Un dramático episodio conmocionó este martes al barrio porteño de Flores, cuando un bebé de apenas un año y cuatro meses perdió la vida luego de caer al hueco de un ascensor en un edificio de avenida Avellaneda al 2400. El niño estaba acompañado por su familia al momento del accidente.
Tras el llamado de emergencia, una ambulancia de la organización comunitaria Jevra Hatzalah llegó rápidamente al lugar y brindó asistencia inicial. Minutos después, acudieron personal del SAME, Bomberos de la Ciudad y efectivos de la Comisaría Vecinal 7 C. Los rescatistas hallaron al pequeño en el subsuelo del edificio, luego de haber caído desde un piso alto.
Los médicos intentaron reanimarlo y lo trasladaron de urgencia al Hospital Teodoro Álvarez, el centro asistencial más cercano. Sin embargo, por la magnitud de los politraumatismos y un paro cardíaco, el niño murió pese a los esfuerzos por salvarlo.
El hecho quedó en manos de la Fiscalía Criminal y Correccional N.º 12, que ordenó la labor de la Unidad Criminalística Móvil para realizar peritajes y tomar testimonios que permitan determinar qué ocurrió. En una primera revisión técnica, se verificó que el ascensor —con puertas manuales— se encontraba en funcionamiento normal.
Una de las hipótesis apunta a que, cuando las puertas se abrieron, el bebé habría intentado salir antes de que la cabina llegara al piso, cayendo por un estrecho espacio entre el borde y el ascensor, que habría sido llamado desde otra planta. De todos modos, los investigadores aguardan mayores precisiones para reconstruir con exactitud la secuencia.
El equipo psicológico de la Ciudad asiste a los familiares del menor, quienes permanecen en estado de shock ante la irreparable pérdida.