“No tiene precio”, aseguró Marcos Maciel sobre su creación, una especie Ave Fénix. ¿Por qué motivo? Corría la década del ’70 cuando el metalúrgico tenía un Fiat 1600 modelo 1962. Era su primer auto, el que disfrutó durante su juventud. Pasaron los años cuando el vehículo sufrió un choque y quedó con varios destrozos.
Hace aproximadamente 20 años, el ingenio de Marcos sumado a su oficio hicieron posible la metamorfosis del rodado. Poco a poco, empezó a desarmarlo y agregarle diversos elementos y aquel Fiat 1600 se convirtió en una guanaquera, al estilo Mad Max, como dicen los fanáticos de los ’80 cuando ven este chiche.
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Había un objetivo en especial: ir con su creación al Safari tras las Sierras de Valle Fértil. Pero la guanaquera la siguió remodelando y hasta se convirtió en un atractivo de familiares, amigos y desconocidos de Maciel.
¿Qué hay en la guanaquera? La respuesta del herrero fue simple: “De todo”. El vehículo parece quedar chico al observar la cantidad de elementos que tiene. Banderas argentinas, fardos, una parrillita para la “puntita de espalda”, bidones, garrafas, bocinas, pequeños toneles de vino y parlantes “para escuchar buena música”.
Por supuesto, Marcos recibe consultas sobre el precio del exuberante coche. “No tiene precio”, contó, pero este diario le retrucó: “¿Y si viene un megamillonario?”. El metalúrgico no dudó un segundo: “Bueno, le aceptó y hago otra igual”.
Marcos, la guanaquera y la familia
Maciel comparte su amor por su creación con sus seres queridos. Suele estar acompañado de sus nietos, quienes disfrutan de las diversas expediciones por San Juan y el país en la guanaquera.
Al momento de la entrevista, Marcos se encontraba junto con Pía, Nahir y Octavio. “No sé si van a tener frío o calor acá, pero bueno, siempre la pasamos bien”, dijo el abuelo orgulloso de sus nietos y de su Ave Fénix.