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Colombia: ¿espejo de Argentina? Como acá, en el centro no hay nada

Las elecciones que se desarrollaron ayer en Colombia confirman que los pueblos están buscando, cada vez más, opciones extremas dentro del sistema, y casi al borde también.

Por Guido Berrini

Gustavo Petro, candidato a la presidencia de Colombia por el Pacto Histórico, cosechó en las elecciones del este domingo pasado el 40% de los votos, cuando esperaba un número mayor que lo depositara en el balotaje con el triunfo prácticamente asegurado.

Petro a pesar de su pasado guerrillero, enfrentó la elección con un discurso moderado. Dueño de una retórica inofensiva, apuntó a la confraternidad, al diálogo, y recitó valores incuestionables como justicia, paz e igualdad.

La sociedad colombiana ha sido aleccionada a fuerza de violencia durante decenios por gobiernos de derecha y sus ocasionales alteregos, las fuerzas revolucionarias según cambiaban la conducción.

Es un pueblo al que han llevado a la idea del posibilismo extremo, y nada de lo que aparezca por afuera del discurso que domina la escena política del país en los últimos 60 años parece permearlo. Es un pueblo al que han llevado a la idea del posibilismo extremo, y nada de lo que aparezca por afuera del discurso que domina la escena política del país en los últimos 60 años parece permearlo.

Quien ocupó el segundo lugar fue el candidato al que llaman tiktokero, Rodolfo Hernández, con el 28% de los sufragios.

Es un empresario de la construcción que se hizo megamillonario con los planes de vivienda de interés social, en la crisis colombiana de los 90. Terminó siendo constructora y banco también, por lo que no dejó un peso del negocio por afuera de su órbita.

Un análisis somero permite parangonar a Hernández, candidato por la Liga de Gobernantes Anticorrupción, con Javier Milei, el libertario argentino.

Hernández creció en la consideración popular a fuerza de redes sociales y un discurso anticorrupción sin mayor sustento. “Yo me defino como un ingeniero que viene a echar a los ladrones”, dijo alguna vez.

Este discurso lo excluye de la casta a la que dice detestar, pese a que él es intendente de Bucaramanga. Milei también es hombre de la política, electo diputado nacional. Antes era empleado de Eduardo Eurnekian, el licenciatario de los Aeropuertos Argentinos que consolidó su fortuna haciendo negocios con el Estado que Milei promete hacer volar por el aire, con los explosivos que le sobren de la destrucción del Banco Central.

Todo esto en términos retóricos. En términos políticos Hernández tiene menos que ver con Milei de lo que nos puede parecer. Es en realidad un populista de derecha, más al estilo Trump, proteccionista, y convencido de la necesidad de un Estado donde los empresarios, “esa joya que todos tenemos que cuidar”, cumplan un rol clave y se lleven la parte del león.

Su discurso, también como el de Trump (y aquí también se arrima Milei) tiene un fuerte tinte racista y clasista.

Esto lo deja claro algunas frases que lo definen: "Necesitamos que los empresarios entiendan que el mejor negocio del mundo es tener gente pobre con capacidad de consumo, porque los pobres consumen toda la plata", señaló desde sus redes sociales este mismo año.

Y redondeó el concepto: "A los ricos les va mejor cuando los pobres tienen plata en el bolsillo, porque los ricos son los que arman la producción, los que hacen la oferta de bienes y servicios. Los pobres son consumidores".

En tiempos de la emigración de venezolanos hacia su país, bromeó: “Las venezolanas son una fábrica de hacer chinitos pobres”.

Hernández dejó afuera del balotaje a Federico “Fico” Gutiérrez (23%), la derecha clásica, que se podía emparentar con Juntos por el Cambio. Gutiérrez, el candidato del uribismo, fue víctima del discurso anti polítca de Hernández y, con la gestión de Uribe y Duque sobre sus espaldas, no hubo como contrarrestarlo.

La lección que deja Colombia

Al centro, en Latinoamérica, no hay nada. Esta es una enseñanza que debería anotar Alberto Fernández, Pedro Castillo, o Gabriel Boric. El argentino parece no comprender los deseos profundos de su electorado, y mantiene su discurso de buenas ondas y su resignación a no dar peleas que podría perder.

Boric, que se mostró mucho más “prolijo” con la banda presidencial que sin ella, ya avisó que es capaz de ir nadando hasta California con tal de estar en la Cumbre de las Américas si Joe Biden le da una bilateral. Así, el joven presidente chileno le da la espalda al intento de Andrés Manuel López Obrador de sacudir al menos las relaciones de poder en las Américas, que cuenta con el apoyo, entre otros, de su vecino lucho Arce, el presidente de bolivia. Coincidentemente, la popularidad del barbado trasandino baja con prisa y sin pausa, y ya tiene una imagen negativa cercana al 60%.

Castillo negó a sus mentores de Perú Libre, y sin respaldo de la masa popular que lo votó, ya tuvo que cambiar 8 gabinetes y su futuro pende un hilo, o de un suspiro del Congreso.

“Fico Gutiérrez” ya anunció que no sólo apoyará, sino que trabajará por Hernández presidente, contra la candidatura de Petro.

Petro busca enfrentar esa alianza con discursos plagados de referencias al consenso, llegando hasta la promesa del “perdón social”, una amnistía a los victimarios de décadas de violencia política, "independientemente si estos cometieron crímenes políticos amnistiables e indultables o cometieron crímenes contra la humanidad", según el mismo señaló.

Petro dice esto mientras se calza ante cada aparición pública un chaleco antibalas, en un país en el que en el último año asesinaron a más de 200 dirigentes sociales, y con analistas que dicen que es más fácil que no llegue vivo al balotaje a que lo gane. Petro dice esto mientras se calza ante cada aparición pública un chaleco antibalas, en un país en el que en el último año asesinaron a más de 200 dirigentes sociales, y con analistas que dicen que es más fácil que no llegue vivo al balotaje a que lo gane.

Hernández, pese a su discurso anti política, aceptará gustoso el apoyo de Gutiérrez y el uribismo, máximos exponentes de la casta que desprecia. Los mismo hubiera pasado de ser Gutiérrez segundo y Hernández tercero. Así, la derecha y la ultraderecha sumaran fuerzas contra el máximo progresismo que los colombianos lograron darse y, probablemente, en dos semanas, el millonario constructor sea el presidente de Colombia.

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