"Una noche de lluvia en mi casa de mi madre siendo mis dos niñas chicas me picó un alacrán, me llevaron muy mal al hospital Rawson. Cuando en un momento abrí mis ojos y me apareció su imagen en medio de nubes. Me cuidó y me protegió. Y al tiempo, estando mejor, fui a la cuidad a visitarlo al cementerio. Estaba lleno de flores blancas su lugar de descanso, siempre en mi recuerdo", contó Ana en uno de los tantos posteos que hablan de la figura del padre Mariano Ianelli, a quien muchos sanjuaninos y sanjuaninas consideraron "un cura sanador" en vida y le siguen atribuyendo milagros. Murió en la cumbre de su popularidad y de esa partida se cumplen este viernes 28 años.
Fue un 17 de agosto de 1946 cuando nació Mariano, en la histórica Villa Del CarriI, en una familia humilde. Su padre, Vicente, era inmigrante de Italia y de oficio zapatero y se casó con una sanjuanina, Mercedes Tejada, que hacía tejidos para ayudar con los gastos, con la que tuvo 4 hijos. Violeta, Virginia, Vicente y Graciela. Esta última, como Mariano, dedicaron su vida a la fe, ella como religiosa viajó a Roma para recibir el grado perpetuo.
Cuando se mudaron a Rivadavia, Mariano hizo la primaria en una escuela cerca de la Esquina Colorada. Y cursó el secundario en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera. Como eran épocas difíciles, Mariano trabajaba de muy joven en una verdulería y luego como celador en el colegio San Juan, donde empezó a interesarse por la Teología y Filosofía.
Su hermano Vicente, que luego se convirtió en un prestigioso pediatra, contó que su hermano menor tuvo vocación religiosa desde muy niño. Además, contaba con carisma y sus padres que eran muy católicos y lo alentaron en su elección de ordenarse sacerdote.
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(Foto: Fundación Bataller)
Para él su misión era ayudar a las personas y muchos en los distintos templos en los que estaba lo buscaban para que los bendiga, algunos dolientes o enfermos, lo que generó su fama de curador, que se extendió rápidamente a partir de testimonios, con el boca en boca de aquellos años en los que no había redes sociales.
Particularmente en Jáchal recibía a diario cientos de fieles y seguidores buscando bendiciones del padre Mariano, a veces casos de personas de lugares muy lejanos que querían verlo apenas unos segundos o compartir la misa con él.
“A los milagros los produce sólo Dios”, decía el padre Ianelli. En Jáchal estaban acostumbrados a tener hasta 4.000 personas en el templo de la villa cabecera. “Yo estoy convencido que no tengo poderes, soy un simple sacerdote”, decía el cura, quien eligió los días 13 de cada mes para encuentros especiales por la gente, porque “es el día que más apariciones ha hecho la Virgen de Fátima”, solía explicar.
El padre Mariano sufría de hipertensión, era un designio familiar, estaba medicado y se cuidaba. Un jueves 4 de octubre de 1996 corría el Zonda, él había oficiado tres misas y viajó varios kilómetros en medio del viento a la localidad de Niquivil para ver unos enfermos. Estuvo con su hermana Virginia, que lo ayudaba en la parroquia, conversando hasta las 2 de la mañana y se fue a acostar. Al otro día lo encontró fallecido en la cama. Se había bañado y alcanzó a ponerse una camisa. Tenía 50 años. Nacía el mito del padre milagroso.
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Los restos del padre Mariano Ianelli fueron velados en Iglesia de San José, donde una multitud le dio el último adiós (Foto: Diario de Cuyo).
Las palabras del Padre Mariano
En abril de 1993, El Nuevo Diario publicó un reportaje en el que el padre Mariano Ianelli. Esto es lo que él contaba:
—Padre: ¿Qué le pide la gente?
—Hay gente que cree que va a obtener un milagro o soluciones inmediatas. Otras realmente tienen fe y vienen por amor a Dios y a la Virgen. Los primeros, también creen en Dios pero, por la misma desesperación, lo que es distinto. Y esta participación de la gente se rodea de un poquito... no sé si decirle folclore.
—Mística...
—Sí, hay mucha sugestión también. Y eso confunde. En la ignorancia —y eso nos hace culpables— la gente confunde prodigio con milagros. El milagro lo hace sólo Dios. Ni María ni los santos. Es algo que rompe las leyes naturales que rigen nuestra vida: como un diagnóstico de cáncer y restándole al paciente un mes de vida, de la noche a la mañana aparece sano.
—¿Y el prodigio?
—Cuando se dan las condiciones. Y los prodigios se han manifestado, como el caso de matrimonios que no podían tener familia y estaban en condiciones de tenerla. Otros perdían el feto y con la misma fe han podido tener hijos. Y así hay muchos Marianitos y Marianitas. Y no es que yo lo produzca. Es la fe que mueve al hombre.
—La gente puede llegar a tener fe en Dios, en la Virgen, pero no nos engañemos: viene por usted.
—Bueno, pero eso puede ser debido a la fama que la gente ha hecho.
—Que ya venía de Caucete…
—Pero de antes también... yo me animaría a decir desde mi ordenación. Yo estoy convencido que no tengo poderes... soy un simple sacerdote, pero todo lo que hago es con fe y amor.
—Cuidado, que la mentira también es pecado ¿0 no? (risas). En la cola de fieles, se decía que usted negaba sus poderes porque la Iglesia le podría llamar la atención...
—No... la gente genera mucha leyenda, folclore, cosas, frutos del miedo o Ia ignorancia. Estuve en una misa crismal los otros días y la gente me ovacionaba y me decía: así que se va a Roma, que lo llama el Papa que pide su bendición. Por ejemplo, dicen que saco a las personas de la depresión. Médicos y sacerdotes me han mandado gente por ese problema. La depresión es un factor psicológico en que se pierde el orden de la voluntad del hombre. La meta es hacerlo rezar, que vuelva a creer. Y eso no es prodigio.
—Hablando de fama, he escuchado mil historias de exorcismos hechos por el padre Mariano.
—Se habla de muchas cosas. El verdadero estudio del exorcismo requiere un cuidado y una formación especial que no tengo. Pero ¿qué pasa? A veces lo reconozco: personas histéricas o con shock emocional o herida del alma por opresión del pecado, han deformado su sicosis: cambian la voz, el sentido, usted le tira cualquier agua y creyendo que es bendita siente que se quema ¡cuando son puras mentiras!
—Mucha gente, como usted dice, viene porque necesita solución inmediata. Esos son candidatos para los parapsicólogos. Esta vez, parece que la Iglesia le quita adeptos.
—Si los parapsicólogos tuvieran poder, me hubieran hecho desaparecer de San Juan. Aquí los que se dicen parapsicólogos son los que se han ido a Buenos Aires a hacerse unos estudiecitos y vienen con la placa. Pero no vienen con el análisis de los fenómenos parapsicológicos sino con la brujología, buscando un fin comercial: que un yuyito de allí y otro de acá, que una velita roja... Eso es falso. Son charlatanes que le dicen a alguien enfermo de cáncer que se va a sanar...
—Padre ¿usted es o no un curandero?
—Eso suena espantoso. Digamos que ayudo a sanar el corazón, los sentimientos, pero el enfermo debe ir al médico.
(Con información de Actualidad Jachallera y El Nuevo Diario)