Prender el fuego y armar una picada alrededor de la parrilla, cualquier domingo al mediodía, resulta un ritual lejano para los protagonistas de la nota que, en su lugar, asisten al club, se calzan el overol y colaboran con lo que haga falta motivados por una sola razón: el amor a la camiseta.
Ese es el ejemplo de Sergio Fonzalida y Belén Neira, quienes resignan la jornada en que todos descansan por la pasión que Árbol Verde despierta en ellos. Es que no sólo se dedican a una tarea en especial, sino que cumplen varios roles para que la máquina del Gigante del Norte y multicampeón siga su marcha.
Belén es hincha del Verdolaga de chica, toda su familia estuvo vinculada al club y, de grande, se sumó a las filas de la institución situada a 14 kilómetros de la ciudad de Jáchal. Como hacía falta alguien en la taquilla, no dudó en ocupar el lugar y desde entonces es la encargada de cobrar entradas.
Con su equipo de mate a cuestas y la simpatía que la caracteriza, la taquillera se acomoda debajo de la tribuna y junto a una de las puertas de ingreso para iniciar su misión. Como se suelen jugar dos partidos de la fecha, el trabajo le requiere como mínimo unas tres horas y le obliga a improvisar con su almuerzo, además de haber acordado con su madre el cuidado de sus hijos en la previa. Sin embargo, todo vale por los colores.
"El club tira, tira mucho. Para una que ha estado afuera, lejos, siempre es lindo volver y encontrarse de nuevo con la familia, porque Árbol Verde es eso, es familia, es amor, es reunión", remarca la mujer de la boletería.
Del mismo modo, Sergio, quien dedica horas de la semana para los proyectos del club, pues es el vicepresidente que acompaña a Hugo Mercado, extiende su labor los domingos cuando se calza el buzo de DT. Es por ello que, además de pensar cuál será la siguiente maniobra para conseguir recursos y finalizar las obras, en su cabeza también gana terreno el 4-4-2 o el 4-3-3 y el rival a vencer.
Aunque quisiera pasar más tiempo con los suyos y quizás disfrutar de la sobremesa de un asado, sabe que el club lo necesita y por tanto se esfuerza para cumplir en la forma que haga falta. Así, los domingos prepara la charla técnica y, luego, se lo observa firme junto a la línea de cal con un estilo único, pues lo hace sentado arriba de una pelota.
“Es cansador, es agobiante ocuparse de tanto, pero el sentido de pertenencia que uno tiene lo hace posible. Nos sentimos muy satisfechos de lo que hemos hecho, sabemos que somos pocos, pero nos esforzamos para dejar algo y que en el futuro nuestros hijos y las familias de Árbol Verde puedan disfrutar de eso, que son sueños y la idea es hacerlos realidad”, expresa el entrenador que se ilusiona con concretar el proyecto del Estadio Único Rural.
Dedicados al cien por ciento a la escuadra jachallera, actual campeona del departamento, expresan con orgullo la pasión que sienten por el club, se sienten parte de los logros obtenidos y se enfocan a sumar más conquistas. Y es que, como se sabe, el fútbol es más que once tipos detrás de una pelota y el club es más que un escudo. Mucho más que eso. Para ellos, es su casa, su refugio, su familia.
Embed - De alentar en la tribuna a cobrar entradas y de comandar el club a dirigir en la cancha