Investigadores del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de San Juan encontraron una acumulación anormal de huesos de diferentes animales que es inédito en Argentina y con muy pocos casos en el mundo, lo que revaloriza el hallazgo en cuanto a la rareza y la potencialidad de información que se puede obtener. El descubrimiento del "cementerio" se hizo en el Parque Ischigualasto, en la base de las barrancas coloradas, en la parte final del circuito.
Los investigadores dieron con una “cama” de huesos de un espesor de 80cm que corresponden a esqueletos desarticulados. Según una de las descubridoras, la doctora Cecilia Apaldetti, “los huesos estaban desordenados, cada vértebra no estaba en su lugar, hay cráneos arriba de fémures que a su vez están al lado de una pata, pero en perfecto estado de preservación, lo que indica que no han sido comidos por carnívoros ni arrastrados por corrientes”.
Lo que los investigadores estiman que ha sucedido, evaluando el sedimento donde se contiene la “cama” de huesos, es que aparentemente ha sido una zona muy desértica con cuerpos de agua que se han ido secando. El hecho de que los huesos no estén rotos ni mordidos indica que los animales pueden haber ido muriendo normalmente, cercanos a una laguna o un río no muy caudaloso. En este marco, la Apaldetti afirma que probablemente fueron animales carroñeros los que movieron los huesos sin dañarlos y que es muy poco común lo que han encontrado: “es atípico, novedoso para nosotros y para el país, hay muy pocos lugares en el mundo donde se dé una fosa natural de huesos de este tipo”.
Quien encontró el inédito colchón de huesos fue el doctor Ricardo Martínez: primero encontró pedazos de huesos rotos y luego empezó a despejar el área con pincel, y a medida que iba limpiando aparecían distintos huesos. Hoy por hoy, hay 4 metros cuadrados por 80 centímetros de espesor descubiertos, pero pararon la expedición porque a medida que iban apareciendo más huesos, el estudio requería mayor cantidad de herramientas para continuar.
Lo que los investigadores planean es llevar al lugar una logística más preparada, con maquinaria y herramientas más potentes para bajar más el cerro y sacar el bloque completo con todos esos huesos. Además, la idea es exhibirlo posiblemente como una “joya” en el nuevo Museo de Ciencias Naturales y si siguen apareciendo más huesos se prevé llevar solamente un bloque y dejar el resto en el lugar para poder exhibirlo el día de mañana en el parque.
Según la investigadora, “la idea es ver qué hay y qué se puede rescatar. Esos huesos estuvieron 220 millones de años sepultados y ahora que están en la superficie expuestos a la erosión necesitan ser rescatados. El fósil si no se rescata, no se preserva, se destruye como cualquier otra roca del sedimento”.
Este hallazgo, además de lo anormal e inédito, permitirá obtener más información sobre la fauna de Ischigualasto, especialmente aquella que corresponde a las barrancas coloradas. “Ahora estamos viendo un punto intermedio, una fauna que se conoce muy poco, de hecho varias de las especies que están fosilizadas son especies nuevas, que no se conocen en ingún lugar del mundo. Podremos averiguar cómo evolucionó y cómo surgió la vida de los vertebrados en la Tierra. Además, el hecho de que estén así nos hace preguntar qué es lo que les pasó y por qué razón quedaron así todos juntos, y esa información nos dirá cómo era el ambiente, el clima, cómo vivían y qué pasaba en aquel momento”, concluyó la doctora.