Diego Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en 1984, en el barrio porteño de Coghlan. Su familia lo buscó durante más de cuatro décadas sin perder la esperanza. Esta semana, tras más de dos meses de análisis forenses, las autoridades confirmaron que los restos óseos hallados junto a una vivienda donde residió el músico Gustavo Cerati pertenecen al adolescente.
El estudio forense reveló signos compatibles con un asesinato: lesiones provocadas por un arma de filo y marcas que indicarían un intento de descuartizamiento. El principal sospechoso es un excompañero de colegio de Diego, identificado como Cristian Graf, quien vivía en la casa donde se encontraron los restos. Su familia ha habitado el lugar desde entonces.
Sin embargo, el crimen prescribió hace casi 20 años, ya que la ley argentina fija un plazo de 25 años para investigar este tipo de casos. Al no tratarse de un hecho de lesa humanidad, no es imprescriptible, por lo que el responsable no enfrentará condena penal.
Frente a esta situación, el hermano de la víctima, Javier, anunció que buscará impulsar la llamada “Ley Diego”, inspirada en la “Ley Piazza”, que extendió los plazos de prescripción para casos de abuso sexual infantil. El objetivo sería incluir las desapariciones para que puedan investigarse y juzgarse sin importar cuánto tiempo haya pasado.
“Me encantaría que sirva a otros familiares de desaparecidos. Que la ley vaya con todo el peso, que paguen por el daño que hicieron”, expresó Javier.
Mientras tanto, la investigación —a cargo del fiscal Martín López Perrando— continúa para reconstruir lo sucedido. Se convocó a declarar a compañeros de colegio de Diego con la expectativa de obtener más datos que permitan esclarecer el caso, aunque la acción penal ya esté prescripta.
Según el Equipo Argentino de Antropología Forense, el cuerpo presentaba lesiones en la cuarta costilla derecha y en varias articulaciones, compatibles con un arma corto punzante. Los peritos no descartan que algunas marcas correspondan a la manipulación del cuerpo para proceder a su enterramiento.