Hay artistas, grupos musicales, bandas, que necesitan camiones de sonido, aviones transportando luces, estridencia y alto impacto para presentar un show que conmueva al público.
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SUSCRIBITEHay artistas, grupos musicales, bandas, que necesitan camiones de sonido, aviones transportando luces, estridencia y alto impacto para presentar un show que conmueva al público.
El caso de Raly Barrionuevo es distinto. Es de los artistas que con un bombo, una guitarra, su media voz y su poesía hace lo que los demás necesitan una parafernalia para concretar.
En el espacio cultural Primera Estrella, de Calle 12, en Pocito, el santiagueño dejó, junto a una Clara Presta, una extraordinaria pianista y cantautora cordobesa con la que está en un nuevo proyecto, un puñado de canciones de su autoría y de otros músicos populares.
Letras de Raúl Carnota, de Silvio Rodríguez, clásicos del folclore como la Zamba del Grillo y canciones propias célebres como Ey Paisano volvieron amostrar que Barrionuevo es quizá el artista más interesante de su generación, que no debió apelar a las baladas prefabricadas en los grandes estudios internacionales para flotar en los medios todo el tiempo posible y obtener un rédito inmediato.
Sin renunciar a la denuncia política, social, Barrionuevo no cede al panfleto y dice lo suyo con un nivel poético que se agradece, en tiempo de discursos explícitos y simplones.
Como perlita el santiagueño de Frías le hizo un homenaje a la tonada (“qué aguerrido soy para cantar una tonada en San Juan”, sonrió) e interpretó la Carta a Un Cuyano, de Ernesto Villavicencio y Carlos Palacios.
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