En exclusiva para Tiempo de San Juan, altas fuentes judiciales revelaron dónde está el cuerpo y cómo mataron al iglesiano que estuvo desaparecido más de 20 días. Las versión más fuerte indica que a Rubén Quiroga lo mataron a fierrazos, lo quemaron y, finalmente, lo tiraron a un pozo ciego.
Según contaron fuentes de la investigación, la confesión de la examante de Quiroga, Glenda Návila, fue contundente y taxativa. Tal como dijo la mujer, a la víctima lo citaron, de forma engañosa, en su vivienda, ubicada por Ruta 150 y Callejón El Tiro Federal, en Rodeo, Iglesia.
Una vez que llegó Quiroga a la vivienda se topó no sólo con su examante, sino que también estaba la pareja de ésta, Luis Montaño (32). Según dijeron a este medio, el hombre lo esperó escondido con un fierro. Una vez que tuvo la oportunidad, lo agarró a fierrazos hasta que logró su cometido: asesinarlo, relataron las fuentes. Para deshacerse, lo rodearon de cubiertas e incineraron su cadáver. Acto siguiente, tiraron los restos en en el pozo negro del domicilio, según confesó Návila.
Todo eso habría ocurrido durante la jornada del pasado 26 de mayo. Se cree que el macabro asesinato fue ese día ya que las pericias al celular de Quiroga lo ubican, por última vez, en esa vivienda. Durante la tarde y noche de este viernes estuvieron realizando las tareas necesarias para dar con el cuerpo. Aún no lo hallaron pero es inminente que, de seguir con las mismas excavaciones, terminen dando con los restos, dijeron las fuentes del caso.
Luego de esa terrible confesión, el juez Javier Alonso, a cargo de la Segunda Circunscripción Judicial, con asiento en Jáchal, ordenó la detención de la pareja. Ya están en los calabozos de la Comisaría 22ª. Si bien ahora resta comprobar la emboscada para matar a Quiroga, el caso ya estaría resuelto.
Ambos están acusados de homicidio. La examante, Glenda Návila, sería la que invitó a su casa a Quiroga, con el pretexto de tener una cita amorosa. Por su parte, la actual pareja de la mujer, Luis Montaño, fue quien habría realizado el resto: matarlo a fierrazos, quemarlo y tirarlo al pozo negro.
Según comentaron importantes fuentes judiciales, fue una ardua tarea investigativa, de unos 15 días de búsqueda de varias secciones de la Policía de San Juan. Incluso, el caso ameritó la presencia del jefe de la Policía provincia, Luis Walter Martínez, y la seria coordinación del juez Alonso.