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Patrimonio nuestro

Hilario, cuna de las vides más antiguas de Calingasta: casi 100 años de historia contada por sus protagonistas

La localidad de Hilario tiene en su interior uno de los tesoros más valiosos de la vitivinicultura local. De sus parras se abastecen gran parte de las bodegas del departamento, con una calidad indiscutible. La historia detrás de las vides casi centenarias.

Por Celeste Roco Navea

Hilario es una pequeña localidad de Calingasta que descansa sobre uno de los márgenes del Río Los Patos y son algo de 14 las familias que aún viven en la zona. Allí, en un escenario rodeado de montañas se mantienen en pie viñedos que tienen más de 80 años en algunos casos, y otros coquetean con el centenario. Estas plantas se mantienen en pie y siguen produciendo gracias a la familia Pastorelli, quienes tienen bajo su cuidado uno de los legados más importantes y valiosos de Calingasta.

Tiempo de San Juan llegó hasta la Finca Pastorelli. Allí se encontraba Don Franco Pastorelli, quien activó el terreno cuando lo adquirió en la década del ’60. Hoy es su nieto, Francisco Cruz Pastorelli, quien conserva con vida la herencia familiar con una infinidad de proyectos, algunos en desarrollo, y otros pronto a ejecutarse.

“Lo interesante que tiene esta finca es que ya estaban los parrales cuando mi abuelo llegó, y desde ese momento hasta ahora han pasado un montón de situaciones. Mi abuelo es italiano y llega a Calingasta en 1968. Acá conoce a Marta Gallardo, que es mi abuela y se instalan primero en Sorocayense, donde hoy está la bodega Alta Bonanza de los Andes”, comenta Francisco mientras recorre los parrales que prácticamente lo vieron crecer.

Algunas de las plantas abandonadas lograron sobrevivir al paso del tiempo. Es sobre ellas donde pesa la mayor antigüedad. Luego hay otras que fueron plantadas en la década del 50, 60 y 70, por lo que tienen entre 70 y 80 años las vides mayores.

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Dentro de los varietales que se pueden encontrar entre los parrales destaca la Criolla. Incluso es una de las variedades que más buscan las bodegas de la zona para su producción, debido a la calidad de la fruta, lo particular de su sabor y las características geográficas que llevan a que cada grano sea una riqueza en sí mismo.

También hay Moscatel Tinta, Cereza y Malbec entre otras, en menor medida y muchas de ellas mezcladas entre los antiguos parrales.

Las vides de Hilario, Patrimonio Natural, Biológico, Histórico-Cultural y Paisajístico

La riqueza que se encuentra en las reducidas hectáreas cultivadas es tal que durante el 2024 el Concejo Deliberante de Calingasta aprobó un proyecto impulsado por el concejal Heber Tapia para resguardar y jerarquizar los viñedos ancestrales de Hilario. A través de esta declaración, los viñedos son reconocidos como Patrimonio Natural, Biológico, Histórico-Cultural y Paisajístico.

Asimismo, los conocimientos y técnicas tradicionales de poda y labores culturales aplicadas en estos cultivos fueron declarados Patrimonio Intangible.

La declaración de Patrimonio Intangible busca poner en valor las prácticas que se llevan a cabo en la finca. Francisco detalla que, a diferencia del pasado cuando se procuraba contar con una vasta producción, en la actualidad no es el fuerte la cantidad, sino la calidad de la uva. Teniendo en cuenta que las plantas tienen sus años encima, se aplican todos los cuidados para que la misma no se dañe, reduciendo la carga para una mayor concentración de racimos y realizando la poda de manera manual para conocer de manera anticipada cuántos racimos promedio puede dar cada planta.

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Además, no se utiliza ningún agroquímico o compuesto similar y en la zona de los parrales solo se trabaja con tracción a sangre, debido a lo arcilloso del suelo y el peso y daño que puede provocar un tractor. Incluso se incorporan animales para la biodiversidad, algo poco común en la viticultura moderna. De esta manera se recuperan prácticas ancestrales de producción de cultivos, logrando en cada vendimia uvas de excelente calidad.

Pero eso no es todo, ya que la finca cuenta con certificación en sostenibilidad bajo el sello “Argentina Sostenible”, avalado por la Organización Internacional del Vino, lo que refuerza el compromiso con el cuidado del patrimonio vitivinícola, su entorno y el manejo responsable en cada etapa de la vid.

El abastecimiento a la producción local de la mano de los parrales de Hilario

Sobre el 2009 se potenció la venta de la producción a pequeños y medianos productores de la zona. Los Dragones, La Fortuna y 35.5 son algunas de las bodegas que exportan a mercados internacionales como España y Japón vinos elaborados con uvas de Hilario, demostrando el gran potencial de estas variedades criollas.

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Además, la familia Pastorellí apostó a una línea propia de vinos desde el año pasado. “Viñas Viejas” es el nombre que le brindaron al vino Torrontés y Cereza y Cañarí, los dos varietales que elaboran y que se adquirir en la misma finca, debido a que, con intenciones de poner realmente en valor este tesoro vitivinícola, se ofrecerán experiencias de enoturismo, entre parrales y cultivos de orégano, otra de las riquezas que esconden en el interior de la finca.

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Quienes sientan interés o curiosidad, pueden recorrer cada metro de la finca y sus cultivos de manera gratuita, conociendo de la mano de Francisco, un orgulloso defensor de la herencia familiar, sobre las variedades criollas, la historia de la viticultura y también la producción de orégano. Las visitas se manejan en dos horarios, 11:15 horas y 16:15 horas.

Además de la visita, se puede disfrutar de una cata de vinos del Valle de Calingasta, con degustación de etiquetas locales acompañada de productos regionales 100% calingastinos.

“Para lograr un vino de calidad, un vino rico, hay que empezar primero por la viña. Si mantenemos bien la viña y producimos fruta sana, podemos tener después fermentaciones sanas sin que sea necesario tener que darles agregados a los vinos, haciendo que sean naturales. Eso le da la calidad que te piden para exportación, posicionando los vinos en otro nivel”, insiste Francisco, recordando que cada instancia del proceso es fundamental como también el cuidado de la naturaleza, indispensable para que los parrales sigan siendo el tesoro que son en la actualidad.

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