En medio del cerro y el box que armó el "Motor Tec Racing", se respira algo más que olor a combustible y caucho quemado. Hay una emoción difícil de disimular. Los Barragán llegaron al autódromo El Zonda para vivir un fin de semana distinto, uno cargado de memoria y amor por los fierros: cumplir el último deseo del abuelo Juan Carlos, el hombre que los llevó por primera vez al autódromo y les contagió la pasión que hoy los une.
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“Somos de una familia muy fierrera, vinimos hace muchos años. El impulsor de todo esto fue mi abuelo, Juan Carlos, y bueno, falleció hace tres años. Él nos pidió exclusivamente que sus cenizas las tiráramos acá, porque era en octubre, y como podrás ver, las tenemos ahí arriba con nosotros. Así que el domingo, en la carrera, vamos a cumplir con lo que nos pidió”, cuenta con la voz entrecortada Alan Barragán, su nieto.
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El hombre fue camionero y mecánico, pero sobre todo, un apasionado de Ford. “Venía siempre -recuerda Alan-, con frío, con calor, con viento… hasta un año antes de fallecer. Mirá qué fuerte, ¿no? Es muy distinto estar adentro, escuchar los ruidos de los motores, sentirlo todo.”
En los Barragán, los fierros se heredan como una forma de vida. “Somos la mayoría mecánicos, todos del rubro. Pero más allá de eso, lo que él nos dejó fue la amistad de los fierros, los amigos, el autódromo. Todo esto que nos gusta y nos hace sentir vivos", explica Alan.
Este fin de semana, cuando los motores vuelvan a rugir en el Zonda, las cenizas de Juan Carlos volarán sobre el circuito que fue su lugar en el mundo.