El caso tuvo en vilo a la provincia por varias semanas: el hallazgo del cuerpo sin vida de la joven Thalía Recabarren en Zonda. A dos años de su muerte, y según el relato de Ángel Morales, acusado como autor del crimen, puso en evidencia una práctica sexual inusual que practicaron el día de la muerte de la joven de 17 años: asfixiarse durante 20 segundos para obtener un mayor placer sexual.
Morales dijo que primero lo hizo Thalía y después él. Ahí es donde el "juego" se le fue de las manos y terminó asfixiándola hasta la muerte. Pero la autopsia no sostuvo esta versión y demostró que la joven murió por un fuerte golpe.
Según lo que Morales testificó ante la justicia, dejó el cuerpo en el lugar y huyó. La familia de Thalía realizó la denuncia porque la chica nunca volvió a su hogar y comenzó su búsqueda.
Después de cuatro días, el joven homicida se quebró y contó que él fue quien asesinó a Thalía y dio precisiones del lugar donde estaba el cuerpo: a 26 kilómetros de la Ruta 12, en una campo colindante al predio de la Finca Las Moras, en Zonda.
El cuerpo de la adolescente estaba en una plantación de olivos abandonada, por esto el lugar no tenía casi tránsito de personas que trabajaran, a excepción de los vecinos del barrio de la chica, que a veces cruzaban por la propiedad para salir a la feria.
La relación
Thalía y Ángel comenzaron un noviazgo cuando tenían 15 años. Al momento de la muerte de la chica hacía 9 meses que habían roto. Pero la mamá de la joven dijo que luego de que terminaron, el exnovio la seguía maltratando y hostigando. La fatalidad quiso que Thalía aceptara juntarse con él aquella fría noche del sábado 18 de junio del 2016. Según contó el propio acusado, se reunieron cerca de la casa de ella y se dirigieron hacia un terreno baldío ubicado en las cercanías del barrio donde vivía la víctima.
El resto es historia conocida.
Morales confesó primero a la Policía y después ante la jueza María Julia Camus, a cargo del Segundo Juzgado de Menores. En ambas declaraciones contó lo mismo: admitió el homicidio y el causante, el extraño juego sexual. También, hasta se llegó a vincular a quien era la nueva pareja de Morales como co-autora del hecho. Pero después de declarar en condición de testigo, la joven fue desvinculada totalmente del hecho.
Pese a las declaraciones del Morales sobre cómo cometió el femicidio, la autopsia demostró que la joven había fallecido producto de una luxación en la columna producto de un fuerte golpe en la cara, por lo que las versiones de estrangulamiento y asfixia quedaron totalmente descartadas.
La justicia pidió pericias psicológicas para el joven homicida con el objetivo de establecer certezas sobre su salud mental. Debido a las conclusiones de los estudios, a los resultados de la autopsia y por su condición de menor, Miguel Ángel Morales debió ser trasladado al Instituto Nazario Benavidez, para menores varones con problemas con la ley, donde debería realizar un riguroso tratamiento psicológico.
Pero la familia de Thalía nunca pudo recuperar la paz. Aparecieron pintadas en la tumba de la exvirreina que amenazaban con que a su hermana Margarita le iba a pasar lo mismo.
El caso pasó al Primer Juzgado de Menores, a cargo del juez Jorge Toro. Ya pasaron dos años, y el asesino ya es mayor de edad, sin embargo continúa alojado en el Benavidez. Esto se debe a las tutelares impuestas por el juez: se encuentra terminando un tratamiento psicológico.
Después de eso, la causa pueda que se traslade al Juzgado de Instrucción de turno. A partir de ahí comenzará un nuevo proceso que podría terminar con Morales alojado en el Servicio Penitenciario de Chimbas. Según fuentes oficiales, el homicida ha tenido varios problemas con otros menores en el Nazario.