Tras un resultado electoral que superó las expectativas y una caída histórica del riesgo país, el Gobierno inició una nueva etapa en su gestión, con un cambio de prioridades: la reactivación de la economía y la remonetización del mercado interno. La baja de la inflación, aunque sigue siendo un objetivo, se vislumbra más lenta de lo planeado, mientras que la política monetaria y cambiaria se orienta a estimular la demanda interna y reducir tasas de interés.
El presidente Javier Milei, acompañado por gobernadores provinciales, reconoció que la preocupación de los argentinos por la inflación ha disminuido, mientras crece la inquietud por los ingresos y el empleo. En ese contexto, el Banco Central volverá a comprar dólares y emitir pesos para impulsar la liquidez, un cambio respecto al discurso previo de restricción monetaria ante el exceso de liquidez, conocido como monetary overhang.
En los últimos seis meses, los argentinos compraron cerca de 25.000 millones de dólares, lo que generó una escasez de pesos en el mercado y elevó las tasas de interés. Para revertir esta situación, la autoridad monetaria planea una remonetización gradual, buscando que los pesos vuelvan a circular mediante consumo, inversión y compras de divisas por parte del Central, en línea con ejemplos internacionales como el de Chile.
El nuevo escenario financiero también impacta en los mercados internacionales. La deuda argentina comienza a acercarse a niveles de emisión, con bonos que rinden por debajo del 10% anual, mientras empresas como YPF y Tecpetrol ya colocaron deuda con éxito en el exterior. Además, se espera que avances en la flexibilización del cepo y la eliminación de restricciones para empresas fortalezcan la confianza de inversores y acerquen al país a la categoría de mercado emergente, con un ingreso potencial de capitales que superaría los 2.600 millones de dólares.