Pocas veces hubo tanta unanimidad en sondeos preelectorales como la que hay en Brasil. En octubre, los Bolsonaro perderán el poder y triunfará un aggiornado Lula Da Silva, que deberá hacer equilibrio en una coalición donde le dio a la socialdemocracia de Fernando Enrique Cardozo nada menos que la vicepresidencia, en la figura del miembro del Opus Dei, Geraldo Alckmin.
Este futuro cantado, más la victoria de Gustavo Petro en las elecciones colombianas, parecen haber colmado la paciencia del hijo del presidente Jair Bolsonaro, el diputado Eduardo Bolsonaro, que realizó una catarsis publicando en las redes un desopilante mapa de Sudamérica, en el que marca a varios países con la hoz y el martillo, símbolos del Partido Comunista.
Acompañando la imagen, posteó un llamamiento a “La responsabilidad del votante brasileño no hace más que aumentar. Ya no es ‘solo’ para Brasil, es para toda la región”
Para Bolsonaro, el comunismo gobernará Colombia, y gobierna Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Venezuela.
Si bien es cierto que algunos de los países que componían el Grupo de Lima, un apéndice de la política norteamericana en el subcontinente, han decido caducar los mandatos de gobiernos claramente de derecha (Piñera en Chile, el uribismo en Colombia), sumadas las caídas de Macri en Argentina, o la dictadura boliviana, muchas de estas administraciones recién asumidas apenas pueden ser calificadas como reformistas.
Para completar su antiargentinidad al palo, Bolsonaro remató la movida nombrando a nuestras islas Malvinas como “Ilhas falkland”.