Decir que el caso tiene ribetes de película es poco ya que, a medida que la teoría del Ministerio Público se profundiza, el sangriento episodio que terminó con la vida de Marcelo Amarfil ofrece una trama cada vez más atrapante, no sólo por la plataforma fáctica que este viernes se conoció, sino también por la firme postura de la acusada de declararse inocente.
Es que Luciana Bustos Sánchez, la docente universitaria que está sospechada por el crimen en Las Chacritas, se presentó en Tribunales frente a la jueza de Garantías Celia Maldonado y escuchó atentamente el relato de los fiscales Adrián Riveros y Francisco Pizarro, secundados por sus ayudantes fiscales Sebastián Gómez y Emiliano Pugliese, quienes la señalaron como responsable del asesinato y la imputaron por homicidio agravado por alevosía.
Para la fiscalía, la joven de 33 años que es becaria del CONICET y licenciada en Historia actuó fríamente y se aprovechó de la situación de indefensión de la víctima para apuñalarlo hasta matarlo. Los investigadores sostuvieron que, tal y como se sospechaba, la mujer y el profesor de Educación Física estaban manteniendo relaciones sexuales minutos antes del homicidio y, cuando la acusada lo tuvo a su merced, lo atacó a traición.
El relato de los funcionarios de la UFI de Delitos Especiales describe que la víctima y la imputada era amigos, se conocían de hacía muchos años y -como era habitual- se reunieron para tomar algo. Ella lo pasó a buscar el martes 16 de enero por la noche por su casa, en el automóvil Ford Fiesta, y se dirigieron a un bar de Santa Lucía. De las 22 a las 0.30 horas del día siguiente, es decir, el 17 de enero, permanecieron en el sitio donde comieron y tomaron y, luego, se marcharon.
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Acorde los registros de las cámaras de seguridad en la zona, el vehículo con los involucrados se dirigió hasta calle Pellegrini y en el tramo que comprende Solís y Santiago del Estero -en 9 de Julio- se estacionaron. Sin viviendas a la redonda y cercados por la oscuridad del lugar y las fincas allí emplazadas, intimaron y, según detalló el MPF, encarnaron un juego sexual que terminó de la peor manera.
La teoría del caso afirma que la víctima se encontraba completamente desnuda y con sus manos atadas con unas esposas de cuero. Además, sostiene que llevaba puesto un antifaz y por tanto nunca supo que sería agredido con un cuchillo. Lo que siguió después fue el ataque que le profirió heridas en el rostro, en el cuello y en una de sus manos.
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El informe de autopsia arrojó que Amarfil murió por un shock hipovolémico y que la lesión que le provocó el deceso fue la que sufrió en el cuello, que fue tan profunda que hasta le cortó la tráquea. Un dato no menor para la fiscalía es la herida en la mano izquierda de la víctima, puesto que un cuchillazo le cortó el dedo índice. Ese sería un indicio de que existió un acto de defensión ante un ataque y contradice los dichos de la imputada, que asevera que su amigo se autoagredió.
"Ocultar su intención de matar sin riesgo, atacando a traición a la víctima, eso es alevosía", explicó Pizarro mientras que Riveros arremetió con todo y, en audiencia, manifestó: "Se aprovechó del estado de indefensión de la víctima, que estaba con las manos sujetas y los ojos vendados. La víctima la conocía y confiaba en ella, nunca pensó que iba a ejecutarlo como lo hizo".
A pesar de que la defensora oficial Cecilia Mut Russo se opuso a que su defendida fuera tras las rejas, solicitando subsidiariamente que recibiera la domiciliaria, la jueza Maldonado dio lugar al pedido de prisión preventiva por parte de la fiscalía y, por tanto, por el término de un año Bustos permanecerá tras las rejas en el Servicio Penitenciario. Mientras tanto, el caso se investigará un por año.