Comprás zapallitos en el norte del país y quien lo trae aprovecha para hacer unos pesos extra, a su riesgo y al de quien espera los zapallitos: agrega marihuana a la carga, informa el diario mendocino MDZ. Si lo atrapan, hay tres que pierden y son el que los vendió, el que los compró y el que va preso por transportarlo, además de la cadena de partícipes en el delito, si logran deshilarla. Si, por el contrario, como pasa en muchos casos, el camión atraviesa medio país sin levantar sospechas, en Mendoza encontrará un destino o una base logística propicia para llegar hasta el Pacífico, del otro lado de la cordillera de los Andes. Tras el arribo exitoso y con el camión una vez vacío y disponible, bien puede ocurrir al revés.
Todo esto es una teoría no confirmada, lo que se denomina como "especulación". Pero de ello hablan todos, usen uniforme o no; lleven una caja de lechuga al hombro o se bajen rengueando adormecidos después de estar 20 horas arriba de un camión. Hay quienes afirman que los transportes de mayor capacidad pueden llevar, inclusive, autos, camionetas y motos robadas con destino incierto. Nadie habla a grabador abierto del tema y lo que suena a mito se torna un paso más creíble, leyenda, cuando el interlocutor se asusta, desespera, escruta a sus costados por miedo a ser escuchado, e implora no revelar la identidad.
Ese pudo ser el camino de los "narcozapallitos" cuya ruta hacia Mendoza o Buenos Aires (hay dudas, encontraron ambos destinos en su hoja de ruta) fue interrumpida en Formosa, a poco de recoger el producto de la tierra cultivado en Laguna Naineck, en la localidad de Clorinda, que fue complementado con otra verdura, alucinógena en este caso, de origen no descubierto aún aunque se señala a Paraguay genéricamente, en una cantidad que se puede dimensionar con su peso: 2.549 kilogramos de marihuana.
El hecho saltó al escándalo nacional porque el dueño del camión es un negocio que se llama "Mayorista Santa Rita", propiedad del matrimonio compuesto por un tal Jabier Ávalos y Liliana Mabel Tijera. Los reflectores están sobre ellos y los móviles de la TV porteña comienzan a instalarse en Formosa, porque la mujer es hija de una sobrina del gobernador Gildo Insfrán, a quien ya desde el canal Todo Noticias se le puso el mote de "El Patrón del Norte".
La jueza que tiene que resolver el caso es conocida. Se llama Zunilda Niremperger, pertenece al fuero federal y tiene asiento en Resistencia, Chaco y jurisdicción sobre el lugar del hallazgo. Antes había ejercido el mismo cargo en la localidad de Roque Sáenz Peña, pero en 2015 fue trasladada por disposición de la presidenta Cristina Kirchner. Es famosa. Fue reconocida con el premio Latinoamericano por La Vida y la Seguridad de las Mujeres y de las Niñas en América Latina y el Caribe 2013, otorgado por la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, (CATWLAC). Es autora de los libros: "Mercaderes de Vida" -en coautoría con el Dr. Francisco Rondán- y "La Trata de Personas y la responsabilidad del Estado de garantizar la dignidad como imperativo de justicia". Tiene -como tantos otros argentinos- su foto con el papa Francisco, que se tomó en el Vaticano tras ser recibida en audiencia privada por el pontífice.
¿Por qué contar quién es la jueza y de dónde la importancia de que los medios enfoquen sus cámaras? Porque esta forma de operar del narcotráfico es más común y está más naturalizado de lo que se cree, pero pocas veces logra ser intervenido como sucedió ahora. Y porque este contexto garantiza que el caso de narcotráfico, precisamente, no se pierda en un zapallar de noticias y otros casos.
Lo "normal" del "modus operandi" es admitido desde Gendarmería Nacional, que se anotó el gol de haber descubierto el cargamento oculto en la carga del "Mayorista Santa Rita". Sin ir más lejos, recientemente la misma fuerza halló en el control de Desaguadero casi 318 kilos de marihuana en otro camión que, esta vez, traía palos para un cliente en Mendoza como mercadería declarada. La droga como mercancía secreta viajaba escondida en los neumáticos, tal como lo probara aquel pionero Pablo Escobar, de quien ahora todos conocen sus métodos gracias a la popularización televisiva. En este caso, la cadena del negocio involucró a siete personas, por lo que queda claro que pocos en la trama quedan a salvo cuando se encuentra la punta del ovillo. Posiblemente en la superficie sigan reinando los grandes comandantes de estas operaciones, porque no encuentran un freno con estos operativos, sino apenas un escollo.
Una cosa es la mercancía legal y otra la ilegal. O no: podrían tener mismo destino, mismos comerciantes. Es la justicia la que tiene que desenredar este y tantos otros casos y ojalá pudiera unir todos los cabos para ponerle freno al negocio, a sus secuelas en la seguridad (sobre todo con el narcomenudeo y sus disputas, que terminan con heridos y muertos). Por eso ahora las pesquizas locales están tratando de determinar las posibles bases logísticas en Mendoza.
El manual indica una primera sospecha que despejar y que son los mercados concentradores de frutas y verduras como destino lógico de cargamentos que las contienen. Ello implicaría que allí -y en Mendoza hay dos muy grandes y varios pequeños- se maneja bastante más que productos para ensaladas y que la plata en efectivo que va y viene en grandes fajos en forma permanente, puede (o no) ser el resultado de una actividad menos vinculada a los alimentos y más al esparcimiento, aunque en este caso, la última opción violaría la ley.
La lupa de los investigadores está en las ferias, hay que decirlo con todas las letras aunque no lo estén afirmando abiertamente. No lo hacen mitad porque no han hallado nada todavía que pueda servirles en este caso y mitad porque no quieren "despavilar giles", como se acepta en haciendo uso del "off the record" ante la consulta periodística. El éxito de las "observaciones" depende de bocones fieles, filtraciones legítimas y legales, seguimiento en origen y en ruta, más que en los elementos preventivos instalados, porque no los hay. No hay escáneres (ni se sabe si servirían para estos casos) ni puestos fijos en esos lugares y, si los hay, es más para garantizar que no les roben esos fajos que para determinar de dónde salieron.
En Mendoza, mientras tanto, el jefe de Narcocriminalidad del Ministerio de Seguridad, Roberto Acosta, se presentó ante la Justicia Federal. Espera instrucciones para actuar.
Por lo pronto, no hay voceros disponibles para hablar de esto en los mercados concentradores, solo miedo a que se sospeche de tantos que trabajan, y mucho, cuando no tienen nada que ver con algo ilícito. Como siempre, la "macana de pocos perjudica la imagen de muchos", como se escuchó como respuesta en uno de estos predios, de boca de un productor/obrero agitado por el trajín de limpiar y cargar zapallos, de ponerlos en cajas y ofrecerlos para después llevarlos hasta la camioneta o el camión del comprador.
Fuente MDZ