El sujeto que cayó detenido por el femicidio en Calingasta de Pamela Rodríguez, Ángelo Castillo, presenta un historial delictivo familiar con su padre y su abuelo que protagonizaron un histórico secuestro de cocaína y marihuana y por ello fueron tras las rejas. Se trata de los conocidos 'baqueanos de la droga', Héctor Eduardo y Roberto Feliciano Castillo, detenidos en 2013 por traficar estupefacientes a Chile a lomo de mula.
Ahora, el padre fue aprehendido por las autoridades tras el asesinato que cometió su hijo, luego de un allanamiento en el domicilio donde viven. Es que según indicaron fuentes policiales, en esa vivienda encontraron un arma de fuego sin los permisos debidos, por lo que quedó tras las rejas en los calabozos de la Comisaría 16º junto al femicida.
En aquella oportunidad, un misterioso llamado telefónico a la Policía aportó un dato clave para una investigación que duró cinco meses y permitió el secuestro del mayor cargamento de droga -hasta ese entonces- en San Juan, con el hallazgo de cerca de 86 kilos de mercadería.
Los parientes del joven de 21 años acusado del atroz crimen de su ex pareja cayeron presos cuatro baqueanos calingastinos que hacían de su oficio de campo una suerte de mini empresa bien rentable que transportaba periódicamente bultos con droga a lomo de mula a través de la cordillera con destino a Chile.
La maquinaria utilizada por esta organización no era muy sofisticada, pero tenía la logística suficiente para traficar marihuana y cocaína por las complicadas huellas de la cordillera a la altura de Calingasta. Roberto Feliciano -el padre de Héctor Castillo y abuelo de Ángelo-, se encargaba de conseguir los cargamentos de droga que le entregaban un sujeto llamado Fabián y “La Tía” de Mendoza y organizaba los viajes con ayuda de su hijo, un tal Bruno y “Panchito” Tello para transportar la mercancía. Todo a cambio de una interesante suma de dinero.
A fines de octubre y principio de noviembre de 2015, los baqueanos calingastinos fueron a juicio en los tribunales federales de calle Mitre. A decir verdad, la sacaron barata. Acordaron ir a juicio abreviado y obtuvieron condenas que, para el común de la gente, podrían resultar leves. El tribunal cambió la calificación del delito del que se los acusaba inicialmente, pasando de la tenencia de estupefacientes con fines de comercialización a contrabando de estupefacientes, en grado de tentativa. Así fue que los Castillos fueron castigados con 5 años de cárcel.