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Con valor patrimonial

La historia de la joya de Angualasto que no está en San Juan

El Escudo Ceremonial de Angualasto, forjado en cobre y piedras semipreciosas es una pieza única.

Por Viviana Pastor

Una exquisita pieza realizada en cobre y piedras semipreciosas fue encontrada en Angualasto en 1920, un escudo ceremonial que salió de San Juan hacia Buenos Aires hace más de 50 años y nunca más volvió. ¿Dónde está esta pieza invaluable del patrimonio histórico y cultural de San Juan?

La historiadora y arqueóloga Teresa Michieli, junto al profesor Mariano Gambier, estuvieron entre los primeros en estudiar las ruinas de la “Aldea Angualasto”, y en su libro “Arqueología de Angualasto: historia, ruinas y cóndores” (2015), Michieli hizo referencia a este escudo.

“En 1967 Alberto Rex González publicó un artículo en el cual, y desde el título, considera a San Juan como parte del noroeste argentino. Este corto trabajo sería durante varios años de consulta obligada para la arqueología de San Juan ya que, dividido en dos partes, la segunda contenía una sintética revisión de lo que se conocía hasta el momento con las nuevas evidencias obtenidas por él mismo a través de cortos trabajos en el departamento de Iglesia”, señaló Michieli.

Relató luego que la primera parte se refería exclusivamente a la descripción de una pieza hallada en Angualasto y su comparación con objetos o técnicas similares provenientes del noroeste argentino o del resto de América.

Se trataba de un ‘escudo ceremonial’ con mosaico de turquesas y otras piedras que consideró un objeto ‘excepcional’ para la arqueología del noroeste argentino. Si bien ponía reparos en la realización de un trabajo sobre un objeto particular sacado de su contexto, lo hacía porque consideraba que por sí mismo planteaba problemas en cuanto al origen y relación de estas culturas”.

Michieli agregó que cuando González conoció y estudió el escudo, éste ya estaba depositado en el Museo de Luján como parte de la Colección Agustín Gnecco.

“Lo que tiene adelante ese escudo es el cóndor y atrás tiene unas cabezas acorazonadas que para mí no es una serpiente. Esas cabezas acorazonadas generalmente van con la figura del cóndor. Después nosotros encontramos en Angualasto otro escudo un poco más chico pero que también tiene una figura abstracta que representa al cóndor, muy parecida al otro escudo que está en el Museo de Luján”, contó Michieli a Destino San Juan.

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Una pieza única

Según constaba en el inventario del museo, la pieza había constituido parte del ajuar de un cuerpo encontrado en una tumba de Angualasto cerrada con palos y estacas que habría tenido también restos de telas, una manopla, un disco de oro y otros elementos.

Los investigadores destacaron que estas caras eran a su vez comparables con las que aparecen en el recipiente de calabaza hallado en Huanchín (Catamarca) depositado en el Museo Intihuasi de La Rioja y en la urna Sanagasta de Tinogasta (Catamarca).

El Escudo Angualasto formaba parte de las colecciones de Agustín Gnecco incorporadas al Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo de Luján (Provincia de Buenos Aires).

Michieli agregó que según información aportada por Anavadro Gnecco, hijo de Agustín, había sido encontrado en la llamada “Tambería de Angualasto” en 1920 formando parte del ajuar de una momia en una sepultura localizada en la barranca.

“El cuerpo habría tenido cráneo deformado, prendas tejidas adheridas a la piel y una manta doblada bajo la cabeza. Con la mano derecha empuñaba el escudo y con la izquierda una manopla de metal y otros objetos integraban el ajuar.

Evidentemente los datos aportados por Anavadro Gnecco son de segunda mano ya que por su edad difícilmente participara del hallazgo; por otra parte, y salvo el escudo, se desconoce el destino de las piezas enumeradas por Gnecco”, marcó Michieli.

En el año 2014, Tiempo de San Juan publicó que el Gobierno de San Juan había solicitado al museo ubicado en Luján que restituya a la provincia dos piezas: el Escudo Angualasto y una corona de oro de la Virgen de la Inmaculada que estaba en la antigua iglesia de Concepción, que sucumbió luego del terremoto de 1944.

El escudo, a Buenos Aires

En el artículo “Redes de coleccionismo en Argentina. Objetos arqueológicos viajando en tren desde San Juan a Luján”, de Soledad Biasatti, se explica cómo terminaron afuera de la provincia varias piezas de la colección Gnecco.

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Agustín Gnecco.

Agustín Gnecco.

Según la autora, Agustín Gnecco realizó gestiones para ceder las piezas al Estado, preocupado de que su legado tuviera continuidad.

“Comenzó las negociaciones en 1909, y en 1917 hizo otro intento, ambos fueron frustrados. En la década del ’20, le propone al gobernador Federico Cantoni donar la totalidad de las piezas y además un terreno para que se construyera un museo y una imprenta que sostuviera económicamente a la institución, pero este ofrecimiento fue rechazado”.

Relató que la Provincia pretendía que el propio Agustín construyera el edificio para el Museo, y menciona las cartas intercambiadas entre Anavadro Gnecco y Enrique Udaondo en las que se evidencia la falta de colaboración del Gobierno provincial más allá del profundo interés que tenía la familia Gnecco para que quedara en la región:

‘Nosotros hemos estado dispuestos, siempre, a todo de modo que, si el Museo no queda en Cuyo, como lo quieren la culpa no es nuestra, que vaya donde lo valoren y sabrán apreciar. (Fragmento de carta de Anavadro Gnecco a Enrique Udaondo, del 06 de mayo de 1941)’.

“Agustín Gnecco muere en 1940 en San Juan, a los 83 años, y en 1941 comienzan las preocupaciones acerca del destino de la enorme colección. Anavadro, quien había tomado la posta en las tareas en el museo de su padre, visualiza una posible salida: el Museo Histórico-Colonial de Luján. Existe un apremio por mudar las piezas de la casona para luego venderla, aunque eso le llevará más tiempo del estimado”.

Reproduciendo cartas de alto valor documental entre Gnecco y Enrique Udaondo, se terminó de armar la historia de la mudanza de objetos de la casa de Gnecco al museo de Luján.

‘Referente al asunto del gran Museo que formó su señor padre, a quien conocí en 1910, y de quien fui amigo y admirador de la grandiosa obra que llevó a cabo, debo significarle que sería para mí un gran placer poder instalarlo en Luján, como le propuse a Ud. hace años pero la dificultad estriba en el gasto que supone el acarreo de ese material tan grande, pues no bajaría de varios miles de pesos el flete de los camiones en ésa y en Luján aparte del ferrocarril’ (Fragmento de carta de Enrique Udaondo a Anavadro Gnecco, del 23 de abril de 1941).

Biasatti señaló que luego de largas tratativas, gestiones, trabajos de embalaje e inventarios el Museo envió 18 vagones en los que viajan unas 10.000 piezas.

En el año 1946, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires autorizó al Poder Ejecutivo mediante el Decreto Nº 4.040 a “la inversión de 316.559 pesos para adquirir el Museo Tradicionalista Gnecco e incorporar el acervo del mismo al Museo de Luján” (diario La Nación, del 30 de agosto de 1946).

“Ese dinero obtenido de Rentas Generales se habría completado con parte del legado del Sr. Félix Bunge hasta alcanzar los 425.000 pesos que es el monto total con el que se adquiere la Colección.

El interés del Gobierno para tal adquisición se basaba en que ‘se debe evitar por todos los medios a su alcance, que esa colección de indudable valor desde el punto de vista científico y cultural corra el riesgo de salir del país’ (Decreto Nº 4.040 del 27 de julio de 1946)”, aportó Biasatti.

Muchas piezas no expuestas que habían quedado en un depósito hasta principios de los 60, cuando por gestión del gobernador Américo García se logró que un conjunto de piezas regresara a San Juan.

Pero el Escudo Angualasto y la corona de la Virgen siguen en Luján.

(Fuente: Destino San Juan)

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