El silbido rebotó limpio en las paredes de piedra. "No silbés que acá te van a contestar”, le advirtieron al fotógrafo, y a los pocos segundos el mismo silbido se repitió dos veces. Es sabido que en el campo el que silba puede estar llamando, sin querer, al Mandinga; mucho peor en las Minas de Hualilán, donde dicen que siguen habitado los espíritus de muchos que trabajaron y murieron allí. El fotógrafo de Tiempo de San Juan juró que había silbado una sola vez.
La historia de estas ruinas ubicadas en Ullum es tan rica y antigua que sustentó la decisión de declarar a Minas de Hualilán como "Bien integrante del patrimonio cultural y natural de la provincia de San Juan”, Ley 7384/03. En su momento, fue la mina de oro más famosa e importante del país. Pero de poco le ha valido el título, abandonadas a su suerte, las ruinas han sido y son visitadas y saqueadas. Hasta el año 2009 se podían observar decenas de cajas de madera con los "testigos” -las muestras de roca extraídas para determinar cuánto oro contiene-, apiladas en forma ordenada en uno de los patios internos y de épocas más recientes. Hoy sólo quedan un par de cajas rotas y las piedras testigo tiradas en el piso formando un mosaico de mármol surrealista.
Las piezas sin techo han sido decoradas con dibujos obscenos y frases del mismo estilo. En una de las salas hicieron fuego y quemaron paredes y cañizos. Atraídos por las leyendas del pueblo fantasma que en la noches cobra vida (ver página 3) nunca faltan los grupos de jóvenes que quieren probar su valentía en las ruinas nocturnas y terminan devastando lo poco que queda. Tal vez no ayuda que las ruinas estén al costado de la Ruta Provincial 149, que es casi la misma traza del camino original que unía la travesía insoportable desde la Ciudad a Villa Iglesia, y que pasaba a Copiapó, Chile, un tramo en el que muchos morían de sed. Un cartel indica al costado de la ruta la localidad, Hualilán, justo en la entrada a la mina.
Las primeras construcciones de Hualilán datan de mediados de 1800, y es una de las minas censadas por Francis Rickard, el ingeniero inglés que trajo Sarmiento y que realizó el primer relevamiento minero de la provincia.
La belleza de las grandes salas de piedra, sus paredes de más de casi 50 centímetros de espesor, sus altas chimeneas y algunas piletas circulares, resisten estoicas el paso del tiempo. Lo mismo que las dos perforaciones en la montaña que sólo admiten el ingreso hasta donde llega la luz exterior. De esa montaña salían las piedras más cargadas de oro que se vieron en San Juan.
Lo que contó Rickard
El censo de Rickard en San Juan comenzó en 1862, pero fue en 1869 que se publicó el "Informe sobre los distritos minerales, minas y establecimientos de la República Argentina”. Allí contó cómo se descubrió el oro de "Gualilán”.
"Este celebre mineral antiguo de oro, renombrado durante la dominación española, ha dado en sus épocas más brillantes una cantidad de oro asombrosa. Fue descubierto por un arriero de San Juan, llamado Juan Suarez en el año 1751. Viniendo de Chile se perdió una mula cargada en las cercanías del mineral (mina) y al buscarla entre el monte la halló echada en el rincón que es hoy de la mina del pique (perforación). Para espantar la mula este hombre tomó una piedra, le pareció pesada y la echó al bolsillo. Después de llegar a San Juan se fijó que tenía bastante oro a la vista y así nació el descubrimiento”, contó el Ingeniero.
Por entonces las vetas de oro eran tres pero sólo en dos se trabajaba. Tenían un ancho "desde 6 hasta 60 pies” -1,8 metros a 18 metros-, "pues forman a veces donde se juntan unos caserones de metal sombrosos”.
Una de las minas explotadas en Hualilán, La Misnata, alcanzó en épocas de Rickard "un metal que dio 288 onzas de oro y 2.000 marcos de plata por cajón”, cajón es una medida antigua que equivale a unos 2.300 kilos.
Esta cantidad exorbitante de oro en Hualilán sedujo al mismo Rickard y terminó buscando fondos para explotarla. "Recién hace pocos meses he conseguido formar una sociedad anónima en Inglaterra con capital de 250.000 pesos fuertes para trabajarlas y al tiempo de mi visita hallé instalado un ingeniero de minas inglés con algunos mineros europeos haciendo los trabajos preparatorios para desarrollarlas en gran escala”. Contó además que estaban muy adelantados los trabajos, que tenían una posesión de 12 pertenencias todas habitadas por un solo socavón que seguirá por las vetas de Sud a Norte. También habían elegido y determinado el lugar para plantear un gran establecimiento que será capaz de moler y beneficiar hasta 100 toneladas de metal en 24 horas.
Todo esto sería movido por una maquina a vapor de 80 a 100 caballos de fuerza, para sacar el agua de "las labores, y se extraerá el metal con gran economía”. "Si más capital fuese preciso no dudo que será proporcionado por los grandes capitalistas que forman a sociedad. No es difícil concebir la gran importancia de esos trabajos en manos de una compañía inglesa fuerte que sacando buen provecho de este negocio ha de extender sus operaciones y aumentar sus trabajos en explorar y desarrollar otros minerales de no menos importancia que existen en la república”, destacó Rickard.
Luego ponderaba el trabajo de los ingleses, "caballeros que se han internado en el desierto a mil millas de la capital de la república”. Y criticaba la falta de accesos al interior, que "está hoy casi en el mismo estado que cuando los primeros españoles pisaron sus desiertos, sobre todo, nada absolutamente nada, han hecho los gobiernos en cuanto a caminos entre los distritos minerales y las vías de comunicación con el Litoral. De aquí resulta que los productos en su mayor parte se exportan a Chile y las aduanas de la república ni siquiera tienen una estadística de su valor e importancia”.
La historiadora Mabel Benavidez en su libro "Oro y plata en San Juan”, documentó que en 1914 Guillermo Howel instaló una planta de cianuración para tratar los relaves de las explotaciones anteriores. Sumó una foto de Carlos Sowter tomada en 1920 donde él mismo escribió "tratando de sacar el oro por cianuro”.
Los últimos trabajos
El geólogo Ricardo Martínez recordó que en la década del ’70 y principios del ’80 la mina fue explotada por la firma Aluvión SA; propiedad de Carlos Gómez Centurión. Luego pasó a manos de Minera Aguilar, la misma que explota en el norte argentino.
Un informe del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), indicaba que en 1995, Watts, Griffis y McQuat, realizaron tareas de exploración en Hualilán, focalizando en Cerro Norte. Realizaron mapeo de reconocimiento, muestreo y 1.432 metros de perforación a aire reversa.
En 1996, EPROM Ltd.Chile, realizó una estimación de las reservas probadas, posibles y recursos potenciales que alcanzan los 9.395.000 tn, con leyes de 14,16 g/tn de oro, 49,07 g/tn de plata. Durante el año 1999, la empresa Quantec Geofísica Argentina SA también realizó tareas en la zona.
En 1999 se realizaron 4.200 metros de perforaciones a diamantina y 1800 a aire reversa y se ha completado un túnel de 500 metros que permitirá acceder a la extracción de mineral. Estas, junto a otras actividades específicas, permitieron finalizar el estudio de factibilidad a fines de 1999.