Rafael Nadal volvió a demostrar a todo el mundo que es tal vez el mejor tenista que ha existido en toda la historia sobre el polvo de ladrillo.
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SUSCRIBITERafael Nadal volvió a demostrar a todo el mundo que es tal vez el mejor tenista que ha existido en toda la historia sobre el polvo de ladrillo.
El manacorí sacó a pasear su mejor repertorio y agrandó su leyenda en una de las grandes catedrales del tenis mundial.
Era un día importante, y Rafa Nadal lo coronó como un coloso. Barrió al número uno mundial (6-0, 6-2 y 7-5 en 2h.41’), a su mayor enemigo, el serbio Novak Djokovic, 33 años, para dejar constancia de que es amo y señor de Roland Garros conquistando su decimotercer título y un opositor completo a la etiqueta de mejor de la historia: sumó su 20ª corona de Grand Slam, igualando el récord de Roger Federer. Selló con un ‘ace’, para arrodillarse en su tierra.
No hay techo para el balear mientras mantenga la ilusión y se sienta competitivo. La única cubierta, la estrenada de la central Philippe Chatrier. Llovió minutos antes de la tres de la tarde, hora fijada para el duelo, y la organización decidió que se vería la primera final ‘indoor’ de la historia. Paquete completo a un Roland Garros desplazado de primavera a otoño por el coronavirus, con sólo 1.000 espectadores de aforo, unas bolas tachadas de lentas y pesadas y mucho frío. Pero el mismo resultado. Rafa es Rafa y Roland Garros es Roland Garros. Juntos son invencibles.
Vapuleó con su victoria 100, en 102 encuentros, a un adversario que mantiene el pulso en la carrera de Grand Slam con diecisiete coronas, el mejor de la edición de 2016, que había ganado 37 de sus 38 partidos anteriores este curso. Todo menos su cita que concluyó con descalificación en el US Open. Pero fue triturado por Rafa Nadal, que por cuarta vez gana Roland Garros sin ceder un set. Antes lo había hecho en 2008, 2010, 2017.
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