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Historias del crimen

Una broma que acabó con 4 disparos y un asesinato

Tres amigos fueron a comer un pancho a un carro de la Plaza La Joroba y se trenzaron en una agria discusión con un extraño, todo por un chiste. Esta última persona estaba alterada, tanto que agredió a golpes a uno de los otros hombres y después le pegó 4 balazos. Ocurrió en enero de 2008. Por Walter Vilca

Por Redacción Tiempo de San Juan

Todo empezó con una broma entre tres amigos que venían alcoholizados y que sólo querían comer unos panchos en la Plaza de “La Joroba”. El más viejo de ellos dijo haciéndose el gracioso: “vamos a comerle todos los panchos al panchero”. El vendedor ambulante lo tomó como un chiste y respondió que lo aguardaran, que ya los atendería. Pero no faltó un extraño, un sujeto con cara de poco amigos que se metió en la charla y creyendo que estaban provocando al panchero, lanzó con voz seria: “no lo molesten al pibe, que está trabajando”.

El panchero intercedió: “es un chiste. Acá las cosas las arreglo yo. No te metas, no hagas problemas”, intentando subsanar el mal entendido. Entonces los tres amigos continuaron hablando y en medio de eso uno comentó la idea de entrar al cabaret ubicado justo en frente. Pero nuevamente el otro hombre intervino de puro entrometido: “cómo van a entrar ahí, está lleno de chinches y gatos”, expresó con tono irónico y la remató con un “porque no se juntan los tres y se chupan la p…”

El clima se puso tenso en ese instante y los tres amigos comenzaron a increpar al otro comensal, que parece que estaba empecinado en buscar roña. Es más, llegó otra persona preguntando cómo estaba el ambiente en la whisquería y también le contestó mal: “yo no piso putas…ahí está lleno de chinches y lauchas…Yo ando con mujeres, no pago putas…”, le fregó en la cara.

Ahí se desmadró lo que se daba. El más joven de los tres amigos se enfureció y lo insultó: “Qué vas a pagar putas vos, si sos un seco. Mira los zapatos con los que andas, vos pisas chinches”. El solitario desbocado no lo pensó dos veces y le respondió con dos patadas al mejor estilo karateca. Los otros se le fueron encima con algunos manotazos, pero este corrió por el medio de la plaza y escapó.

Todos quedaron sorprendidos por el incidente, pero más por la actitud del desconocido que evidentemente no había tenido un buen día y andaba desquiciado. Pero en el momento que parecía retornar la calma, los tres amigos junto el otro comensal y el panchero se desfiguraron cuando vieron aparecer otra vez al irascible personaje que minutos antes había originado el altercado. Venía con el rostro más desencajado y aparentemente más rabioso, con el agravante que encima traía una pistola en una mano. “Quién es el gallito picante… Quién me anda buscando problemas…”, agitó ese hombre, todo desafiante. El más joven de los comensales le dijo a sus dos amigos, “quedense tranquilo, este tema es conmigo” y salió a cruzarlo para tratar de quitarle el arma. No logró ni a acercarse que el otro le pegó un balazo, después otro y otro. En total fueron cuatro mortales disparos que pusieron fin de manera alevosa al inesperado enfrentamiento.

El furibundo pistolero y asesino era Rodolfo Adrián Ceferino Serrano, un solterón de oficio pintor y además cinturón negro en Kun Fu. El joven que tuvo la mala suerte de cruzárselo en un carro panchero era Luis Emanuel Ruíz (27), que pagó con su vida por tan poca cosa en ese encuentro casual la madrugada del sábado 26 de enero de 2008 en la Plaza de La Joroba, o Hipólito Yrigoyen, en la intersección de las calles General Acha y 9 de Julio de la capital provincial.

Ambos nunca se habían visto las caras y se conocieron circunstancialmente esa noche, cerca de las 5 de la mañana, cuando fueron a comer un pancho al carro que atendía Francisco Simón Rodríguez, justamente en esa esquina y casi en frente al viejo cabaret que llevaba el nombre de Salomé, sobre la Gral Acha.

Serrano aparentemente era un asiduo visitante de ese carro ambulante y ya estaba ahí en el instante que arribó Ruiz junto a su amigo Guillermo Castro y su tío Wilson Godoy. Ellos tres habían estado en un asado y quería continuar su fiesta en ese local nocturno, pero antes decidieron comer unos panchos y por eso se detuvieron en el carro de Rodríguez.

Ahí fue cuando Godoy exclamó: “vamos a comerle todos los panchos al panchero”, en forma de broma. Y Serrano que ya estaba en el lugar, lo tomó a mal. Eso generó los ida y vueltas con cruces de palabras e insultos. Otro testigo, además del panchero, fue Carlos Fernández que también llegó al lugar a comer y ligó las palabrotas de Serrano. Todos son coincidentes que él que comenzó la discusión y él la terminó a los tiros.

En la investigación quedó probado, por los testimonios, que él empezó con los insultos, que luego agredió con dos patadas a Ruíz y posteriormente le descerrajó esos cuatro tiros, todos en la zona del pecho. El joven de 27 años se desplomó en la vereda de la plaza, mientras que sus amigos salieron a perseguir a Serrano, quien escapó corriendo y luego largó otros disparos para intimidarlos.

Rodolfo Serrano se perdió de vista en la calle Brasil, pues alquilaba en una pensión sobre esa arteria, a metros de calle Mendoza. Sabía de la gravedad del hecho, por eso se encerró en su pieza, se rapó toda la cabeza y se afeitó la barba para que no reconocieran. Sin embargo, no tardaron en detenerlo. Es que cuando se armó el revuelo en la plaza y llegó la Policía, el propio panchero aportó datos sobre Serrano e indicó donde vivía. Eso explica de por qué lo agarraron en la pensión antes que fugara.

En su habitación encontraron la pistola Bersa Thunder calibre 38 que usó para matar a Ruiz, pero además un sable Samurai japonés, otro sable chino, una ballesta, un machete, un cuchillo grande, dos cortaplumas y una sevillana. Esto grafica la personalidad de este hombre, que en aquel entonces tenía 37 años y un perfil violento. El informe psiquiátrico nada decía sobre si tenía un signo o el síntoma de una enfermedad mental, pero sí señalaba que no podía controlar su agresividad, no toleraba sus frustraciones, no tenía autocrítica y que era impulsivo y antisocial, según el expediente.

Serrano fue enjuiciado en julio de 2009 por los jueces Arturo Veler Frau, Diego Román Molina y Raúl Iglesias de la Sala I de la Cámara en el Penal y Correccional. Durante el debate los testimonios y las pruebas contra Serrano fueron contundentes. Por su parte, él intentó instalar la versión de que los tres amigos llegaron directamente a provocar al panchero y que entonces intervino para defender al vendedor ambulante. También se mostró arrepentido y pidió perdón por la muerte de Ruiz. Aun así, nada a atenuó la condena, que fue de 18 años de reclusión por los delitos de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego y tenencia y portación ilegítima de arma de guerra.

 

 

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