Cada vez que lo nombran a Riquelme se emociona, se quiebra y no puedo hablar. Cuenta que aquel fanatismo nació cuando el ex jugador iniciaba su carrera en las inferiores de Argentinos Juniors. Luego lo siguió en todos los clubes, aun sin ser hincha de alguno (incluso de Boca), y se tatuó 16 momentos gloriosos de su paso por las canchas: desde el caño a Yepes a la consagración en la Intercontinental y su botín. El fanatismo de Ricardo Ortíz (51), un peón de finca, trasciende los colores, excede el fútbol.
“Yo lo sigo de siempre, cuando jugaba en Argentinos. Siempre lo he visto por televisión. Soy hincha de él, no de un equipo. Si hoy pierde Boca me da lo mismo, pero cuando estaba él era distinto”, afirma el hombre casi al borde de las lágrimas, vestido de remera y bermuda, ambas estampadas con el rostro de Riquelme.
El amor de Ricardo por el “Topo Gigio” es indescriptible. Lo tiene tatuado en todos lados: brazos, cuello, pierna y abdomen. Está su rostro, el día que humilló a Mario Yepes (River) con un sublime caño, las fechas de su inicio y final en el fútbol, todas las camisetas que vistió y hasta hay una tierna dedicatoria a María Ana, la mamá del ex futbolista, a quien le da “gracias por haber traído al mundo a un crack como Riquelme”.
Ese fanatismo que está latente desde hace más de 30 años siempre fue a distancia. A penas lo pudo ver jugar en dos oportunidades y siempre en San Juan: en febrero del 2008 cuando los de La Ribera enfrentaron a San Martín en el Hilario Sánchez y luego en septiembre de 2004, cuando Román jugaba en Argentinos. “Nunca tuve la posibilidad de ir a Buenos Aires a verlo. Siempre lo seguí desde acá. Me hubiese gustado conocerlo cuando vino a enfrentar a San Martín”, dice Ricardo, un poco tímido.
Este admirador incondicional vive en el Callejón Herrera, en el departamento Santa Lucía. Allí y en cualquier zona aledaña lo conocen como “Román”. “¿Busca al señor que es fanático y tiene muchos tatuajes de Riquelme? Vive allí, en esa casita donde están los niños”, cuenta un vecino de la cuadra cuando esta periodista intentaba llegar, de sorpresa, a su domicilio, después de leer su historia a través de las redes.
Fue Chino Herrera, un joven que vive al lado de su vivienda, quien viralizó su admiración por el eterno “10” de Boca. La idea nació después de que Riquelme anunció su despedida en la Bombonera para el 12 de diciembre. “Hace mucho tiempo quería publicarlo. Para todos es raro ver a un hincha así, sobre todo de un jugador. Para nosotros quizás es normal porque lo conocemos de toda la vida”, dice el joven.
Tanto él como otros amigos quieren cumplirle el sueño a Ricardo de estar ese día en las gradas del templo boquense, en el adiós definitivo de su gran ídolo. Incluso en la liguilla santaluceña en la que juega se ofrecieron a ayudarlo con el viaje. “Quiero ir, me gustaría. Pero la situación económica es complicada, usted ha visto cómo está la cosa. Pero de la Peña de Boca e incluso otros amigos me quieren ayudar”, cuenta Ricardo, ilusionado con la idea de ver a Román.