Sin embargo, Pixar ha decidido darle una nueva vida a la franquicia, introduciendo un personaje completamente distinto a los juguetes tradicionales: Lilypad, una tableta inteligente con forma de rana, que será la nueva “amenaza del tiempo de juego”.
Según la sinopsis oficial, Lilypad —con la voz de la actriz Greta Lee — es un “smart toy” que complica las misiones de Woody y compañía, enfrentándolos a los desafíos del mundo digital.
“Hace que el trabajo de los juguetes sea exponencialmente más difícil cuando se enfrentan a esta nueva amenaza tecnológica”, detalla el adelanto.
Además de Lee, el elenco original regresa casi por completo. Tom Hanks vuelve a interpretar al vaquero Woody, Tim Allen retoma su papel como el intrépido Buzz Lightyear, y Joan Cusack da nuevamente voz a la valiente Jessie.
También regresa Tony Hale como Forky, el peculiar utensilio convertido en juguete que debutó en la cuarta entrega. Una de las sorpresas del reparto es Conan O’Brien, quien se une como “Smarty Pants”, un juguete educativo de entrenamiento para ir al baño.
El que esta saga esté por estrenar su quinta entrega refleja el cariño que chicos y grandes le tienen a sus personajes, algo que, muy probablemente, no hubiera pasado si la historia original hubiese salido a la luz.
El Woody original era un muñeco insoportable
En 2015, John Lasseter y Ed Catmull, dos de los nombres más importantes detrás del fenómeno Toy Story, hicieron algunas revelaciones sobre el origen de la primera película, estrenada en 1995.
Su confesión sorprendió incluso a los más fieles seguidores, pues reconocieron que la primera versión del guion era radicalmente distinta, y Woody, lejos de ser el carismático líder que todos aman, era un verdadero villano.
Durante una charla en la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, Lasseter y Catmull contaron cómo fue el proceso creativo que dio origen a la primera película animada por computadora de la historia.
“Woody era un imbécil”, dijo sin rodeos John Lasseter. En el primer borrador, el personaje no era un muñeco de trapo ni el leal amigo de Andy, sino un muñeco ventrílocuo con un aire autoritario y sarcástico.
Inspirado en los clásicos vaqueros interpretados por John Wayne, Woody era altanero, manipulador y disfrutaba de su posición como el juguete favorito de su dueño. Su objetivo principal no era cuidar a los demás juguetes, sino mantener su estatus a cualquier precio.
Cuando Buzz Lightyear llega por primera vez a la habitación, Woody intenta meterlo a su empaque frente a Andy y los demás. En lugar de la rivalidad ingenua y los malentendidos cómicos que vimos en la versión final, en el guion original existía un tono mucho más cínico y adulto.
El resultado fue tan negativo que, según Lasseter, cuando presentaron el proyecto a Disney, los ejecutivos quedaron horrorizados.
El desastre de la primera proyección
A mediados de los noventa, Pixar todavía era un pequeño estudio de animación que apostaba por una tecnología revolucionaria: el CGI. Su alianza con Disney era crucial para poder financiar la producción de Toy Story. Pero aquella primera versión del guion estuvo a punto de echarlo todo a perder.
Los productores de Disney calificaron la historia como “oscura y desagradable”. El Woody arrogante y cruel no generaba empatía, y la relación entre los juguetes estaba plagada de sarcasmo y conflictos.
Incluso el propio Lasseter reconoció que habían intentado “hacer una película animada para adultos sin pensar en los niños”.
Ante el riesgo de perder su acuerdo con Disney, el equipo de Pixar tuvo que tomar una decisión drástica. “Teníamos que conseguir entretener a adultos, adolescentes y niños con juguetes. Pero sabíamos que podíamos hacerlo”, recordó Lasseter.
En apenas dos semanas rehicieron completamente el guion, suavizaron el tono de la historia y transformaron a Woody en el líder responsable, protector y entrañable que conquistó al público.
Sin embargo, Ed Catmull aseveró que pese a los cambios, el equipo se aseguró de no solo crear una película que convenciera a los productores de continuar con el proyecto. “No estábamos intentando complacer a nadie más, estábamos intentando hacer la película que queríamos ver”, indicó.
El cambio fue monumental y aunque el nuevo Woody conservó su inseguridad, así como sus celos iniciales hacia Buzz, se convirtió en uno con matices, capaz de aprender y redimirse.
Esta evolución permitió que Toy Story se convirtiera no solo en una historia divertida, sino también en una reflexión sobre la amistad, la aceptación y el paso del tiempo.
Las influencias que ayudaron a definir este nuevo rumbo fueron diversas. Según revelaron John Lasseter y Ed Catmull, el equipo de Pixar se inspiró en películas y caricaturas que habían marcado su infancia y su visión creativa: Star Wars, Looney Tunes y Casper, entre otras. Estas referencias aportaron el equilibrio perfecto entre aventura, humor y emoción.
Gracias a esos ajustes, el resultado fue histórico. Toy Story se estrenó en 1995 y no solo se convirtió en un fenómeno mundial, sino que cambió para siempre la industria del cine animado.
Con un presupuesto de 30 millones de dólares, recaudó más de 360 millones de dólares a nivel mundial y dio origen a una de las franquicias más queridas del cine.
Tras el éxito de la primera película, Toy Story continuó su historia con tres secuelas que consolidaron su legado. Toy Story 2 (1999) profundizó en la identidad y los miedos de Woody, mientras que Toy Story 3 (2010) se convirtió en un fenómeno emocional que recaudó más de 1,000 millones de dólares y fue nominada al Óscar a Mejor Película.
En 2019, Pixar estrenó Toy Story 4, una historia que rompió con la estructura tradicional de la trilogía para presentarse como una comedia romántica entre Woody y Bo Peep. El propio Lasseter la definió como “una historia de amor”, independiente del arco narrativo principal.
Fuente: Infobae