El caso que por estas horas conmociona a Iglesia tiene en el ojo de la tormenta a una ex amante de la víctima, quien se autoimplicó en el homicidio de Rubén Quiroga frente a autoridades policiales. La mujer, identificada como Glenda Návila Aciar, confesó que el hombre que era intensamente buscado fue asesinado y que sus restos fueron incinerados para eliminar los rastros.
Si bien todavía no está establecido qué rol tuvo la ex novia de la víctima, pues su actual pareja Luis Montaño también fue señalado y por ello quedó detenido, los investigadores suponen que tuvo un importante grado de participación pues habría sido ella quien lo citó a su casa, donde finalmente fue masacrado con una barra de hierro.
Según indicaron fuentes policiales, Aciar le tendió una trampa a Quiroga: lo invitó a su domicilio, lo hizo pasar y por detrás lo sorprendió Montaño con el elemento contundente. Lo cierto es que lo mataron a fierrazos, lo quemaron y, finalmente, lo tiraron a un pozo ciego.
Como la única declaración que vale es la que se pueda dar en sede judicial, pese la confesión, será el juez Javier Alonso -titular de la Segunda Circunscripción- quien le de validez a la declaración de la mujer sospechada mínimamente como cómplice del horror.
Esta no es la primera vez en la historia criminal de la provincia que ex amantes, novias y esposas están involucradas en macabros asesinatos. Algunas fueron condenadas por ultimar a sus hombres mientras que otras permanecieron bajo la lupa y zafaron por falta de pruebas. En lo que sigue, un breve repaso de mujeres asesinas de San Juan.
La Cowboy, una golpiza sin piedad y dos días de agonía
Al igual que lo que se relata sobre el caso más nuevo, la pelea entre Rosario Carrizo y Daniel Oviedo habría empezado después de una visita del hombre a su familia anterior. Esto habría provocado la furia de "la Cowboy", que discutió con su pareja y en un arranque lo apedreó en la cabeza hasta dejarlo casi inconsciente. La violencia no terminó ahí, porque Carrizo dejó al hombre encerrado y le siguió pegando, en una de esas ocasiones con un hierro en la cabeza, hundiéndole el cráneo. Todo esto no fue lo que mató a Oviedo, sino la falta de asistencia. Literalmente, la mujer lo dejó agonizar y desangrarse por casi 48 horas.
Los conocidos de la pareja, que llevaban algunos años juntos después de que Oviedo se separara de su primera mujer, coincidieron ante la Justicia en que no era la primera vez que había problemas en la casa chimbera. Incluso, según testigos, nadie quiso meterse en la pelea que le costó la vida al hombre porque muchos le tenían miedo a la furia de ella, e hizo falta que llegara la policía para forzarla a que dejara a los médicos hacer su trabajo. A pesar de los esfuerzos, la situación de él no tenía vuelta atrás, y poco después murió en el Hospital.
Marilyn Ocampo, una relación violenta y un puntazo en la cabeza
A Marilyn la condenaron, a pesar de que durante el juicio aseguró que el puntazo que le dio a Silvio Sebastián Poblete fue para defenderse, en medio de una pelea en la que ella asegura que le estaba pegando.
Ese cuchillazo fue el final de una relación que muchos calificaron de violenta, en la que aseguran que ella hacía escenas de celo contantes y que incluso una vez le quemó toda la ropa al joven iglesiano de 21, durante una pelea.
Lo cierto es que Poblete llegó al hospital con una puntada en la cabeza que terminó costándole la vida, mientras Ocampo tenía heridas leves e insistía en que su pareja había intentado matarla.
Una adolescente, tres hijos y una cuchillada mortal
Cuando ocurrió la muerte de Jesús Alejandro Pujado su pareja tenía 17 años, por lo que no se conoció su identidad ni fue enjuiciada como las protagonistas de los casos anteriores. Lo que sí se sabía sobre ella era que tenía una relación turbulenta con el padre de sus 3 hijos y con quien esperaba un cuarto.
La joven también recurrió a un arma blanca en la pelea final, en la que le provocó una herida mortal a Pujado. En este caso la diferencia fundamental fue que los familiares y el entorno de la joven sí sostuvo la versión de ella: que había golpizas constantes y que ni el embarazo que ella estaba cursando impedía que el hombre de 26 años la atacara.
La viuda negra, la avaricia y un crimen a sangre fría
Melisa Sánchez y su novio, Mario Castro, mataron sin pidiedad a Juan Carlos Pérez, un anciano que vivía sólo en el barrio Edilco. La mujer, que terminó condenada a prisión perpetua, era prostituta y había seducido a su víctima. Lo que el hombre tenía para ofrecerle no fue suficiente, ya que la joven terminó matándolo a puñaladas.
El asesinato se produjo durante la noche y tanto Melisa como su cómplice se ensañaron con el hombre. Lo mataron de 21 puñaladas. Eso fue lo que llevó a la Justicia sanjuanina a darle a la joven una condena ejemplar: prisión perpetua.
Otros casos icónicos que no terminaron en condena
La historia reciente de los crímenes sanjuaninos tiene otras 3 mujeres que quedaron en el ojo de la tormenta, pero que no ingresan a la misma lista que los anteriores. Es que la Justicia dictaminó que no había pruebas para condenarlas o, como en uno de ellos, el resultado no fue la muerte de la pareja.
Este último caso es el de Ana Vanesa Roldán, que llegó a la Justicia acusada de haber contratado a un sicario para matar a su esposo, el trabajador minero Claudio Picón. El juez entendió que la mujer junto a su amante, Andrés Tomás Ocampo, contrataron a un hombre para que en la madrugada del 5 de octubre de 2015 le disparara a su marido. La víctima sobrevivió sobrevivió, pero luego de haber estado en coma y muy grave durante semanas.
Sospechadas, detenidas y absueltas
El caso de Pamela Carrizo, también mujer de un trabajador minero, fue otro de los que quedó en la memoria de los sanjuaninos. Ella finalmente salió en libertad, ya que para la Justicia no había pruebas que la vincularan al asesinato de su esposo, que murió en su casa, junto a ella, después de haber de recibir un disparo en plena madrugada.
Un resultado similar en la Justicia fue el caso de Verónica Arancibia, quien estuvo detenida acusada de haber envenenado a su esposo. El hombre murió en la vivienda de ambos, poco después de una fuerte discusión que tuvieron, por la que ella salió a hacer la denuncia en la comisaría, ya que tenía el rostro con marcas de golpes.
En un principio hubo sospechas de que la mujer lo envenenó, mientras que ella sostenía que el hombre se tomó el veneno después de que ella salió hacia la seccional. Para la Justicia, no había pruebas de que fue Arancibia la responsable de la muerte, por lo que la dejó en libertad.