Si de personajes sanjuaninos se trata, Ramón Fidel Espinoza, más conocido como 'Carancho', es uno de los más populares en Rivadavia no sólo por el tiempo que lleva al frente su almacén, que son más de 52 años, sino por su histriónica personalidad con la que entretiene a sus clientes.
Su negocio está situado sobre Avenida Libertador, a metros de Meglioli, y por ello no es necesario ser de la zona para haber pasado alguna vez por allí, por el comercio que se llama igual, 'El Carancho'. Es por eso que, orgulloso de la fama que él mismo construyó, asegura entre risas: "Si no conocés al Carancho, no conocés Rivadavia".
Tiene 78 años, sin embargo eso no lo detiene a estar cien por ciento al servicio de su trabajo, el que le representa unas 18 horas diarias de esfuerzo y dedicación. Aunque ya no es aquel pibe que vendía verduras junto a su esposa que partió de este mundo 18 años atrás, el protagonista que hoy cuenta su historia reconoce que el almacén le da vida.
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Sus comienzos fueron con su compañera, la madre de sus tres hijos, cuando buscaban el progreso para su familia a través de la venta callejera de verduras y frutas. "Teníamos un puesto en Libertador, en Punta de Rieles, pero después abrimos un negocio en la casa de mis padres, por calle Ituizango", recuerda al mismo tiempo que lo invade la memoria de su mujer.
Si bien hace rato se acostumbró a la vida de viudo, cuenta que con ella hizo un pacto de no volver a enamorarse otra vez y asegura que respeta esa promesa a rajatabla. "Si me moría yo o ella, nos prometimos que no había más pareja. Hasta el momento cumplí y ya estoy viejo para eso, además", sostiene.
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Como el negocio abre de corrido, 'Carancho' no para y por ello explica que se levanta a las 8 de la mañana, que arranca a trabajar a las 9 y termina recién a las 2 de la mañana. De esa manera, almuerza, cena e incluso duerme en el almacén, si es necesario. Es que su casa está pegada al negocio y por tanto prefiere estar activo en el comercio, que descansando en su domicilio. "Prefiero estar acá (en el comercio), así me conocen más", comenta mientras se ríe.
Uno de los almaceneros más antiguos de Rivadavia, que cuenta con la ayuda de uno de sus hijos en el lugar que está instalado en ese punto de pasada desde hace 23 años, tiene a sus afectos bien cerca. Es que no sólo se trata de su familia que lo acompaña, sino también de su pasión por Sportivo Desamparados y el escudo que está presente en diversos puntos del local.
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"Para mí Desamparados es todo. Voy a la cancha siempre, soy el socio 88. Nos caemos y nos levantamos", asegura con lágrimas en sus ojos.