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Tras el fallecimiento de Jimmy

Las tres claves a seguir en la decisiva designación para ocupar un sillón súper caliente

El Consejo de la Magistratura, el número fluctuante de la Legislatura, y los nombres que se impulsarán. En todos los casos, con mucha tela política para cortar.

Por Sebastián Saharrea

Hay preguntas que flotan solas a medida que se disipa la polvareda por el fallecimiento de Eduardo "Jimmy" Quattropani y la consecuente vacancia de un lugar demasiado importante. Tres de ellas: ¿buscará la Corte salpimentar la cocción?, ¿intentará terciar el peronismo si ve la pista despejada para, al menos, un piletazo?, ¿cómo y con quienes negociará el gobierno para obtener los números apropiados? Y una más, posterior: ¿cómo se reacomodará el poder acumulado durante décadas detrás de este gigante, una vez que haya humo blanco?

Respuestas todas que anidan en las ramas de los tres ejes básicos de esta miniserie que ya imprimió su capítulo uno, la del sillón vacío. Y que disparará en los demás a los habituales enredos de familias, bandos, intereses típicos de sagas como ésta. Marchen pochoclos.

Hay tres escenarios definidos con decorado y dinámicas independientes. Pero que se cruzan. El Consejo de la Magistratura tiene una textura tan política con el pleno de Diputados, enhebrados por las decisiones que provengan desde la Paula y muñequeadas en la Legislatura ya con un golpe de horno arriba.

1-El Consejo

consejo

Son cinco, y siempre eligen a tres postulantes depurados entre cientos de ciudadanos pretendientes de los apetecidísimos cargos que se ofrecen en el servicio. De método flexible, sin peso de antecedentes regulado, cancha abierta para la operación política y el cambio de figuritas. Ocurrió así durante la renovación de toda la Corte y decenas de fiscalías y jueces durante el gobierno de Sergio Uñac, no cambió demasiado después.

Cuando el Consejo debe decidir un puñado de lugares se facilita el intercambio político. Cuando es uno sólo, encima el más importante –el máximo sillón del Ministerio Público, que tiene a su cargo Flagrancia, Cavig o Acusatorio-, se pone más espeso. Allí empiezan a tallar procedencias y afinidades, de intereses y políticas.

En ese poroteo, parece definir el cortista Juan José Victoria, si es que se descarta que la ministra Laura Palma y el abogado Raúl Acosta votarían a favor del gobierno, y la diputada Fernanda Paredes y la abogada Valeria Torres pueden hacerlo por un postulante más afín al peronismo. Aunque en el caso de la letrada no parece tan cantado.

Tampoco hay mucho por definir porque, como está escrito, el Consejo presenta un abanico de tres que frecuentemente viene con manual de instrucciones al recinto. Cuando llegan las ternas a ser tratadas en Diputados, suele dispararse un juego de apuestas sobre candidatos cantados. Cualquier buen observador podría acertar 9 de cada 10 tiros. Si no todos. Usualmente, son centros al área para que alguien los cabecee en la Legislatura. Jugadas de pizarrón, en estrictos términos futboleros.

Sólo debería el Consejo dejar pasar al que venga con impulso oficial, y mezclarlo con otros dos como para despistar. Y allí es donde opera la voluntad de la Corte, que padeció la enemistad del fiscal general durante las más de 3 décadas de Jimmy. No se sabe si por el temperamento del ocupante o por la naturaleza del cargo. Y recordando que la Constitución Provincial adjudica a la Corte la potestad de designar a un interino si en 90 días no se cubre la vacante.

Podrían sus señorías de la Corte preferir a algún interino en especial, o mantener la subrogancia del actual subrogante –Daniel Galvani-, con quien confían que se pueden acomodar para evitar los chispazos del pasado. Y, en especial, ganar casilleros de poder en la diaria.

La cortista Adriana García Nieto ya anunció en público que la Corte no tomará partido. Pero vaya uno a saber. Si así no fuera, los primeros flecos podrían orejearse en la baraja de Victoria en el Consejo.

2-El recinto

camara

Como defecto de origen, el oficialismo inauguró su ciclo en franca minoría de 12 sobre 16 de piso. Y se propuso equilibrar cargas desde el inicio, cosa que consiguió holgadamente desde el principio con la seducción al bloquismo (cuatro diputados) y la incorporación variable de otros brazos alternativos. Peronistas o filo-peronistas, como el massista Franco Aranda, el chimbero Gabriel Sánchez, el angaquero Marcelo Mallea, hasta el calingastino Jorge Castañeda. Sumado al eventual respaldo del único mileísta, Fernando Patinella, que funge como ariete comunicacional en algunas ocasiones para recordar la necesaria distancia de su fuerza nacional con el orreguismo, pero está presente cuando hace falta.

Le da margen generoso al oficialismo para transitar con margen cada sesión. Se verá si ese principio general opera también en la determinante sesión de designación del nuevo fiscal general, que con toda seguridad será la más estratégica y relevante de las que enfrentará el gobierno en sus dos primeros años de existencia.

Para hacer fluir esos elementos deberá emplear vaselina parlamentaria. Y no es un dato aleatorio que esa lubricación del canal negociador ocurrirá en simultáneo con otro evento central para el almanaque político: el armado de listas. En el cual deberá resolverse no sólo el intríngulis de juntos o separados con Milei (y su traducción en el resto de los escenarios políticos, legislatura provincial incluida), sino a qué socios políticos hará entrar el oficialismo a su redil en calidad de invitados.

Sobre este último punto, mención especial para el bloquismo. Que viene de una separación traumática con el uñaquismo, al que lo unía el mismo espíritu que el de una uña con su dedo. Y no para de dar señales de que le gustaría ser aceptado por el orreguismo en sus listas. Previo punteo de casilleros, obvio.

Ya está haciendo lo suyo el partido de la estrella. Votando a cuatro manos, expresando su voluntad en voz alta. Pero claro que el combustible para que se avance son los espacios, que ahora hay que decir que no son muchos. Será un trabajo de orfebrería.

Le aparece al bloquismo ahora una oportunidad dorada, un terreno donde traducir esa negociación en concreciones, haciendo flamear sus cuatro votos en la Legislatura para elegir al Fiscal que más le guste al gobierno. Pero tendrá que tener cuidado con la tensión que le ponga a esas cuerdas.

Porque para el gobierno los votos de la estrella son muy importantes, pero no determinantes: puede llegar a conformar mayoría sin el bloquismo, si es que consigue arrimar a otros enojados dispersos. Lo ya citados del pan-peronismo podrían alcanzar, y la mano negociadora de Fabián Martín no es para despreciar. Sin citar que hasta algún giojista se podría arrimar al fogón si fuera estrictamente necesario. Cosas vederes.

En este berenjenal, otro factor a observar es si al peronismo remanente no podrían crecerle los colmillos para aprovechar alguna eventual dispersión ajena y pegar un zarpazo en la última curva. Su panorama numérico y político es francamente deficitaria, su influencia ha perdido punch en la misma proporción en que creció el oficialismo. Pero, cuando la tentación es grande, razonable sería contemplarlo.

Ya lo dijo sin metáfora un muñequeador uñaquista a Fernando Ortiz en Tiempo de San Juan: “acá está lleno de traicos”. Llaman así a los que no han podido contener, incluso por empacho propio. Encima, su operador jefe –además presidente del partido- Quiroga Moyano no parece mostrar mayor talento que para las selfies. Tormenta perfecta y resignación.

¿Resignación? Se verá en pleno recinto si aparece un anzuelo tentador. Por ejemplo, si en ese centro a la olla que venga desde el Concejo queda accidentalmente incluido alguno por el que parezca interesante correr un riesgo. Por ejemplo, alguno de los hasta ahora laderos laborales de Jimmy, con quienes el uñaquismo hizo muy buenas migas.

3-Los candidatos

Con este panorama, la percepción unánime es que quien correrá con mejores posibilidades será el postulante que provenga con la venía oficial. Sin que esto resulte una sentencia definitiva. Y rascando en las señales, que es lo único que hay disponible, lo único que parece claro que hasta acá no hay caballo de comisario.

Habrá que ir entonces a las hipótesis. En el oficialismo no sobran los nombres propios, sí los requisitos. Que sea del riñón y de lealtad indiscutible, que sea capaz de manejar un gigante sensible que es en lo que se convirtió la Fiscalía, y que sea capaz de manejar los medios de comunicación y por consiguiente la temperatura de la calle. Otro Jimmy, en resumen, en especial los dos últimos puntos.

Pero Jimmy no se nace, sino se hace. Ocurrió con el fallecido fiscal, que designado a sus 39 años era poco más que un simpático contador de anécdotas, de buena conversación y gran olfato. Más de 3 décadas después, no sólo cambió él al convertirse en un oráculo político local, sino cambió también el organismo que dirige.

Por el lado de los más propios, podría sonar el nombre de quien Orrego confió la también estratégica Fiscalía de Estado, Sebastián Dávila. Del lado de Tribunales, lógico que suene Ignacio Achem o Virginia Branca. Del lado de la cátedra, también lógico que aparezca Oscar Cuadros, aunque no está claro en qué estado está hoy la relación. Del lado de la calle –los abogados que la caminan- parece anotarse Nasser Uzair, de familia con prominente raíz radical y también –según dicen- buena vibra peluca. Incluso aparecieron volando los nombres de algunos integrantes del Ejecutivo. Nada serio, por ahora.

Por afuera del oficialismo, dos observaciones. Una es la ficha de Emilio Baistrocchi, extraña pero digna de ser desmenuzada. Emilio era número puesto cuando se especuló con la vacante por renuncia de Jimmy en los tempranos años de Uñac. No ocurrió. ¿Y por qué debería serlo ahora? No está claro que lo sea, sí que su nombre se escucha.

Podría servir si el oficialismo tiene la vocación de mostrarse alejado del ultra rosquismo, llegando incluso de mostrar el gesto de nominar a uno que no sea de su riñón. Lo valoraría la ciudadanía, para muchos sería un salto al vacío, una pérdida de oportunidad valiosa. Pero no todo es blanco o negro. Emilio de hecho integra el plantel oficial como abogado de asesoría letrada, y sus últimas acciones políticas con el cordobesismo no dejan de caer simpáticas en Paula.

Decanta además una enemistad visceral frente a su antiguo jefe político, Sergio Uñac. ¿Sin solución? Otro cantar sería preguntarse si lo votarían todos, por ejemplo los bloquistas o los chimberos, con quienes se cruzó feo. Pero como dice Cristina, en política las ofensas prescriben a los 6 meses.

La otra observación apunta radares a dos nombres propios: Fernando Rahme y Rolando Lozano. ¿Quiénes son? Los dos mejores exponentes de la escudería Jimmy, que no se reduce sólo a ese grupo íntimo de colaboradores sino tiene habitantes en todos los pisos de Tribunales, producto de afinidades nacidas a la luz de designaciones o decisiones varias.

Rahme es sobrino, además, y manejó el músculo de la fiscalía durante toda la convalecencia de su tío, a pesar de que los papeles señalaban a Daniel Galvani. Aún lo sigue haciendo, y lo hará hasta que asuma el reemplazante. Para lo que no hay horizonte definido. Lozano es un prestigioso abogado mientras ejerció como litigante, en un estudio de primera línea justamente con Rahme e intervención en causas resonantes hasta el llamado de Jimmy.

Si fuera cierto eso que se comentó hace un tiempo sobre la voluntad de Jimmy de irse y fogonear a Fernando como su sucesor, a lo que esas mismas versiones agregan que el Ejecutivo flamante rechazó, podría serlo tranquilamente que el sobrino mantenga aún hoy su intención de permanecer.

Sólo podrá hacerlo si es designado titular, es decir en cabeza del cargo. Por eso vale preguntarse: ¿y si entre los tres nombres que eleve el Concejo a Diputados figura el de Rahme?, ¿cómo podría interpretarse y qué ocurriría en el recinto?

Hipótesis que sólo despejará el tiempo, pero si así ocurriera, su suerte quedaría atada a las ganas de pelearla de un apagado grupo uñaquista. Si no pasara, o no tuviera suerte en el recinto, entonces sí sería la hora de un recambio de raíz, de todo vestigio de Jimmy y su pase a renovación con otro fiscal y otro grupo colaborador.

Con crujidos lógicos, acomodamientos al nuevo planisferio y alguna que otra incertidumbre en la vasta red de simpatías que Jimmy supo crear en todo el edificio.

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