En Hilario, Calingasta, se encuentra la Finca Pastorelli, un espacio cargado de historia, sacrificio y prosperidad que en la actualidad es lo que es gracias a Franco Pastorelli, un inmigrante italiano que sin planearlo eligió el pequeño pueblo como su hogar, echó raíces y logró convertirse en un importante referente de la producción en la zona.
Franco llegó a Argentina en 1945. Como muchos inmigrantes, venía escapando de la guerra, el hambre y con la esperanza de lograr un mejor pasar. Antes de llegar a San Juan estuvo un tiempo viviendo en Chaco y pasó una temporada en Mar del Plata, hasta que la provincia cuyana lo atrajo con una oferta laboral y fue el amor el gancho que no lo hizo quedarse.
En Calingasta Franco conoció a Marta Gallardo, quien se convirtió en su esposa y madre de sus hijos. Juntos adquirieron en una primera instancia una finca en Sorocayense y prácticamente al mismo tiempo se toparon con la extensión de terreno ubicada en Hilario.
Corría el año 1968 cuando se instalaron en la casa ubicada en la finca, donde solo había un par de parrales en muy mal estado y una desidia total. Sin embargo, Franco sentía que bajo el abandono de la finca había un gran potencial. Y no se equivocó.
Dedicó días y noches para resucitar los parrales que se encontraban en la zona y fue uno de los primeros en el departamento en plantar Malbec, sobre 1999. “Mi abuelo lo que hizo fue renovar las estructuras, poner alambre, poner postes, darle la forma a todo lo que son los parrales. Había una casa que estaba prácticamente en ruinas y mi abuelo decide levantarla para vivir acá y poder estar al tanto con la finca”, comenta su nieto Francisco Cruz Pastorelli, quien continúa con el legado.
Franco no solo fue pionero en la vitivinicultura calingastina, sino que además incorporó el cultivo de orégano en la zona, siendo uno de los primeros en hacerlo, junto con un amigo. El objetivo era encontrar un producto que tuviera sostenibilidad y cuyo cultivo se pudiera adaptar sin demasiado mantenimiento y dedicación.
En la actualidad, el orégano de los Pastorelli es una de las delicias regionales poco conocidas de Calingasta.
En el 2007 Marta fallece y Franco queda solo en la casa que juntos habían levantado y habitado, donde habían criado a sus hijos y malcriado a sus nietos; hasta hace un tiempo que, debido a su edad, pasó a vivir con familiares para no estar solo.
Sin embargo, Franco sigue visitando aquella finca que tanto le dio. Con orgullo y con una claridad a veces envidiable repasa los momentos de su vida. Recuerda cómo encontró el terreno, todo lo que le dedicó y comparte el placer que tiene de caminar por entre los parrales, los mismo que sembró y vio crecer.
Retirado de la actividad agrícola, dejó la administración de su trabajo en manos de su nieto, quien heredó la pasión familiar y la mantiene viva con orgullo y dedicación.
Las épocas son otras, las prácticas también lo son, pero el inmigrante italiano que se enamoró de Calingasta y todo lo que el departamento cordillerano le ofreció hoy, con sus 88 años, aun disfruta de los frutos de sus tierras y de poder compartirlo. Un legado que se valora.