En el cementerio del pueblo jachallero, bajo la sombra de un algarrobo centenario, descansan los restos de Buenaventura Luna. Entre guitarras, placas y silencios que parecen cantar, su tumba se transformó en un símbolo vivo del Norte sanjuanino, donde la poesía y la tradición siguen encontrando refugio. Fotos y video: Gabriel Iturrieta.