José Peluc se puso él mismo la vara a una altura considerable en la última semana de campaña, cuando todavía nadie sospechaba el batacazo de Milei en todo el país. Dijo bien clarito en Paren las Rotativas que si no coronaba con un diputado nacional sería un fracaso propio, de él mismo.
Lo hizo cuando las encuestas le daban 20 puntos y cualquier salto de sus rivales a 40 puntos hubieran puesto en duda ese objetivo de mínima. Y por los dos lados consiguió el objetivo: no sólo que llegó a 26 puntos en San Juan sino que ninguno de sus competidores pudo dejarlo fuera de juego.
Para Peluc, el riesgo era doble porque se había lanzado al desafío en un ejercicio de confianza ilimitada en la marca que lo respaldaba, la de LLA y Javier Milei. Era ese casi el único activo del que disponía, teniendo en cuenta el alto nivel de desconocimiento del candidato Abel Chiconi.
Al momento del armado en la cocina política, Peluc se inclinó por el enólogo y nuevo legislador nacional sin que nadie conociera perfomance política alguna suya, sencillamente porque no existía. Y lejos de representar una dificultad, allí estuvo su fortaleza: un desconocido con el aval del presidente.
Apuesta riesgosa la del líder local de LLA, seguramente operada a sugerencia de los altos comandos nacionales, pero que lo hubieran tenido para la cachetada si no resultaba. Pero resultó, con comodidad.
La perfomance libertaria en la provincia también tiene una faceta en la que quedó algo deslucida. Fue la única provincia de Cuyo en la que no ganó, en Mendoza por alianza con el gobierno y en San Luis por desistimiento de Poggi. Y el 26% que obtuvo no sólo que quedó lejos de disputar el liderazgo al que pudiera haber aspirado –de hecho, ganó en 16 provincias-, sino también a 15 puntos de la media nacional.
Claro que en San Juan contó con la dificultad extra de tener enfrente a un postulante de una gestión provincial afín al espacio de Milei, con el que alguna vez cruzaron negociaciones para armar una fórmula conjunta que se terminó frustrando.
Los que estuvieron en el tome y traiga conocen los motivos por los que el acercamiento entre Milei y el orreguismo no cuajó, cosas del pasado. Las cosas del presente son que al disputar ambos el mismo electorado, el peronismo les pasó por el medio con una marca no demasiado potente, apenas el 34%.
Hubiera ayudado, sin que resultara suficiente, sumar las voluntades que cosecharon las otras tres listas pro Milei que compitieron con otras denominaciones: Sergio Vallejos, Yolanda Agüero, Gastón Briozzo. Entre los tres sumaron algo más de 3,5 puntos, con los que hubiera arañado los 30 y seguiría en el mismo lugar del podio. Desde ese lado, un desgaste tenue. Pero desgaste al fin. Impulsado por su visión de que “critican a Milei, por lo tanto no pueden ser mileístas”. Por lo bajo, irrumpen otros motivos más asociados a la ocupación de espacios. Como fuera, no sea cosa que en otra ocasión signifique los votos que hacen falta para ser o no ser.
También es cosa del presente que el presidente Milei eligió en su primer discurso post triunfo convocar a los alejados, en especial a todos aquellos con los que tiene algunos puntos en común. Orrego no es un gobernador reacio a los buenos tratos, tampoco le saca la espalda al contacto institucional. De lo que se desprende que allí estará, y con entusiasmo reforzado si el menú de requisitos no es tan exigente.
Con el diario del lunes 27 de octubre, podrán leer lo que sirvió o lo que queda pendiente. Tal vez para que pueda avanzar hará falta que se depongan algunas actitudes de enemistad local. O que baje la orden y se proceda.