El sábado no hay pasado ni futuro que valga; solamente 80 minutos en el que ambos equipos buscan quedarse con el partido más importante de este semestre. Para uno le sirve para confirmar que el recorrido que lleva hasta el momento es el correcto. Para el otro, darse cuenta que todavía puede y que sí se impone ante uno de los mejores equipos del certamen puede hacerlo con el resto.
Cada vez que Piuquenes y Patos pisaron el mismo campo de juego la pasión y la entrega fueron las postales del clásico sanjuanino por excelencia. El resultado siempre fue impredecible porque ambos saben que hasta que el referee no decrete el final no hay nada cerrado. Sino pregunten a Santiago Gallardo cuando metió un bombazo de mitad de cancha para revertir el marcador en el Anexo Pocito y darle la victoria al club de Santa Lucía hace tres años.
Universidad afronta un presente más que agradable. Seis victorias y dos derrotas, ante los popes mendocinos, lo lleva a compartir el segundo lugar junto a Marista con 26 unidades. El dominio de las formaciones fijas, la dinámica en el ataque y la prolijidad en la defensa es la receta que implementan a la perfección los dirigidos por Héctor Gómez, que a pesar de las lesiones de algunos jugadores; el plan de juego no se vio afectado y el equipo siguió respondiendo.
Distinto es el presente del San Juan RC. La irregularidad fue una constante. A pesar de tener dominio en el partido no suele volcarlo en el marcador. Además, siente mucho la ausencia de Carlos Castro y Maximiliano Salas; emblemas del equipo que hoy no están en cancha porque se encuentran lesionados. Ser más certeros y concreto cuando esté en condiciones de marcar podría ser la llave de la recuperación para el equipo que finalizó tercero en el Top 8 la temporada pasada.
Se viene la semana más linda de todas para los dos clubes más representativos de la provincia. Un clásico que marcará el rumbo en este tramo final del Top 8 donde se pondrán en juego el ingreso de playoffs y las tres plazas para el Torneo del Interior el próximo semestre. El sábado uno saldrá con el pecho inflado sabiendo que el éxito deportivo depende de ellos. El otro se levantará, sacudirá y seguirá yendo para adelante porque de eso se trata; jugar al rugby, solo rugby.