No se lo escuchaba tal locuaz y ácido desde los tiempos en
que sacudía la modorra desde Rawson y se animaba a desafiar al gigante. Volvió
con todo Mauricio Ibarra, con aspecto de jugarse un pleno: apostar al desgaste
del gobierno nacional y pasarle por el medio a la unión de fuerzas que intentan
consolidar Eduardo Cáceres y Roberto Basualdo bajo el influjo macrista puro. Se
verá con el tiempo si la jugada rinde, lo que no deja de ser es entretenida.
Se subió al ringo en Paren las Rotativa el domingo pasado.
Revoleó definiciones tajantes como aquel viejo Mauricio que cortó con el
giojismo en plena época de vacas gordas. Volvió a lo suyo después de un tiempo
zen. Y lo hizo con la repercusión tal de las polvaredas que tardan en
asentarse.
Tuvo para el PRO puro, con que algún día supo coquetear en
los tiempos del Peronismo Federal y aquella ya célebre conquista del
"alika-alikate”: se habían reunido unos días antes la plana mayor nacional en
San Juan y les dedicó un lapidario "dejen de boludear”. Y contó que se reunió
con el líder amarillo de la provincia para decirle a los ojos que "voy por
vos”, además de no descartar de ninguna manera la posibilidad de confrontar con
el compañero de ruta con el que más siente apego político y personal, Roberto
Basualdo.
Pero hubo mucho lenguaje no verbal, el de los gestos y el
que las palabras dejan librado a la imaginación. La cosa es así: Basualdo,
Ibarra, Colombo, Conti y sus respectivos partidos forman parte de un acuerdo
denominado Compromiso por San Juan, dedicado a reconstruir las partes de
agrupaciones entonces opositoras a los modelos K y G. Pero de carácter
nítidamente provincial, motivo por el cual pudieron convivir peronistas,
radicales, bloquistas y otras especies sin pisarse los callos. Con ellos
coqueteó –y acordó en una oportunidad- Eduardo Cáceres, pero éste claramente
volcado desde el principio con Macri. Les comió el hígado: les ganó la primera
elección primaria en San Juan por una diferencia mínima y se quedó con lo que
todavía ostenta y ahora pone en juego, la banca de diputado nacional.
Las cosas a nivel nacional cambiaron y a nivel provincial
también. Ya no está ningún K a quienes oponerse ferviente, mientras el orden
local prepara un diseño de confluencia masiva alrededor de Macri, ése que a
Ibarra no le calza de ninguna manera. El asunto es definir qué será de la
criatura inicial, Compromiso por San Juan, más allá de las intenciones de cada
uno.
Roberto Basualdo deja bien en claro por donde va que el presidente
de la Nación es el líder de su escudería, ya no el hombre de Tigre al que supo
fogonear en la última elección. Decisión frontal y rotunda, a la luz del sol,
como tiene que ser. También, razonable si se comprende de quién se habla: un
dirigente siempre encuadrado en las visiones que hoy desarrolla Macri. El
asunto es qué estructura es la comprendida en ese tránsito.
Si es su partido, Producción y Trabajo, o si es directamente
toda la colación, Compromiso por San Juan. En el primer caso, parece en todo su
derecho. En el segundo, encontrará la riña de los que formaron el bloque de
Compromiso y que ahora lejos de encandilarse, reniegan de la gestión nacional.
Ese es el caso de Ibarra, de acuerdo a su categórico punto
de vista expuesto en Paren. Lo que plantea el rawsino es que la formación de
Compromiso por San Juan echó raíces mucho antes que la instauración del
gobierno macrista, incluso mucho antes de la definición por Massa. Y que por
consiguiente, se trata de una expresión de tipo local antes que nada. En la que
la visión nacional poco y nada importa, lo han recitado miles de veces.
Por lo tanto, si esto fuera así, implica que cada uno puede
acudir a una eventual interna –o método similar para dirimir candidaturas-
abrazando la expresión nacional que más les plazca. El gran problema para esa
interpretación es que el PRO es ya no sólo un partido nacional consolidado,
sino que además el año próximo se juega su sobrevida en la elección de medio
término. Entonces, ¿cómo podría ser leído que el partido del presidente, el que
defiende los trapos, participe en el comicio en el que se juega la vida en una
elección sin sus colores (Compromiso no es el PRO), e incluso con la
posibilidad de quedar afuera de la final (la elección de diputados) si es que
pierde la interna? Es decir, ya no perder la elección sino siquiera no
calificar para disputarla.
Improbable conceder que eso ocurra, la respuesta estará en
los formalismos y los aprontes de estos días. Como están las cosas en el papel,
algún dirigente de Compromiso podría tocar cómodamente la puerta de la
coalición local y preguntar dónde está la ventanilla para inscribir una
candidatura a diputado nacional contra el postulante del PRO en la interna. Y
si no lo dejan, sentirse con derecho a circular por afuera con el argumento de
padecer algún hipotético cambio de reglas.
Es lo que está haciendo Ibarra. Según él mismo contó, ya le
dijo cara a cara a Cáceres que su partido planteará una candidatura para la
categoría de diputado nacional –que el legislador amarillo planea revalidar sin
sobresaltos- y que no descartaría hacerlo con la categoría senador. Si alguien
pudiera imaginarse que lo hace, y que gana, estaría dejando afuera de la grilla
de partida nada menos que al partido del presidente. Y lo obligaría a apoyar a
un candidato que en el orden nacional está relacionado con Massa. Inimaginable.
Planteado así, un callejón sin salida. A menos que lo que
acompañe a Basualdo en su camino hacia el PRO sea a su partido y a los que lo
quieran seguir, es decir todos con excepción del partido de Ibarra: Actuar, que
tiene funcionarios en el gobierno macrista pero que también podría presentar
postulantes para dirimir con el PRO, el bloquismo disidente de Conti, Dignidad
Ciudadana, etc. Lo que dejaría a Ibarra el camino libre por el lado de Massa,
pero sin dirimir fuerzas internas con nadie y haciendo explotar por los aires
aquella creación política que juntó a la entonces oposición.
Como otro ingrediente en este estofado opera el reciente
ofrecimiento del gobierno de Macri hacia una punta de lanza ibarrista, para
sumarlo a sus filas. Es Gustavo Rojas, ex intendente cuando el propio Ibarra
renunció para mudarse al Congreso, a quien sedujeron con un cargo de jerarquía
nacional. Lo que lo separaría, tal como pintan las cosas, del propio Ibarra.
Está por verse: dicen que el ex jefe comunal y lugarteniente de Mauricio aún no
define qué rumbo toma. Aunque lógicamente, si acepta quedaría afuera del
operativo que se diseña en Rawson.
Para afrontar esos retos electorales, Ibarra planea jugar con
el semillero. Seguramente el diputado Carlos Munizaga resulte nominado para
salir a la cancha a disputarle palmo a palmo a Cáceres, si es que se concreta
la advertencia de Ibarra. No es un mal candidato para los tiempos que corren,
aunque queda claro que debería remontar desde atrás.
Recién si se generaliza el conflicto podría aparecer la
carta personal de Mauricio Ibarra impresa en una boleta. Y no sería un lance
menor si es que apuesta a senador y queda cara a cara contra Roberto. Los
cálculos de estos días pasan por los fondos de la campaña: dicen que Massa se
quedó con la sangre en el ojo con San Juan y quiere ir por la revancha,
lógicamente vía Ibarra.
Se explora también la línea camionera, el otro eje que
suscribió el acuerdo de Compromiso por San Juan que ha quedado desplazado del
rumbo macrista. Con una diputada nacional en su haber, Florencia Peñaloza, lo que
no es poco. Tomando posiciones, por si el ruido de sables pasa de las palabras
a los hechos.