Lo que parecía un proceso hormonal terminó en una tragedia. Laura Dawson, una mujer británica de 44 años y madre de dos hijos, murió 15 meses después de ser diagnosticada con cáncer de colon avanzado, una enfermedad que confundió al inicio con los cambios propios de la premenopausia. Durante meses convivió con cansancio, hinchazón abdominal y falta de energía, pero no buscó atención médica porque creyó que eran molestias normales de su edad.
El cuadro se agravó en marzo del año pasado, cuando sufrió un dolor abdominal tan intenso que debió ser trasladada de urgencia al hospital. Allí le realizaron una cirugía por obstrucción intestinal y descubrieron el cáncer. Inmediatamente comenzó con quimioterapia y, en un primer momento, los estudios dieron señales de esperanza, aunque pocos meses después la enfermedad regresó con mayor fuerza y ya se había extendido.
A pesar de intentar distintas opciones de tratamiento, su cuerpo no respondía. Consciente de que los días se acortaban, Laura tomó la difícil decisión de abandonar las terapias y dedicarse a compartir tiempo con su familia y amigos. Finalmente murió en el St. Christopher’s Hospice, acompañada por sus seres queridos.
Su esposo Ben decidió hacer pública la historia para alertar sobre la importancia de prestar atención a los síntomas y no minimizarlos. El cáncer de colon, detectado en fases tempranas, puede tratarse con altas probabilidades de éxito. Cambios persistentes en los hábitos intestinales, sangre en las heces, dolor abdominal, pérdida de peso sin explicación, fatiga o anemia son señales que nunca deben ignorarse. La vida de Laura se apagó demasiado pronto, pero su caso hoy funciona como un llamado urgente a la prevención.