Un equipo de científicos de distintas universidades estadounidenses analizó cómo el descanso insuficiente y los trastornos del sueño impactan en el organismo de adolescentes y jóvenes adultos, revelando alteraciones metabólicas y cerebrales que podrían tener consecuencias a largo plazo.
El estudio, publicado en la revista Psychoneuroendocrinology, examinó a casi 2.700 participantes y encontró que los problemas para dormir, especialmente los ronquidos frecuentes, se asocian con una “carga alostática” elevada, es decir, un conjunto de cambios en los biomarcadores del estrés que muestran cómo el cuerpo se desgasta ante el descanso deficiente. Entre los indicadores observados figuran la presión arterial, los niveles de colesterol y azúcar en sangre.
Los investigadores concluyeron que quienes presentaban peor calidad de sueño mostraban mayores desequilibrios en estos parámetros, lo que podría aumentar la vulnerabilidad a enfermedades metabólicas, ansiedad o depresión. En particular, el ronquido fue identificado como una señal de alerta, ya que podría estar vinculado a la apnea del sueño, un trastorno que interrumpe el descanso y afecta la función corporal en el tiempo.
Otro estudio, realizado por la Universidad de Georgia y publicado en Brain and Behavior, indicó que dormir menos de 7,5 horas altera la conectividad cerebral en adolescentes. Esta modificación interfiere con áreas relacionadas con la toma de decisiones, el control de impulsos y la gestión emocional, favoreciendo conductas impulsivas o reacciones agresivas.
Asimismo, especialistas de la Universidad de Kentucky advirtieron que intentar “recuperar horas” de sueño durante el fin de semana solo alivia parcialmente el cansancio. Aunque dormir un poco más puede mejorar el estado de ánimo y la concentración, no revierte los efectos negativos de la falta de descanso prolongada.
Finalmente, investigadores de la Universidad de Saint Joseph destacaron que la privación crónica de sueño altera el metabolismo celular de las neuronas y compromete la memoria y la cognición. Estas alteraciones se asemejan a las observadas en enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, lo que refuerza la importancia de un descanso regular y suficiente.