“El deporte fue un consuelo. Lamentablemente de chiquita perdí a mi mamá y me aferré a eso para salir adelante”. Primero fue el atletismo, después el fútbol y ahora el ciclismo. De niña fue inquieta e introvertida, siempre con una pelota de fútbol en los pies o arriba de una bicicleta. Pese a que su ceguera fue casi innata, producto de una retinopatía del prematuro, encontró en el deporte un refugio que le permitió superar cualquier adversidad. Así lo afirma María José Quiroga (26), la ciclista, la albardonera y la joven de las mil batallas.
Vive en Campo Afuera junto a sus hermanos y su abuela Elba, la mujer que se convirtió en su fortaleza y guía cuando con 6 años, producto de un cáncer, perdió a su mamá. Su papá la abandonó de pequeña y creció bajo el ala de su familia materna. “Ella no tiene obstáculos. Siento un orgullo muy grande por ella. A pesar de ser no vidente, hace cosas que cualquier otro no hace. No existe un no puedo para ella”, cuenta entre lágrimas Claudio Quiroga, su tío y hoy quien la hospeda en su casa mientras su abuela se recupera en un hospital.
No fue fácil su infancia, ni su adolescencia. Pero fueron sus ganas de vivir el momento, de no desperdiciar ninguno, lo que la impulsaron a superarse y a cumplir cada una de las metas que se fue proponiendo. A los 14 años empezó a practicar deportes en la Escuela de Educación Especial Luis Braille con Manuel Rodríguez e incluso se dio el lujo de participar de los Juegos Evita. Más tarde se sumó al equipo de deporte adaptado de la Secretaría de Deportes, una decisión que, según ella, cambió su vida.
Si bien su cabeza al principio estuvo en el atletismo, no así su corazón. No llegaban los resultados que ella deseaba tener y prácticamente había perdido la motivación por aquella disciplina que le abrió las puertas a “otro mundo”. Fue entonces cuando apareció el ciclismo, la Vuelta a San Juan Inclusiva y la bicicleta tándem. Es que en una entrevista –Majo estudió periodismo deportivo y trabajaba en una radio-, el técnico de la selección argentina de ciclismo adaptado Martín Ferrari le propuso sumarse a la disciplina.
"El ciclismo ahora significa todo. Transformó mi vida de una manera impresionante. Me hizo conocer un mundo nuevo, me hizo tener una disciplina fija y con objetivos claros. Me enseñó, además, que no hay que rendirse jamás. El ciclismo es sufrir por el dolor de piernas, pero también es amor, pasión y libertad", expresa la joven.
Hoy es parte de la Selección Nacional. Junto a Willy Quinteros (23), su guía y entrenador, la albardonera disfruta de su primer año como ciclista profesional. Ya participó de los Juegos Parapanamericanos de Lima junto Micaela Barroso, su guía bonaerense, y ahora va camino a la gloria: los Juegos Paralímpicos. "Va evolucionando. Con todo su potencial, tiene futuro. Todos le estamos poniéndole fichas", dice Quinteros.
En medio de la pandemia de coronavirus, Majo continúa con sus entrenamientos. Su tío Juan Araya es quien la traslada en su vehículo de Campo Afuera al estadio Aldo Cantoni, donde la espera el técnico. Pese a que hay incertidumbre con las olimpiadas, su ilusión sigue intacta y asegura que si no es Tokio, será París. "Tenemos una mínima posibilidad de clasificar y no la podemos desperdiciar. Estoy motivada", cierra la albardonera.