Juan Carlos Rubio no concibe la vida sin música y la historia de la música sanjuanina no puede escribirse sin nombrarlo a él. La guitarra es su gran amor y con ella transitó algunos géneros hasta ubicarse placenteramente en el rock.
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SUSCRIBITESu nombre es sinónimo de guitarra en San Juan y más allá. Se dio el lujo de grabar con grosos del rock nacional y en estos tiempos se siente en su salsa dándole un empujoncito a los talentos emergentes
Juan Carlos Rubio no concibe la vida sin música y la historia de la música sanjuanina no puede escribirse sin nombrarlo a él. La guitarra es su gran amor y con ella transitó algunos géneros hasta ubicarse placenteramente en el rock.
Con su amena impronta se animó a una charla en el ciclo ‘Media Hora Entre Preguntas’, en la que miró por el retrovisor su camino artístico, en el cual fue mutando al ritmo de acordes y de las tecnologías que se fueron cruzando. Nombres de grosos salieron al paso y también un presente en el que se permite compartir su experiencia con las nuevas generaciones que van pidiendo pista.
-Cuando uno dice guitarra en San Juan, y más en el ambiente del rock, es un hecho que uno de los nombres que primeros aparecen es el de Juan Carlos Rubio.
-Indudablemente uno no pasa tantos años en la vida sin dejar algo, sino uno lo deja antes y cambia de profesión o de instrumento. Yo soy de una generación de guitarristas que aprendíamos a tocar muchas cosas. Lo primero y lo único que se enseñaba en aquellos años era el folklore y, una vez que pasabas por esa materia, alguien venía y te hacía escuchar a Jimi Hendrix y ahí nomás vendías todo para comprarte una guitarra eléctrica. Y a los dos años venía alguien con un cassette de Pat Metheny, que no tenía nada que ver, y agarrábamos todos para ese lado como si el pobre Hendrix ya no existiera. Aprendíamos de todo y la única manera de hacerlo era sacando canciones de los cassettes.
-Entre tanto aprendizaje compartido, ¿llegaste a tener algún profe o alguien a quien poder designar de esa manera?
-Nosotros tuvimos en San Juan un personaje que era el Negro Sarracina, que vendría algo así como el Negro Villavicencio del rock. Era una guitarrista de la onda de Jeff Beck y él, como viajaba y había tenido mucha trayectoria, nos enseñaba por ejemplo que era un distorsionador o los tipos de guitarras que había. Él era un gran autodidacta y tenía un gran oído para la música. Yo creo que si tuviéramos que medirlo a lo largo del tiempo fue nuestro mejor guitarrista.
-El grupo La Gente fue muy importante en tu camino.
-Sí, pero antes de La Gente he tenido otras formaciones bonitas, más inclinadas al jazz curiosamente. Integraba una banda que se llamaba ‘Teatro Mágico, muy linda, con la que pretendíamos hacer una música como la ‘Weather Report’. Éramos muy ambiciosos. Si te tengo que contar una curiosidad de esa banda, que contaba con muy buenos músicos, te digo que, como no teníamos un piano eléctrico, cada vez que tocábamos teníamos que llevar un piano vertical. Lo cargábamos en casa y cuando llegábamos a la tocada el pobre piano estaba todo desafinado, pero eso ya nos daba chapa de intelectuales.
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