Después de 20 años con la pelota en los pies, Alfredo "Luto” Molina (38) le dice adiós al fútbol. Hoy en Unión, en el Federal A, asegura que juega su última temporada y no descarta seguir vinculado al deporte como técnico o dirigente. En una charla a corazón abierto con Tiempo de San Juan, el enganche cuenta el por qué de su decisión, repasa su carrera futbolística y además, sueña con despedirse con el ascenso a la B Nacional.
Aunque sus compañeros, sus amigos y todos aquellos que disfrutan de verlo jugar le insistan en que derogue la posibilidad de jugar su última temporada en el fútbol, dice que está en un 90% decidido. "Es la idea. Estoy un poco cansado y hay muchas cosas que ya no me gustan del fútbol. Es casi un hecho, no encuentro otra motivación para jugar”, dice.
En su voz hay nostalgia y un poco de amargura. A Molina le apena tomar esa postura, a la que llegó después de observar y ser rehén de algunas injusticias que se viven hoy en el fútbol local: "Es un trabajo, en donde hay compañeros, y no la pasamos bien. Primero están los meses que te deben de sueldo y después las cosas que uno ve día a día, como no haya comodidades básicas cuando estás jugando en la tercera categoría del fútbol profesional. Faltan muchas cosas y uno que está grande, esas cosas molestan. Yo me quiero retirar y dejar una buena imagen. Mi familia, compañeros y gente que me rodea me pidan que siga, pero estas situaciones feas que pasan me cansan”.
Para el jugar esta situación, de la falta de pagos, la precariedad con la que se juega a la pelota y la intolerancia frente a algunos resultados por parte de los fanáticos, son temas que salpican a varias instituciones sanjuaninas. "En general se ven estas cosas malas. Es un trabajo en que cada jugador sufre y da lo mejor de sí, con la familia como respaldo. El hincha quiere ganar y te establece esa presión de ganar sí o sí, que lo único que sirven son los tres puntos. La que te banca es la familia, cuando estás idiota o cuando estás mal”.
Por ahora, a pesar de estas situaciones que sin dudas lo alejan aún más de las canchas, trata de disfrutar y aprovechar de este momento con Unión, a un paso de clasificar de fase y con el sueño latente del ascenso a B Nacional. "¿Retirarme con el ascenso en el bolsillo? Ni hablar. El primer objetivo era mantenerse en la categoría y lo logramos. Lo segundo fue clasificar y pelear por el ascenso. Es la ilusión y el sueño que tiene todo el grupo, y es la motivación por la que uno sigue, por eso no dejé en su momento. Sería lindo retirarme con 20 años de carrera con un ascenso”, expresa.
Recordando viejos tiempos
Molina se crió toda su vida en Ullum, en donde de chiquito jugó al fútbol en el club Villa Ibáñez. A los 16 años se mudó a la Boutique de Chimbas para jugar en Villa Obrera, equipo con el que debutó en la Primera del fútbol local con tan sólo 18 años. Después jugó en varios clubes y varias categorías hasta B Nacional. Según él, le faltó algo para llegar a Primera: "El balance que hago es positivo más allá de que pasan más cosas malas que buenas. Siempre recuerdo la cantidad de compañeros que coseché, sobre todo de otras provincias. Lo que me dejó el fútbol a lo largo de los años fueron las amistades. Sé que puedo mirar y saludar, y no agachar la cabeza ante alguna persona. Y con respecto a Primera, no estoy molesto ni enojado conmigo por no haber jugado en esa categoría. Seguramente me faltó algo”.
Sobre sus goles, recuerda aquel doblete olímpico con la camiseta de la Villa Obrera. Aquella tarde no sólo fue histórica porque ayudó con el ascenso de la Villa, sino porque los dos goles olímpicos llamaron la atención de toda la prensa nacional: "Fue muy lindo. En todos los clubes hice goles importantes y en todos lo he disfrutado. Me gustó mucho haber estado en Unión, haber jugado una Copa Argentina ante Estudiantes y Quilmes. Después enfrentar a San Martín, todo un orgullo”.
Su futuro
Alfredo Molina no se quiere anticipar, pero no descarta en un futuro animarse a la dirección técnica o colaborar con alguna comisión directiva. "Si soy dirigente trataría de estar del lado del jugador, que es un empleado del club. La idea sería hacer las cosas bien, sin perjudicar a la institución y permitiendo sólo que ésta crezca”, destaca.