Habla por primera vez el expolicía chimbero que mató a un motochorro cerca de la cancha de River y terminó con tobillera: "Me siento humillado"
Liberado con tobillera tras ser imputado por la muerte de un delincuente en el barrio de Núñez, Julio Montenegro cuestiona la decisión judicial que lo mantiene vigilado mientras avanza la investigación. El hecho ocurrió la semana pasada, tras un intento de salidera. Su historia y cómo vive esta situación.
Aunque reconoce que desde que se fue de San Juan para sumarse a las fuerzas, con apenas 18 años, vivió siempre en constante peligro, lo que le pasó la semana pasada en el barrio de Núñez jamás lo había vivido. Julio Montenegro, de 42 años, es oriundo de Chimbas y desde hace más de dos décadas reside en Buenos Aires, donde vive de su jubilación y de sus trabajos como custodio privado. Fue integrante de la Policía Federal, cumplió funciones de seguridad en distintas empresas y hasta llegó a custodiar al embajador de Emiratos Árabes. Sin embargo, ninguna de esas experiencias lo preparó para lo que enfrentó el martes pasado.
Todo ocurrió en la esquina de Iberá y Cuba, a pocas cuadras del estadio Monumental. Montenegro iba al volante de un vehículo junto a un empresario que lo había contratado y acababa de salir de una financiera del microcentro porteño, cuando notó movimientos sospechosos en el tránsito. “De golpe veo tres motos con dos ocupantes cada una, todos vestidos de negro. Se me cruzan. Uno se baja y mete medio cuerpo dentro del auto, y el otro le apoya un arma en la espalda mi acompañante”, relató el expolicía en exclusiva a Tiempo de San Juan.
“Pensé que le iba a disparar. Fue un segundo. Tomé mi arma y tuve que actuar. No hubo tiempo de otra cosa”, agregó.
El proyectil impactó en uno de los motochorros, que cayó a pocos metros del lugar y murió en el acto. Los otros cinco escaparon. Las cámaras de seguridad registraron la secuencia: el intento de salidera, la reacción de Montenegro y la fuga de los delincuentes.
En el lugar, la Policía secuestró una pistola Glock calibre 40, un cargador con municiones, una mochila con dinero y un punzón metálico. La autopsia determinó que el asaltante fallecido tenía un solo disparo.
El sanjuanino fue detenido inmediatamente y pasó dos noches en un calabozo. El juez Santiago Bignone lo imputó por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, aunque su defensa -a cargo del abogado Daniel Cesari Hernández- planteó desde el inicio que se trató de un caso de legítima defensa. Finalmente, el magistrado ordenó su liberación bajo una medida restrictiva: una tobillera electrónica.
“Me dieron la libertad el viernes y al día siguiente me llamaron para colocarme la pulsera. Desde entonces no me la saqué. Me siento humillado, me duele esto después de haber dedicado mi vida a proteger a los demás”, dijo el ex agente, visiblemente afectado. “Yo soy una persona que trabajó toda su vida, que tiene familia, que nunca tuvo un problema con la Justicia. Y ahora tengo que andar con esto... así no puedo trabajar. Es una situación que nunca me pasó y no quiero que le pase a nadie".
Actualmente Julio vive en Villa Devoto junto a su familia y reconoce que la medida judicial le impide volver a trabajar. “Estoy parado, esperando que se aclare todo. Confío en la Justicia, pero no puedo evitar sentirme señalado. Quiero llegar a Patricia Bullrich, necesito que me ayude a resolver esta situación porque necesito seguir trabajando. No sé hacer otra cosa que no sea trabajar”, explicó.
Montenegro cuenta que todos los años vuelve a San Juan. "Mi familia es mi sostén. Saben que mi vocación siempre fue esta. Y ya de grande, cuando tuve la oportunidad de entrar a la fuerza, lo aproveché. Gracias a mis padres también, que me brindaron todo. Mi papá vive en San Juan y hoy lo tengo preocupado por lo que me pasó".
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El caso generó una fuerte repercusión pública. En redes sociales, cientos de usuarios expresaron su apoyo al sanjuanino y criticaron la decisión del juez. “La gente que me conoce sabe qué tipo de persona y profesional soy. El apoyo en general es importante, sobre todo de gente que no conozco. Yo no salí a buscar a nadie. Me defendí y defendí una vida. Ojalá entiendan eso”, insistió Montenegro.
Mientras tanto, la causa sigue en etapa de instrucción. El fiscal José María Campagnoli analiza videos y testimonios que podrían determinar la mecánica exacta del hecho y confirmar si la reacción de Montenegro encuadra en la figura de legítima defensa. Aún restan pericias balísticas y declaraciones de testigos clave. Montenegro, en este contexto, aseguró su colaboración en todo momento: "Es una humillación lo que estoy viviendo. Soy un profesional, una persona capacitada y tengo que estar con una pulsera 24 horas por 90 días; no puede ser".
Por ahora, su destino depende de lo que resuelva la Justicia. Si se confirma la legítima defensa, podría ser sobreseído. “Lo único que quiero es volver a trabajar y recuperar mi vida”, cerró.