Pasaron 18 días del brutal e insólito crimen de Hebe Yolanda Leguiza, la jubilada que fue asesinada a mazazos por un menor en Capital, y sus hijas -que atraviesan una pesadilla desde el 7 de mayo- rompieron el silencio y confesaron que aún no pueden creer lo que sucedió, no sólo porque perdieron a su madre en un violento episodio, sino también por la forma en que se desató.
Micaela y Mónica contaron que si bien pensaron que el ataque contra su madre fue en ocasión de robo, con el correr de las horas conocieron los detalles que las dejaron atónitas. Primero fue la preocupación lo que invadió a la menor de las hijas, que vivía con su madre y se alarmó cuando la mujer, que había ido al médico, no regresaba. Sin embargo, no pensó nada extraño hasta que la Policía llamó a su puerta y su mundo se vino abajo.
En principio, las autoridades le informaron que su madre había sufrido un accidente en la calle y que estaba en el hospital. "Me desesperé, los policías no sabían mucho tampoco. Le avisé a mi hermana y los investigadores me llevaron al hospital", detalló Micaela, quien se enteró de lo ocurrido cuando arribó al Rawson. "Nadie se imagina semejante barbaridad, pensé que se había golpeado cuando le quisieron robar la cartera", agregó Mónica.
La jubilada de 70 años sufrió un edema en la cabeza, producto de los golpes que recibió, y al cabo de pelear por su vida durante más de diez horas, finalmente, falleció. "Estuve con ella toda la noche, entré y la vi. Fue muy duro", confesó Micaela, con la voz quebrada.
Si bien la joven que permanecía en el nosocomio observó el video de la agresión que le mostraron los fiscales, ya que creían que la chica podía reconocer al agresor, dadas las sospechas de un ajuste de cuentas, su hermana conoció los detalles del ataque a través de las noticias. Con el paso del tiempo y en medio del dolor por la muerte de su madre, supieron que el homicida era un menor que había sido identificado y, más tarde, fue detenido.
"Mi mamá se encontraba en el lugar y en el momento equivocado. Podría haber sido cualquier persona, lamentablemente le tocó a mi mamá", sostuvo Mónica sin titubear. También indicó: "Ojalá no le hubiera pasado a ella ni a nadie".
Sobre la víctima, las entrevistadas aseguraron que era una excelente persona, una buena madre y mejor abuela. "No se metía con nadie, era simpática, tranquila, muy compañera y generosa. Odiaba los problemas. Estaba sana, había ido al nutricionista, estaba llena de vida", dijeron. Hebe, como la llamaban en su entorno, vivió muchos años en Buenos Aires y allí trabajó como policía de la Federal, hasta que se retiró y se vino a vivir a San Juan.
A pesar de sentir que viven una injusticia y que saben que a su madre no la van a tener de vuelta, las hijas admitieron que esperan que haya Justicia y que las autoridades judiciales emitan una respuesta ejemplificadora. Aunque estuvieron un tanto abrumadas por la situación, se asesoraron con un abogado y entendieron que, como se trata de un menor, hay posibilidades de que no reciba una condena. Es por eso que confesaron que tienen miedo de que el caso quede impune.
"Uno nunca imagina que va a pasar esto. Tenés la sensación de que va a quedar en nada porque es menor. Al mismo tiempo, tenés el deseo de que se haga Justicia de alguna manera, desconozco qué pasa con los menores. En estos momentos estamos como desorientados, desconcertados en qué nos depara el futuro", manifestaron.
Pese a ello, aseveraron que necesitan respuestas. "Vamos a trabajar para tener respuestas. El caso fue un cimbronazo para toda la sociedad, la gente está indignada. Esto no puede pasar, no pudo pasar y tampoco puede volver a pasar. Le tocó a mi mamá, pero si el día de mañana le toca a un familiar de un juez, porque nadie está libre, qué pasa. Es por eso que tendría que haber una condena ejemplar, en el marco de la salud mental y la ley de menores", expresaron.
Respecto al hecho de que la Justicia había detectado que el adolescente homicida vivía en medio de un clima de violencia familiar, pero no hizo demasiado para cambiar las cosas, las hijas se mostraron insatisfechas por el obrar de los agentes judiciales. "Esas noticias no caen bien. Si ya hubo indicadores de que el chico supuestamente no está bien y no pasa nada. Qué sensación nos queda. Que no pase nada tampoco en este caso", deslizaron.
Por el momento, admitieron que esperan por un dictamen. Saben que el menor fue internado en una clínica en otra provincia y que aún no se sabe cuál es su diagnóstico. Sin embargo, aguardan por las respuestas que, de algún modo, expliquen el comportamiento del asesino.
Quienes quedaron con miedo de caminar solas por la calle anticiparon que van a dar pelea para que se haga Justicia. Contaron que hay mucha gente que las acompaña y que están dispuestas a colaborar para que la muerte de su madre no sea en vano. "Nadie se levante de un día para otro a matar a alguien. Siempre hay un indicio, pero se ve que no lo vieron", dijeron y concluyeron: "Mi mamá no se merecía esto, nadie lo merecía. Por ahora tenemos paciencia, pero si hay que movilizarse por una respuesta lo haremos".