No existe un solo día en que Nicolás Doña, de 36 años, mendocino de nacimiento y sanjuanino por adopción, no se levante mirando al cielo. Contemplar la inmensidad del cielo infinito y diáfano de San Juan representa para él, más que un hábito, una curiosidad, una sensación de placer.
“Creo que es una pasión que me acompaña desde muy chico, allá en mi San Martín natal, Mendoza”, relata, en diálogo con Tiempo de San Juan.
Justamente esa devoción por la astronomía lo trajo a esta provincia donde el cielo que la cubre es considerado uno de los más diáfanos del mundo. Llegó siendo muy joven para estudiar la licenciatura en Astronomía en la Universidad Nacional de San Juan. Allí cumplió algunos años de la carrera. Sin embargo, el perfil profesional no lo convenció.
“Yo deseaba mirar por el telescopio, ser un astrónomo aficionado y no un profesional. Son dos mundos totalmente diferentes. Finalmente, me alejé de la carrera pero jamás de este sueño que logré cumplir a través de la fotografía”, señala con el mismo entusiasmo de siempre.
Casado con la sanjuanina Mabel Espin, Nicolás se desempeña hoy en un laboratorio geoquímico, puntualmente en el análisis de rocas y minerales. Sin embargo, en forma paralela, forma parte de “Campo de Estrellas”, uno de los tres emprendimientos relacionados con el agroturismo que se emplazan en San Juan. “Campo de Estrellas” brinda diversas actividades al aire libre y recreativas: el astroturismo, el trekking y las degustaciones de comidas y vinos regionales de Albardón y San Juan, son las principales. En definitiva, el lugar invita a vivir la experiencia de conectar con el cielo y la naturaleza.
Y allí está él, siempre con su equipo fotográfico exhibiendo uno de los principales atractivos de esta zona de Cuyo. Rodeado de aficionados, turistas y curiosos que no quieren perderse ese mundo maravilloso, repleto de misterio y donde la noche es siempre la protagonista.
“Observo el cielo todos los días de mi vida y estoy pendiente de lo que sucede allá arriba. En los últimos cinco años ha empeorado de manera considerable debido a los días nublados, a la amplitud térmica y a las olas de calor”, enumera, para detallar tres aspectos fundamentales que, de algún modo, condicionan el trabajo fotográfico.
Por un lado, advierte, la presencia de nubes. Por otro, la humedad y, finalmente, la amplitud térmica. De todos modos, su equipo, al que accedió con esfuerzo debido a los altos costos, lo acompaña siempre: de noche y de día.
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Antes de lograr hacer maravillas con su cámara, Nicolás solía dar charlas de astronomía, especialmente en establecimientos educativos. Más tarde, en 2019, luego del eclipse de sol y todo su atractivo, el gobierno comenzó a recibir propuestas e incluyó a los observatorios. Fue entonces, dice, que abrieron nueve emprendimientos privados relacionados con el astroturismo, también llamado la “ruta de cielo”.
Sin embargo, con el correr del tiempo muchos quedaron en el camino debido a la crisis económica y la escasa rentabilidad. Hoy quedan tres observatorios que funcionan a partir de la visita de muchos amantes de este mundo.
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“Amo lo que hago y creo que es un honor poder practicar un hobby que representa una vocación, una pasión. Me armé del equipo, algo nada fácil por los elevados costos, e incursioné en este rubro que nunca deja de sorprenderme”, reflexiona.
Nicolás también deja su consejo o sugerencia para quienes, como él, se inclinan hacia los astros.
“Dentro de la astronomía debemos diferenciar si el perfil que se desea es puramente profesional o amateur. Insisto, son dos cosas distintas. Aquel que desee el título de licenciado en Astronomía debe saber que la carrera va de la mano con estadísticas, análisis de datos, física, matemática”, sostiene.
Quienes deseen incursionar en el mundo de los astros pueden acceder al Instagram @campo.de.estrellas para observar imágenes u obtener datos de interés. “Desde Albardón al Universo”, señala.