algún domingo que se permite descansar, prepara sopaipillas y café para repartir. Y dos o tres veces a la semana cocina para alrededor de 100 personas.
Junto a sus hijos, Carlos y Cristian, sostiene esta cruzada que necesita siempre del apoyo de vecinos y voluntarios. “Nosotros vendemos pizzetas y empanadas. A veces necesitamos donaciones de descartables, bandejas. Para mantenernos, lavamos acolchados, tenemos metegol y tejo para alquilar. Trabajamos en lo que sea. Hacemos de todo”, explica.
El motor de Gachy es una fuerza que se alimenta del mismo gesto que entrega: el cariño. “Ayudar a la gente me ayuda mucho, es inexplicable el cariño que te da la gente. Recibís tanto amor, tanto cariño. Es muy bonito, no tiene explicación”, aseguró.