José Alfredo Ibazeta, ex intendente de Calingasta y propietario del lugar donde ocurrió la tragedia que se cobró al vida de un nene de cuatro años, se entregó a la Justicia este miércoles por la mañana y quedó detenido, sospechado de ser responsable por la muerte del menor.
Después de que personal policial realizara un allanamiento en su domicilio y no lo encontrara, las autoridades lo creyeron prófugo de la Justicia. Sin embargo, rápidamente el actual concejal salió a aclarar en los medios que se hallaba en Mendoza y anticipó que se pondría a derecho. Finalmente, eso sucedió a media mañana, cuando se presentó en la UFI de Delitos Especiales.
El hecho que lo tiene por estos momentos tras las rejas, a la espera de la audiencia de formalización, es el del nene identificado como Hilario Uribe, a quien se le cayó un arco encima y murió aplastado. Todo ocurrió en un cumpleaños que se festejaba en un lugar de eventos llamado "San Cristóbal Fútbol Club", ubicado en la intersección de calles Presidente Roca y Las Heras, en Barreal, cuyo dueño es Ibazeta.
La otra persona que se encuentra detenida es el administrador del predio destinado para eventos, Gustavo Alberto Campillay Rodríguez. Fue apresado en un allanamiento realizado el lunes último por la tarde en Barreal.
El fiscal Francisco Micheltorena y el ayudante fiscal Adrián Elizondo, de la Unidad Fiscal de Investigaciones de Delitos Especiales, tienen pruebas que ponen a ambos como sospechosos del presunto delito de homicidio culposo.
El niño se puso a jugar en la cancha de fútbol 5 junto a otros chicos. Supuestamente, uno de los niños se colgó y la estructura metálica cayó arriba de Hilario, con tan mala suerte que lo golpeó en su cabeza. El pequeño murió en el acto por la grave herida en el cráneo.
Lo que establecieron el fiscal Micheltorena y el ayudante fiscal Elizondo junto al personal de la UFI de Delitos Especiales es que el predio tenía vencida las habilitaciones municipales y no se cumplían con las normas de seguridad. Puntualmente, ese arco metálico carecía de contrapeso y no contaba con un anclaje para que estuviese firme en el piso, además la superficie tenía un leve desnivel en ese lugar. Es decir, todo hacía presumir que podía ocurrir un accidente en cualquier momento. Por eso imputan a Ibazeta y a Campillay de posible impericia, negligencia e imprudencia por no tener en condiciones ese predio.